Hay una gran escasez de comida en la selva y el león propone contar chistes: el que haga reír al resto de animales, se salvará y no lo matarán para comérselo.
Llega el conejo y cuenta un chiste buenísimo. Todos ríen, menos la tortuga; entonces matan al conejo.
Llega el oso, cuenta un chiste buenísimo y todos ríen…menos la tortuga; matan al oso.
Llega el caballo, cuenta un chiste malísimo y nadie ríe, entonces la tortuga se carcajea y exclama:
“¡El chiste del conejo es buenísimo, ja, ja, ja!”.
Autora: La tortuga.
Diagnóstico
Un paciente acude al médico:
— Doctor, me pasa una cosa muy rara. Cada vez que como, menos veo.
“¿Cómo que ve menos?”.
— Cada vez que como veo menos ¡en el plato!
Autor: Un dietista.
Tontos
— Toc, toc…
“No estoy”.
— ¡Menos mal que no he venido!
* * *
Un tonto que va por la calle y pregunta a un transeúnte:
— ¿Es usted tan amable de decirme dónde está la acera de enfrente?
“¿Pero está usted tonto? Es esa que tiene ahí enfrente”.
— Es que acabo de estar allí y me dijeron que es esta..
* * *
Adán y Dios conversan. El primero pregunta:
— Dios, ¿por qué hiciste a Eva tan agradable?
“Para que te sintieras a gusto con ella”.
— ¿Por qué hiciste a Eva tan sexy?
“Para que te enamoraras de ella”.
— Y, Dios, ¿por qué hiciste a Eva tan tonta?
“¡Para que se enamorara de ti!”.
Autor: Un vivo.
La hija del regio
Un regiomontano ha prometido a su hija un viaje en avioneta como regalo de cumpleaños, entonces negocia con el piloto:
— ¿Cuánto cobra por dar un paseo de una hora?
“3 mil pesos”.
— Uf, es mucha feria. ¿Y si sólo es media hora?
“Mil 500 pesos”.
— ¡¿Mil 500?! ¿No tiene algo más barato?
“Podemos hacer un trato. Si usted se sube a la avioneta y es capaz de estar completamente callado durante el vuelo, no le cobro un peso”.
Hecho el trato, suben el regio, la hija y el piloto, quien empieza a hacer malabarismos: rizos, caídas en picada, bocarriba, bocabajo… y el regio, mudo.
El piloto aterriza y el regiomontano le dice:
— Me tiene usted asombrado. ¡Vi que hizo cosas peligrosas con la avioneta y no pronunció ni una palabra!
“Si quiere que le diga la verdad, ¡estuve a punto de gritar cuando se cayó la niña!”.
Autor: Otro piloto.
El arte de los cuchillos
Un policía marca el alto a un hombre que circula en un auto. Le piden abrir la cajuela y dentro hay un montón de cuchillos, a lo que el detenido justifica:
“Es que soy lanzador de cuchillos”.
El policía responde:
“¿Ah, sí? Demuéstrelo”.
El tipo toma a su esposa -quien lo acompaña-, la coloca contra un árbol y empieza a lanzar los cuchillos.
En ese momento pasa otro conductor que presencia la escena y piensa para sí:
“Uf, ¡sí que se están poniendo difíciles con el alcoholímetro!”.
Autor: Cliente frecuente del alcoholímetro.
Devoto
El capitán de un barco que se hunde grita desesperadamente:
“¿Hay alguien a bordo que sepa rezar con devoción?”.
Se oye la voz de uno de los pasajeros:
“¡Yo!”.
Y el capitán dice:
“¡Perfecto, porque nos falta un chaleco salvavidas!
Autor: Un fiel.
Aprendiz de malandro
Un “siciliano” esquina con Mocorito va conduciendo y lo detiene la Policía. Le pide abrir la cajuela y se sorprende al ver una pistola. Al cuestionarlo por qué tiene el arma en su poder, el aprendiz de malandro contesta:
“Una calculadora”.
El agente replica:
“¿Qué no ve que es una pistola!”.
Cada vez más nervioso, el “siciliano” responde:
“Pues mi primo Brayan me dijo que servía para ajustar cuentas”.
Autor: El Byron.
Suerte de los enanos
Dos enanos deciden ir de vacaciones a Las Vegas.
En el bar del hotel conocen a dos hermosas mujeres y cada uno la lleva a su cuarto.
El primer enano queda decepcionado porque no logra una erección. Su depresión aumenta por el hecho que desde el cuarto contiguo escucha gritos de Uno, dos, tres… ¡upa! durante toda la noche.
Por la mañana, el segundo enano pregunta al primero
— ¿Cómo te fue?
“Muy penoso. Simplemente no pude, ya sabes”.
— ¿Tú crees que eso es penoso? ¡Yo ni siquiera pude subirme a la cama!
Autora: Novia de un enano.