En la jungla había un tigre muy presumido. Cuando ve a un chango, se acerca y le dice rugiendo con todas sus fuerzas:
“¿Quién es el más poderoso de los animales de la jungla?”.
Asustado, el chango responde:
“¡Tú, por supuesto, eres el más poderoso de todos los animales!”.
El tigre se aleja satisfecho de sí mismo y sonriendo, cuando ve a un ciervo; de nuevo, se acerca corriendo y gritando, y le pregunta:
— Dime, miserable ciervo, ¿qué animal es el más poderoso?
“¡Sin duda alguna tú, el tigre, eres el más poderoso de la jungla!”.
El tigre se aleja con el rabo bien alto, y entonces ve al elefante. De nuevo grita amenazadoramente y pregunta:
“Dime, elefante gordo y asqueroso, ¿qué animal de la jungla es el más poderoso?”.
Harto de las tonterías del tigre, el elefante le mete un pisotón, luego le agarra con la trompa y empieza a darle golpes contra los árboles, tirándolo finalmente contra una roca.
Cuando el tigre recupera el aliento, dice:
“Si no sabes la respuesta, ¡no tienes por qué enojarte!”.
Autor: Un león.
La teoría de los buzos
Un grupo de amigos departía en un bar jugando dominó, mientras que por la televisión aparecía un reportaje sobre unos buzos que se tiraban de espaldas al mar.
Uno de ellos dijo:
“Me gustaría saber por qué los buzos siempre se tiran de espaldas al mar”.
Otro de los amigos sugirió:
“Se tiran de espaldas al mar porque, si se tiraran de frente, el impacto con el agua les rompería los lentes y podría dañarles la visión”.
En eso habló Ambrosio:
“¡Nah! Se tiran de espaldas porque, si se tiraran de frente, el peso de los tanques los aventaría dentro del casco y podrían ser absorbidos por las hélices”.
Otro de los amigos interviene:
“¡Claro que no! Se tiran de espaldas porque según el Principio de Arquímedes (que también era buzo), todo cuerpo que se sumerge en el agua sufre un desplazamiento igual al volumen zambullido”.
Y Lencho, que estaba detrás de la barra, opinó:
“Pero qué brutos son, de plano. Se tiran de espaldas porque si se tiraran de frente, ¡caerían dentro de barco!”.
Autor: Un buzo.
Carro de segunda
Un individuo trabaja toda su vida para comprar un carro de segunda mano. El día que se lo entregan llega a casa diciendo:
“Ya lo tenemos, María, ¡lo tengo abajo, bien estacionado!”.
Salen los dos al balcón y él exclama:
“Ve nada más, amor, ¡es el blanco!”.
Y mientras lo están observando, un individuo les está abriendo la puerta. ¡Se lo están robando!
Entran los dos a casa, agarran un armario de la habitación, lo sacan al balcón y lo avientan al presunto ladrón, por lo cual este muere.
Se celebra el juicio y el hombre es condenado. De la impresión se muere, sube al Cielo y lo recibe San Pedro:
— Dios me guarde…
“ Dios te guarde. A ver, tú dirás”.
— Mire, San Pedro, estuve trabajando toda mi vida como un desgraciado para poder comprar un carro de segunda mano y, el día que lo estaba viendo con mi mujer, un sinvergüenza me lo estaba robando, no pude por menos de agarrar un armario y tirárselo a la cabeza.
“¡Caray! No te preocupes hijo, pasa”.
Al rato, otro que sube para el Cielo, es recibido por San Pedro.
— Dios me guarde.
“Dios te guarde también. Dime…”.
— Mire, Pedro, yo estuve trabajando toda la noche y al día siguiente, cuando salí, salí tan cansado que en vez de abrir mi auto, me equivoqué y estaba abriendo otro cuando me tiraron un armario en la cabeza.
“¡Caray, hijo! Pasa, pasa”.
Al rato otro que sube, repite:
— Dios me guarde
“Dios te guarde. Dime…”.
— Mire, Pedro, yo me entretenía con una casada, ¿sabe? Estábamos los dos en la cama y llamaron a la puerta, ella dijo “Mi marido, ¡métete en el armario!” … y ya no recuerdo nada más.
Autora: La esposa.
Borrachera y un loro
Un señor llega borracho a su casa a las cuatro de la mañana, y como no tenía llave, se dirigió al patio de su casa. Al entrar, ve que el perro tiene un lorito muerto en la boca.
“¡Dios mío! Es el lorito de la vecina”, exclama el hombre.
Al señor le da pena y pone al lorito en la jaula de la vecina y se acuesta a dormir. Al otro día despierta y ve que su esposa está llorando. Entonces pregunta:
— Amor, ¿por qué estás llorando?
“Es que murió la vecina de al lado”.
— ¡¿Cómo?! si ayer la vi bien y en perfectas condiciones.
“Es que le dio un infarto esta mañana, porque ayer había enterrado al lorito que se le murió ¡y apareció en la jaula de nuevo!”.
Autora: La otra vecina.