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lunes, septiembre 30, 2024
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“La literatura abre oportunidades de pensar”: Sergio Ramírez

En entrevista con ZETA en FIL Guadalajara, el ganador del Premio Cervantes 2017 reflexionó sobre el oficio de escribir, el exilio, el lastre de las dictaduras, los estragos del narcotráfico en América Latina y el papel de las letras para generar espacios críticos en la sociedad

Una de las figuras de la literatura mundial que se paseaba lentamente por los pasillos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) era el narrador Sergio Ramírez, ganador del Premio Cervantes 2017.

Invitado estelar del programa Nombrar Centroamérica porque Centroamérica Cuenta, el autor nicaragüense exiliado en España participó en diversas actividades de la FIL Guadalajara.

A pesar de su limitada agenda, el autor concedió algunas entrevistas. En un diálogo con ZETA, platicó amablemente sobre su nuevo libro de cuento “Ese día cayó en domingo” (Alfaguara, 2022), compartió algunas consideraciones sobre el cuento y la novela, además de referirse a la escritura desde su exilio en España y, por supuesto, habló de populismos e izquierdas en América Latina.

VOLVER AL CUENTO

Sergio Ramírez (Nicaragua, 1942) es el cuentista latinoamericano por excelencia. Sus cuentos se encuentran reunidos en “Antología personal. 50 años de cuentos” (Océano, 2017) y “Todos los cuentos” (Debolsillo, 2018); en 2022 entregó a Alfaguara el volumen de relatos titulado “Ese día cayó en domingo”.

A pesar de su trayectoria como novelista, a propósito de “Ese día cayó en domingo”, su más reciente libro de relatos, ¿por qué siempre regresa al cuento?, cuestionó de entrada ZETA.

“Para mí el cuento siempre es un ejercicio al que quiero regresar para probarme que yo soy cuentista. Yo empecé escribiendo cuentos. Me parece que entre la novela y el cuento lo que varía es el grado de dificultad, son dos géneros paralelos. Sí es cierto que a mí me gusta expandir mi imaginación en las páginas numerosas que tiene la novela, pero también me gusta el rigor de regresar a unas pocas páginas y poder centrar, concretar una historia dentro de este espacio limitado que impone por lo tanto reglas diferentes”.

¿Qué le da el cuento que no le da la novela?

“La brevedad de la concisión y el desafío de resolver una historia en pocas páginas con un cierre que siempre sea atractivo para el lector. Se trata de un grado de dificultad diferente, en el cuento no hay tiempo de elucubraciones, ni de desviarse hacia distintos caminos, sino que tiene uno que centrarse en un par de personajes en una sola historia y en un final decisivo. La novela es un universo complejo que puede dispararse hacia distintos lados, a distintos planos, ir y volver en el tiempo; mientras que el cuento uno tiene que ser como una bala certera que va a su destino final sin poder desviarse; entonces es la precisión la diferencia”.

¿Por qué sus cuentos casi siempre reflejan las clases sociales de Nicaragua y Centroamérica?

“Bueno, porque la conformación social desde Centroamérica es muy patriarcal, hay una estratificación de las clases sociales, somos relaciones fijas que cambian muy poco la posibilidad del ascenso o de la comunicación, entre estas clases sociales siempre está muy estratificada y esto crea un atractivo para la escritura: esta relación de dominio constante, de paternalismo, de patriarcado que sigue dominando la sociedad centroamericana en Guatemala o en Nicaragua, viene siendo lo mismo”.

“EL NARCOTRÁFICO PERMEA NO SÓLO LAS RELACIONES SOCIALES”

Leer “Ese día cayó en domingo” es encontrarse de repente con algún cuento que refleja la realidad del narcotráfico en América Latina, como el titulado “Vivir mi vida”, donde un niño conoce a un compañero de clase que sus papás son narcotraficantes. Seguir o no la amistad entre los niños o incluso de los padres, es un dilema sin muchas posibilidades de elección.

¿Por qué el crimen organizado o el narcotráfico permean en su obra literaria?

“Porque el narcotráfico es parte de la realidad centroamericana cada vez más. Cada vez más el narcotráfico permea no sólo las relaciones sociales, sino al poder político; el señuelo del dinero fácil es sumamente atractivo para abrir las puertas de la corrupción, por eso penetra tanto el poder político como a los sectores medios y hace que la gente se cree la ilusión de que ‘la relación con el tráfico de drogas no es ilícita, que hay unas personas lejanas que van a ser al fin y al cabo los consumidores, pero yo mientras tanto estoy haciendo una cosa que no tiene consecuencias criminales’. Esa es la justificación social, que se le busca la participación de algún modo en esta inmensa cadena que va llevando la droga a través de los países centroamericanos, desde lavar dinero, a prestar una finca para que aterrice una avioneta o llegar a lo que la historia que está relatando el cuento (Vivir mi vida), cómo de repente un hijo de un narcotraficante aparece repartiendo billetes de 100 dólares a los compañeros de clase de la manera más natural”.

¿Cuál es su intención al recrear literariamente la corrupción y el narcotráfico?

“Que, a través del retrato, el lector se identifique con los personajes, con las situaciones que otro vive por nosotros todos los días y que te pueden llegar a tocar a tu propia puerta. De repente, un padre de familia que puede ser que su hijo aparezca con un billete de 100 dólares en la mochila.

“Los factores que afectan a la sociedad tienen realce, se singularizan como figuras dignas de entrar en una creación literaria: narcotráfico, las migraciones masivas de gente que se va buscando el sueño americano, el dinero fácil a través del narcotráfico, la corrupción; esos son los temas que están allí a flor de piel y la literatura no puede dejar de tocarlos porque no sería la literatura que tiene que ver con la realidad. Es decir, si no tendríamos que dedicarnos a escribir una literatura fantástica, y fantasía no es lo mismo que imaginación: la fantasía no tiene raíces; la imaginación tiene las raíces en la realidad que uno vive todos los días”.

ESCRIBIR DESDE EL EXILIO

En 2024, Sergio Ramírez publicará “El caballo dorado”, a través del sello Alfaguara. En la entrevista para este Semanario, el autor habló sobre su proceso escritural a raíz de la persecución política del gobierno de Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua, que emitió una orden de arresto el 8 de septiembre de 2021, por presuntamente “realizar actos que fomentan e incitan al odio y la violencia”; desde entonces vive y escribe desde España.

¿Cómo han sido estos dos años exiliado de Nicaragua?

“De aprendizaje, a vivir sin mi país, es un aprendizaje diario; es decir, cómo vivir sin mi país, cómo vivir en otro país sabiendo que las puertas de tu propio país están cerradas, que tú no tienes la llave para abrirla y que no puedes regresar. Entonces, este hecho doloroso hay que también transformarlo en algo, y un escritor tiene que transformarlo en literatura”.

¿En qué sentido el exilio determina su escritura?

“Yo creo que el primer riesgo o la primera consecuencia del exilio es que te quita del presente de tu país, de tu entorno, y te deja en el pasado; es decir, uno no puede narrar hechos de hoy día sino de ayer, porque ya no estás en el hoy día, te has quedado en el ayer. Eso también se puede hacer literatura como el ayer. Es decir, ya es un presente que no se renueva, ya vas a conocer de tu país nada más a través de las noticias, gente que llega y te visita, pero ya no es lo mismo estar viviendo dentro del país. Entonces tienes que hacerte cargo de eso, de ese cambio de naturaleza de la escritura porque vas a escribir sobre el pasado, es la memoria la que va a trabajar alrededor tuyo respecto a tu país.

“Por otro lado, el desafío es que estás viviendo una realidad nueva, es decir, un país distinto, España, y cuándo vas a poder decir ‘yo estoy capacitado para escribir sobre estos temas de mi nuevo escenario’. Ese es un tránsito difícil de lograr. En este momento sigo apegado a mi viejo escenario, no te podría decir que estoy preparado para escribir sobre temas de mi nuevo escenario que sería España”.

“UN DICTADOR NO PERMITE ESPACIOS CRÍTICOS”

En su mensaje del 8 de septiembre de 2021, Sergio Ramírez expresó: “Las dictaduras carecen de imaginación, repiten sus mentiras, su saña, sus odios y sus caprichos”.

¿Por qué los dictadores repiten sus odios? Lo vemos en Nicolás Maduro en Venezuela; Daniel Ortega, en Nicaragua; y Andrés Manuel López Obrador en México…

“Hay una fijación del dictador respecto a lo que considera su propia verdad oficial y se vuelve un agente vicioso de relaciones públicas de su propia idea y no concede nada la idea de los demás; es decir, es un instrumento de su propia propaganda, por lo tanto, todo lo que choca contra lo que él considera la verdad oficial, tiene que ser desechado o ser contradicho o reprimido, que es lo que ocurre generalmente con los dictadores frente a la escritura, frente a la libertad de creación y, no nos olvidemos, frente a la libertad de palabra en general. Un dictador no permite o no quiere permitir espacios críticos porque siente que debilita su propia credibilidad y su propio poder”.

¿Cuál es la función de la literatura frente a una dictadura?

“La función de la literatura es abrir un espacio crítico con el alma de cada lector, que cada quien pueda percibir a través de la riqueza de la literatura las posibilidades de escogencia que tiene respecto a distintos matices de la realidad. Es decir, la imaginación es una puerta para ponerte frente a distintas posibilidades de escogencia permanente de tu propio criterio y hacerte tu propio mundo en la cabeza”.

¿Usted cree en una literatura de compromiso?

“Yo creo que el compromiso está en el alma del lector y en el alma del escritor. La literatura no puede ser un instrumento de propaganda, porque caeríamos en lo que el personaje autoritario, que estamos hablando, quiere, es decir, adoctrinar. La literatura no sirve para adoctrinar, la literatura abre oportunidades de pensar y de imaginar, ser un espacio crítico, abierto, de libertad por excelencia; tú no puedes imponerle pesos políticos que lastren la posibilidad de ser libres leyendo”.

LA IZQUIERDA BUROCRÁTICA TERMINA VOLVIÉNDOSE DE DERECHA”

La entrevista de ZETA con Sergio Ramírez se realizó el martes 28 de noviembre de 2023 durante FIL Guadalajara; apenas el día 19 del mismo mes, Javier Milei había ganado la Presidencia en Argentina, derrotando al populismo de izquierda.

¿Qué lectura hace del triunfo de Milei en Argentina, que derrotó al populismo?

“Votar es una posibilidad de escoger, porque es un poder que la democracia le da a los electores. Hay veces que nos encontramos frente al electorado cansado de repetición de mentiras, de proyectos fracasados, de ese mesianismo arcaico que ya no funciona y se agarra de cualquier clavo caliente. Lo que la gente quiere es un cambio en su propia vida, alguien que vive con 1,400 por ciento de inflación, donde su dinero se evapora todos los días, no vale nada, pues quiere un cambio y va a votar por quien le propone ese cambio”.

¿Los errores de la izquierda pesan frente al electorado en América Latina?

“Es que la izquierda burocrática termina volviéndose de derecha, porque sus propuestas son arcaicas, no funcionan; entonces, su discurso se vuelve engañoso, se vuelve mentiroso. Para mí la verdadera izquierda es la que siempre está proponiendo renovación y trayendo aire fresco, pero una izquierda burocrática va a estar siempre destinada a fracasar cuando envejece, que es lo que pasa con el Partido Peronista en Argentina”.

¿Puede ser el triunfo de Milei en Argentina el inicio del fin de los populismos de izquierda en América Latina con Argentina, Nicaragua, Venezuela, México?

“Eso es muy relativo, más bien acabamos de salir de la derrota de Bolsonaro, que era un Milei brasileño y fue derrotado por Lula da Silva, que representa otra corriente de pensamiento de izquierda. En Guatemala, la gente eligió a un gobernante de centro izquierda democrático que es el Presidente Arévalo. Hay otros países que han optado por opciones de derecha como en Ecuador, pero se trata de una derecha democrática, porque lo que debemos aceptar siempre es que habrá en el forcejeo electoral constante, esto es la democracia, pues fuerzas de izquierda y fuerzas de derecha por pugna por el poder son fuerzas legítimas: la derecha legítima del Ecuador, la izquierda legítima en Brasil. Lo que nos saca de quicio son los extremos: cuando tienes un mesiánico de extrema derecha como Milei, que te llena de desconcierto, sus propuestas son totalmente descolocadas; o propuestas de extrema izquierda también, que ya no responden a lo que la gente quiere”.

¿Qué esperanza o panorama podría advertir para América Latina?

“Mi esperanza es que la democracia se asiente de manera institucional, que electores tengan la posibilidad de escoger entre fuerzas responsables, sean de izquierda o sean de derecha, pero que mientras tanto, sean las instituciones las que siempre resulten fortalecidas y no se trate de líderes mesiánicos que lo primero que hacen al llegar al poder es destruir las instituciones, porque la democracia no va a avanzar. Un gobierno de izquierda o un gobierno de derecha tiene que respetar la institucionalidad, y esa es la manera en como vamos a funcionar”.


Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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