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jueves, febrero 15, 2024
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Los olvidados del gobierno

De los 3.5 millones de habitantes que oficialmente se reconocen en Guerrero, más de un millón están en calidad de damnificados tras el impacto del huracán Otis el martes 24 de octubre. Por información compartida a través de redes sociales, básicamente en videos, testimonios, entrevistas, vivencias de ciudadanos, se conoce que muchos de ellos están en el olvido.

“Le dan mucha relevancia a Acapulco”, explicó una de esas personas olvidadas, para intentar justificar por qué la ayuda no ha llegado a su pueblo: “Se queda en Acapulco”.


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Pero tampoco eso es muy cierto. En la desinformación que impera ante el monopolio de la comunicación oficial en la Presidencia de la República, la realidad es que Acapulco tampoco ha sido atendido acorde a la magnitud de la devastación sufrida.

De hecho, residentes de ese importante puerto turístico refieren que la energía eléctrica solo ha encendido algunos focos de la Costera Miguel Alemán. No más. La mayoría de las colonias permanecen en la oscuridad.

La comida tampoco ha llegado a la turística ciudad. Esta semana, la organización internacional World Central Kitcken, del chef español José Andrés, que se ha comprometido a entregar alimentos en zonas devastadas por fenómenos naturales o humanos y se ha convertido en primeros respondientes en la proveeduría de comida a personas damnificadas, llegó a Acapulco.


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El miércoles 1 de noviembre se asentó en una céntrica y turística zona de la bahía guerrerense conocida como Puerto Marqués. Preparan al día miles de platillos para dar de comer y cenar a quienes lo necesitan, de manera gratuita. En un video compartido en sus redes sociales, el chef José Andrés alerta de la entrega de comidas en total oscuridad porque no hay energía eléctrica. Se alumbran con lámparas y faros de automóviles para continuar con su loable labor.

Esto sucedió nueve días después del impacto de Otis, y tres días después de que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dijera en un mensaje en redes sociales que, al día siguiente, lunes 31 de octubre, la Comisión Federal de Electricidad habría reinstaurado el servicio a Acapulco.

Pues bien, eso fue una mentira. Al 2 de noviembre, muchas zonas de Acapulco y más de los otros cinco municipios impactados por el huracán, permanecen en la oscuridad. Así que, lo que opinen los olvidados, aquellos que a kilómetros de distancia del puerto turístico asumen que la ayuda no les llega porque se queda en la bahía, están equivocados. El apoyo no les llega porque el Gobierno de México y el del Estado, ambos de corte morenista, no actuaron con prontitud, solidaridad y compromiso social a las horas siguientes de transcurrido el huracán.

El Gobierno de México ha destinado más tiempo en criticar a quienes los critican, y acusar un manejo político electoral que ellos mismos ejercen, que en establecer redes de abastecimiento de alimentos, enceres, materiales de construcción o de brigadas de limpieza y levantamiento de escombros.

Fue hasta el miércoles 1 de noviembre que el gobierno central dio a conocer su plan para reactivar la zona, ciertamente más concentrado en Acapulco que en el resto de los municipios. Entrega de despensas una vez por semana, periodos de gracia para el pago de impuestos o del servicio de energía eléctrica (realmente sería el colmo que les cobraran un servicio que no proveen), entrega de 8 mil pesos en materiales para reconstrucción de hogares, envío de elementos de la Guardia Nacional para proveer seguridad en un Estado que ya pasó por la rapiña, el saqueo y la inseguridad para asegurar comida, agua, ropa, productos de limpieza.

Destinará, además, más de 60 mil millones de pesos para la reconstrucción de la zona.

Pero de eso, a los olvidados poco les llega.

Luego de concluir el censo en una de las miles de casas derruidas en Coyuca de Benítez, al propietario del hogar los denominados Servidores de la Nación le hicieron levantar una puerta arrancada de cimiento por el huracán Otis, para poder pegar la calcomanía de casa censada. La puerta suelta es la posesión que ahora deben resguardar para dar fe que el gobierno los tomó en cuenta. Es de lo poco queda de la que fue una casa. No hay techo, algunas paredes también salieron volando junto con muebles y otros enseres domésticos.

En esa zona de Coyuca, la más céntrica, cercana a las instalaciones del Ayuntamiento de la ciudad, para pasar se deben sortear toda clase de obstáculos, principalmente agua anegada. Siguen inundados a diez días del huracán. No ha habido brigada que acuda a desazolvar las tuberías, a retirar los escombros, los árboles y las plantas caídas. Nada. Dicen los residentes que ya huele mal, que lo que sigue en medio del abandono es la enfermedad y la muerte.

Ni siquiera saben si debajo de todo ese escombro y agua hay cuerpos. Lo único es que se resguardan en segundos pisos, en zonas altas de la ciudad, o se mudan a otros municipios en espera que el agua acumulada sea extraída e inicie la limpieza que dé paso a la reconstrucción.

Pero en medio de tanta desgracia, Guerrero, como el resto de las entidades federativas, atraviesa por una adelantada jornada electoral en los partidos. Quienes en la alcaldía despachan, esperan politizar la tragedia a la vista de los ciudadanos. Para muestra existen videos en medios y redes sociales, se sienten abandonados del gobierno “de la Transformación” que se comprometió a sacar a ese Estado y otros en el Sureste del país, de la pobreza.

A un año de concluir el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, eso no sucedió. La fuerza del huracán Otis develó la no inversión en infraestructura en Guerrero, dejó a la vista la pobreza en que viven sus habitantes y lo vulnerables que son las redes de servicios federales como la energía eléctrica y estatales como el agua. También descubrió a un gobierno desorganizado, insensible y descoordinado, que no proveyó ni en las primeras horas posteriores al huracán, ni en los días siguientes, de ayuda humanitaria a una población damnificada, necesitada… y ahora olvidada.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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