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jueves, noviembre 21, 2024
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Nuestras tragedias, sin verdad histórica

Desde 2019, en BC, los de Morena no cuestionan el pasado y se permiten las mismas malas prácticas. El color, la única diferencia

 

En junio se cumplieron nueve años de la tragedia más grande que se ha registrado en Baja California, cuando una veintena de adultos mayores perdió la vida tras quedar atrapados al interior de las puertas enrejadas de un asilo de ancianos del Ejido Querétaro, conocido como Hermoso Atardecer.

Ante la tragedia ocurrida la madrugada del 23 de junio de 2015, pese a que hubo una persona procesada -el ex director de Bomberos, Fernando Valdez- por omisiones cometidas al no inspeccionar las instalaciones para garantizar la seguridad en su funcionamiento, el tema se olvidó por completo oficialmente.

El lamento de pocos familiares y una misa con siete cadáveres que no fueron reclamados, volvieron aún más lúgubre el episodio en el que finalmente perdieron la vida 21 adultos mayores -varios de ellos se encontraban en algún nivel de abandono-. Unos fallecieron instantáneamente, otros intentando escapar de las llamas y algunos más en hospitales a causa de las quemaduras.

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La tragedia fue equiparada por medios nacionales e internacionales con el episodio ocurrido en la Guardería ABC de Sonora, donde más de 40 niños fallecieron atrapados en un incendio; la gran diferencia es que mientras los padres de los menores siguen empujando la lucha en busca de justicia y exigiendo el reconocimiento de las omisiones por parte de la autoridad, en BC, el caso de los ancianos pasa inadvertido; no hay nadie preso o sentenciado por esta tragedia que tampoco tuvo una consecuencia en la política gubernamental.

Así como el episodio del Hermoso Atardecer se difumina, la tragedia que envuelve al caso Shots y la desaparición de más de 10 jóvenes de diversos bares y centros nocturnos ubicados en la Zona de Antros de Mexicali, es un recuerdo que sólo persiste en las familias, quienes mantienen protestas simbólicas.

No existe siquiera una verdad histórica, salvo la red informativa generada por los medios de comunicación e investigaciones encabezadas por las familias. Nadie, pero nadie, trata de construir verdades para la sociedad, para entender los fenómenos que ocurren y que se asienten a través de estructuras narrativas que ayuden a comprender el entorno.

La construcción de nuestra historia como mexicalenses y sus pasajes, incluso como bajacalifornianos, parte de reportes periodísticos del momento, no así de un intento por validar las vivencias y asumirlas como propias.

Desde el arribo de Morena al poder, el único ejercicio que han tratado de dignificar es el concepto de la cultura china, pero sólo a través de lo económico, con intención de generar riqueza para un sector, no para construir una identidad. De hecho, la comunidad china en Mexicali se ha caracterizado por cerrarse e incluso tener comportamientos discriminatorios hacia los mexicanos (y viceversa); sus aportaciones no son desde el hermanamiento cultural, sino desde las coincidencias económicas que beneficien a los sectores.

Basta observar el discurso de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, quien en sus justificaciones para impulsar la conocida Chinesca recuerda la comida china de Mexicali y presume una estatua de 20 metros en memoria de un cocinero oriental genérico que en realidad no representa nada y sólo se promueve “para tomarse selfies” (palabras de la mandataria, no del autor de esta columna). No hay trasfondo, no hay una explicación que pretenda orientar sobre el origen de esta cultura en Mexicali y sus consecuencias.

No tenemos verdades históricas sobre nuestras tragedias o episodios trascendentes en nuestra comunidad, tampoco hemos creado significados para nuestros episodios traumáticos porque los gobiernos apuestan a que se olviden dentro de la prensa local y nacional.

Hace falta justicia en todos estos casos, pero también comisiones de la verdad para conocer la realidad de lo que ocurrió en la Zona de Antros, territorio controlado por la estructura criminal de Los Rusos; en Hermoso Atardecer e incluso las causas de los crímenes de los compañeros periodistas Margarito Martínez y Lourdes Maldonado (incluso los de Francisco Ortiz Franco, Héctor Félix Miranda y el atentado contra Jesús Blancornelas, que la única información que se tiene es la publicada en ZETA), que afligen directamente a la sociedad por tratarse de asesinatos relacionados a su actividad profesional. Lo mismo debería entenderse con el ridículo monumental y el fraude constitucional cometido por Jaime Bonilla Valdez y sus más allegados, cuya mayoría de participantes ahora trabajan dentro de las estructuras gubernamentales.

Resignificar la historia es importante para crear una identidad que nos defina como mexicalenses, pero también para volvernos una sociedad mucho más enterada e interesada de lo que ocurre en la comunidad.

Nuestra sociedad necesita justicia, pero también, construir una verdad de todos los episodios traumáticos y trascendentes que se han vivido como comunidad. Nadie busca rescatar la historia y darle el significado que merece, ni siquiera para no repetirla. Así, nos estamos condenando a seguir padeciéndola.

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Autor(a)

Eduardo Villa
Eduardo Villa
Periodista desde 2011 y corresponsal en Mexicali del Semanario Zeta. Participante del Border Hub del International Center for Journalists y coautor del libro “Periodismo de Investigación en el ámbito local: transparencia, Acceso a la Información y Libertad de Expresión”
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