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miércoles, septiembre 18, 2024
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El cerdo y la vaca

Un hombre va conduciendo por la carretera cuando de pronto ve que en el sentido contrario viene una mujer conduciendo su auto como loca y que, al acercarse, baja la ventanilla y le grita:

— ¡Ceeeerdooooooooo!

El hombre, que obviamente no se puede quedar callado, baja el cristal y le grita:

— ¡Vaaaaaccaaaaaaa!

En eso, al doblar la curva, ¡pum!, el hombre se estrella con un gran cerdo que estaba en medio de la carretera.

Autor: Un gallo al volante.


La herencia

Esto es una viejecita que está en su lecho de muerte y llama a su nieta y le dice:

— Mira, cielo, voy a dejarte algunas cosas que son muy importantes para mí. Hijita, te dejo un rancho que tengo con tres casas, seis tractores, un granero, un gallinero con cientos de gallinas, 20 vacas; los establos con 20 caballos, 200 ovejas y 50 cabras; y 10 coches que tengo en los garajes.

La nieta sorprendida le dice:

— ¡Increíble abuelita…! Pero… pero… y… ¿Y dónde tienes ese rancho que yo no lo sabía…?

Y la abuelita le responde:

— ¡¡¡¡Pues en el FACEBOOK!!!!

Autor: La nieta pobre.


El jubilado

El día que me jubilé me sentí el hombre más feliz del mundo, por fin podría vivir sin madrugar. Pero mi mujer pensaba otra cosa y ya el primer día subió la persiana a las ocho, dejando entrar todos los rayos del sol.

— Levántate, que tengo que hacer la cama.

¡Era el colmo! Apenas las ocho y ya tenía que hacer la cama. Fui a la sala, me senté en el sofá y de inmediato llegó y me reclamó:

— ¡¡¡Qué bien estas sin hacer nada!!! Ahora que tengo que pasar la aspiradora por aquí. ¿Qué? ¿Piensas pasar toda la jubilación echadote en el sofá o qué?

¿Toda la jubilación? ¡¡Si era el primer día!! Para no discutir me fui a dar un paseo, me reuní con más compañeros y ahora somos unos… 23. Vamos todos juntos. A las nueve ya no hay quien ande, “todo lleno” de gente. Así que empezamos a madrugar cada vez más y ahora ya nos levantamos a las cinco y media… ¡¡para poder caminar tranquilos!! Vuelvo a casa, me baño y al volver a salir, ya desde el primer día me advirtió:

— Ya que vas a andar de vago, ve por el pan.

Luego fueron los tomates, las papas… Todo lo que se la olvidaba a ella. Ayer ya me hizo encargado oficial de compras. Ahora tengo que hacer el mandado y quiere que gaste poco, así que: el azúcar voy a comprarlo a un lugar, el aceite en otro, el detergente donde esté en oferta y así sucesivamente.

A mis amigos les pasó lo mismo y como somos jubilados, que no tontos, nos separamos en grupos y vamos cada grupo para un lado, para ganar tiempo; luego repartimos las cosas y hacemos cuentas.

A las 11 nos toca la revisión de deberes al reunirnos en el parque, compartir información de mercados y quejarnos de nuestras nuevas responsabilidades. Todo iba bien hasta que ayer mi mujer interrumpió el cotorreo que teníamos para informarme que me había inscrito en algunos cursos para que no se me secara el cerebro de tanto no hacer nada.

— ¿Qué pasa? —Le contesté.

— ¿Vas a estar jubilado sin hacer nada? ¡¡Se te atrofiará la cabeza!!

Así que: lunes y miércoles tengo internet; martes y jueves, inglés; y el viernes… el viernes, baile. El sábado a yoga.

A las 10, después de cenar, me siento en el sofá y caigo muerto. Es entonces cuando siento un codazo en el hombro.

— ¡¡Vete a la cama porque ya estás roncando y no me dejas oír la televisión!! Tremendo flojonazo que te vas a volver ahora de jubilado, todo el día sin hacer nada.

Autor: Anónimo del Bienestar.


Reflexión seria

Si caminar fuese saludable, el cartero sería inmortal.

La ballena nada el día entero, sólo come pescado, bebe solamente agua y… ¡es gorda!

El conejo corre y salta. Pero vive sólo cinco años.

La tortuga no corre, no nada, no salta, llega última, no se apura y… vive 450 años.

Conclusión: ¡No más ejercicio ni dietas!

Autor: Un lector “fit”.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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