Un matrimonio conversa en pleno fin de año:
— Peso 80 kilos…
“ Sí, amor”.
— Pero midiendo 1.75, yo debería pesar 70 kilos.
“¿Y qué piensas hacer?”.
— ¡Pues definitivamente el próximo año me pondré como meta crecer diez centímetros
más.
* * *
Por la calle, un borracho que va acompañado de un amigo exclama:
— ¡Feliz año 2024!
“¡Pero si ya estamos en febrero!”.
— ¡Ay, Diosito santo, sagrado! ¡Mi mujer me va a matar!
Autor: Otro ebrio.
Rompecabezas
Una mañana de domingo, una encantadora rubia llama a su novio muy alterada:
— Tienes que venir a ayudarme. Tengo un rompecabezas y no soy capaz ni de empezar.
“¿Qué clase de rompecabezas es?”.
— Según la foto de la caja, es un tigre.
Como al novio le resulta muy fácil armar rompecabezas, decide pasar a casa de la chica y echarle una mano, así que se pone los pantalones y sale. En cuanto llega a la casa, entra y se acerca a la mesa donde están todas las piezas dispersas al lado de la caja. El joven observa las piezas por menos de 10 segundos, luego la caja y, al cabo de un rato, se dirige a la mujer, quien lo ve angustiada. Él dice:
“Para empezar, lo siento, pero no veo cómo podamos unir estas piezas para formar el tigre. Y te aconsejo que te relajes, tomes un café y después metas las Zucaritas en su caja”.
Autora: Una morenaza.
Vocación
— ¿De qué te gustaría trabajar?
“De lo que haiga”.
— ¿Y seguir estudiando no quieres?
Autor: Anónimo del Bienestar.
Reunión
— Hola, ¿aquí es la reunión de personas impuntuales?
“Fue ayer, pero acabamos de llegar todos. ¡Pase!”.
Autor: Mejor así lo dejamos.
El deseo de toda mujer
Dos amigos platican:
— Las mujeres desean una pareja que les haga reír y que además las proteja.
“¿Algo así como un payaso ninja?”.
Autor: Payaso ninja.
¿A qué te dedicas?
— Oye, ¿a qué te dedicas?
“Soy payaso”.
— ¡Pues hazme reír!
“Claro. ¿Y tú a qué te dedicas?”.
— Soy político.
“Pues haz… ¡mejor no hagas nada!”.
Autor: Anónimo del Ayuntamiento.
La voz
Un hombre caminaba por la selva cuando de pronto lo rodea un grupo de salvajes caníbales sin buenas intenciones, entonces piensa para sí:
“ ¡Ya estoy muerto!”.
En eso el cielo se abre, aparece un rayo de luz y se escucha una voz profunda que le hace saber:
“No, ¡todavía no! Lo que debes hacer es quitarle la lanza al jefe caníbal y clavársela a su hijo en el corazón”.
El hombre pelea con el jefe, le quita su lanza y se la clava en el pecho al pequeño que estaba junto a él, ante el asombro de todos los caníbales. El hombre mira al cielo de nuevo y entonces escucha:
“¡Ahora sí que estás muerto!”.
Autor: Un creyente.
La edad exacta
Un tipo de 47 años, muy preocupado por parecer joven, decide hacerse un estiramiento de cara. Una vez hecha la cirugía, sale muy contento de la clínica con su nueva cara. Se detiene en un puesto de diarios, compra uno y pregunta al vendedor:
— Dígame, amigo, ¿cuántos años cree que tengo?
“No sé… unos 32”.
Feliz de la vida, el tipo le hace saber que en realidad tiene 47 y se retira. Entra a un McDonald’s, pide una hamburguesa y pregunta lo mismo al cajero, quien le responde:
“Le calculo unos 29 años”.
Cada vez más contento, el hombre le aclara:
“No, tengo 47”.
Luego toma el autobús para volver a casa y se sienta al lado de una anciana. Una vez más, el tipo hace la pregunta:
“Disculpe, señora, ¿cuántos años piensa usted que tengo?”.
Ella lo mira pensativa con su cara llena de arrugas y contesta:
“Mire, ya tengo 85 años y no veo bien. Sin embargo, cuando era joven yo tenía un método para adivinar la edad de los hombres; les exploraba así rapidito todo el cuerpo y les decía la edad correcta”.
Dudando un poco y viendo que no había nadie en el autobús, el hombre pensó:
“Bueno, probemos. Total…”.
Acto seguido le dice a la viejita que comience con su tarea. La viejita se da vuelo. Al cabo de diez minutos la señora dice:
“Usted tiene 47 años”.
Asombradísimo, el vanidoso exclama:
— Pero ¡esto es increíble! Dígame, ¿cómo lo hace?
“¡Je, je, je! Es que yo estaba detrás de usted en la fila del McDonald’s”.
Autor: Un cuarentón que se cree de 30.