En Ensenada existe una colonia de 30 adultos mayores en la Casa del Abuelo La Amistad de Maneadero, Asociación Civil; algunos postrados en camas, viven entre moscas y malos olores por las aguas negras del Arroyo San Carlos, ya que el sistema de la planta de tratamiento El Naranjo colapsó desde hace más de un año.
El problema de contaminación no es una novedad. Desde hace cinco años, según narraron residentes de ese sector de la ciudad, han enfrentado fetidez proveniente de un arroyo que arroja agua negra a una velocidad promedio de 12 a 15 kilómetros por hora.
Es la segunda ocasión que ocurre un siniestro de este tipo en Ensenada, luego que la planta de tratamiento El Gallo dejara de funcionar y las autoridades realizaran un cierre precautorio de las playas porteñas en julio de 2021.
La planta de tratamiento depende de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Ensenada (CESPE) y se encuentra en el ex Ejido Chapultepec, sobre la calle Westman que conecta con el Arroyo San Carlos en la delegación Maneadero y desemboca en el mar.
Se calcula que la cantidad de afectados por la contaminación del arroyo y el contacto con aguas negras provenientes de la planta de tratamiento, es de unas 120 mil personas que han enfrentado brotes de moscas, mosquitos, peste, enfermedades estomacales y dolores de cabeza.
Bajo estas condiciones ambientales denunciadas por agricultores desde hace cinco años, el gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda, asignó de manera directa un contrato para la reparación de la planta de tratamiento a la empresa Grupo Aranda Construcciones, con sede en Mexicali.
La justificación para evadir el proceso de licitación pública o invitación a por lo menos tres empresas fue que se trataba de una situación de emergencia y por eso Grupo Constructor Alana, fue el seleccionado.
Alonso Centeno Hernández, director general de la CESPE, estima que una vez reparada la planta de tratamiento El Naranjo, que tardará unos ocho meses, será necesario un año para que los cauces de los arroyos mejoren la calidad del agua.
Ante el Consejo Coordinador Empresarial de Ensenada (CCEE), presidido por Marco Antonio Estudillo Bernal, Centeno Hernández recordó que la inversión será de 167 millones de pesos para estas instalaciones que generan malos olores y descontento social.
Dichas zanjas tienen alrededor de 5.5 metros de alto, pero cerca de 2 metros están azolvadas.
Ante los cuestionamientos de la prensa en torno a la calidad del agua, Alonso Centeno se comprometió a compartir los resultados; para esto, una vez lista la rehabilitación, harán un comparativo de cómo inició, lo resuelto y el debido contraste obtenido en los análisis, aunado a que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) revisa estas instalaciones.
El director de la CESPE afirmó que ya comenzaron estas labores, cuyas fases llevarán hasta el último proceso: la desinfección.
Los planes de la paraestatal son realizar otra licitación para aumentar la capacidad de planta de 500 litros por segundo – límite en este momento- a 750 litros por segundo, aunque depende de la disponibilidad de agua que pueda entregar la empresa desalinizadora Aguas de Ensenada.
EL CASO DE LOS ADULTOS MAYORES DE SAN CARLOS
A 500 metros de la Casa del Abuelo La Amistad de Maneadero, AC se encuentra el cauce del arroyo San Carlos. Desde la entrada se distinguen los malos aromas y las moscas pegadas en la fachada de las habitaciones.
Los abuelos que llegan al albergue son trasladados por personal del Escuadrón Violeta que encabeza la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Baja California y del Hospital General a cargo de la Secretaría de Salud o el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Ninguna de estas instituciones aporta económicamente o en especie, recursos para la rehabilitación de los adultos en situación de vulnerabilidad.
ZETA consultó a DIF Estatal para saber cuáles son las aportaciones que han realizado a esta asociación civil que presta servicio al gobierno apoyando a adultos mayores.
“Hasta donde tenemos reporte, hemos apoyando a la casa con cobijas y despensas, que es hasta donde intervenimos en casas hogar de adultos mayores”, respondieron.
Angélica Vargas aclaró que a ella no la “obligan” a recibir abuelos, pero como asociación, la llaman y, si hay espacio, recibe a todos los necesitados porque es su labor.
Durante un recorrido por las instalaciones, los afectados describieron cómo en las madrugadas, de las tres de la mañana en adelante, es insoportable el aroma.
Algunos adultos mayores batallan para comer debido a la falta de movilidad, ya que es necesario espantar las moscas de la cara o del plato, platicó Marichuy, encargada de la cocina.
Aunque todos los días limpia la cocina y usa métodos caseros para eliminar la plaga, hay rastros de estos insectos por techo, muebles, dentro del refrigerador, paredes y ventanas.
En total, son tres empleados en labores de cocina, limpieza de baños, patios, recámaras, lavado de ropa y pisos, además del esposo de Vargas, quien es pastor, y ella.
“Hay abuelos postrados en cama y tienen problemas porque no se pueden mover, son las camas eléctricas, tampoco podemos usar ventiladores, porque aunque tenemos, no hay sistema de alumbrado público”, indicó la pastora.
Han subsistido porque hace varios años donaron a la casa algunos paneles solares, sin embargo, las pilas dejaron de funcionar y son muy costosas.
“Para mover camas de hospital es un problema, en las noches andamos con linternas para iluminar a los abuelos. Necesitamos que el gobierno nos ponga una portería”, agregó.
Los ingresos son escasos, algunos abuelos reciben el apoyo de 4 mil 800 pesos del programa Bienestar, además de 200 dólares que cada mes les entrega una organización cristiana de Estados Unidos; el resto es a través de donaciones.
No todos los internos reciben el apoyo económico del Gobierno Federal porque algunos llegaron sin documentos, otros no tienen un registro de identidad o llegaron con demencia senil. También hay casos en los que, al ser trasladados por el Escuadrón Violeta, perdieron la documentación.
Además de energía eléctrica, necesitan fumigación constante para evitar más enfermedades, ropa en buen estado, medicamentos, pañales, productos de higiene y alimentos saludables para personas de entre 60 y 100 años.
SIN ENERGÍA ELÉCTRICA
En la Comisión Federal de Electricidad (CFE) le informaron a Angélica Vargas que es “imposible” colocar un sistema de postes en el albergue, al no haber suficientes habitantes y porque la inversión “es grande”.
El adulto de mayor edad en el albergue tiene 83 años y hace unos meses murió Lupita, una mujer de 103 años, quien estaba sola y sin familia.
“Llegó por una persona que le ayudaba y ya no podía atenderla, estaba lúcida, caminaba y leía”, sostuvo Angélica, además de compartir que, en caso de fallecer los adultos, ninguno va a fosa común, todos son sepultados.
Los internos llegaron por diferentes situaciones, ya que fueron consumidores de drogas, por abuso de alcohol o problemas de salud.