Mario Galván Pantoja es derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y vivirá con dolor crónico por el resto de su vida a causa de un accidente; sin embargo, la institución se niega a darle el medicamento necesario para poder soportar su padecimiento.
En entrevista con ZETA, Mario recordó que en 2011 tuvo un accidente de trabajo, le dio un infarto mientras estaba arriba de una escalera, y al caer se partió la columna en tres partes, incluyendo cuello y espalda, además de otra lesión en la pierna.
Desde entonces ha pasado por diversos tratamientos, cirugías y medicamentos para el dolor en todos los espectros, comenzando con paracetamol, tramadol, ketorolaco y buprenorfina, esta última es derivado del opio, y la única que le ha funcionado para soportar el dolor crónico.
“El doctor fue muy claro conmigo. Me dijo que mi vida ahora iba a ser así, y está bien, yo lo entendí, me dijo que iba a tener días buenos y otros no tanto y que el dolor iba a ser constante. Me dieron de distintas pastillas para el dolor, pero ninguna me funcionaba, hasta que me dieron buprenorfina”, dijo a este Semanario.
Durante meses el tratamiento funcionó; a la par, Mario acudía a terapia en la Clínica del Dolor, ubicada en el Hospital Ángeles y subsidiada por el IMSS, donde el médico coincidía en que ese medicamento era el único que funcionaba contra el dolor crónico de Mario.
Un día, al ir a surtir su receta, se da cuenta que ya no está su médico tratante, el doctor Víctor Manuel Morales, y la nueva doctora a cargo le dice que es la última vez que le dará la buprenorfina, bajo el argumento de que este medicamento genera adicción; asimismo, lo manda a Psicología, pues aseguró que su dolor era mental.
Tanto el psicólogo del IMSS, como el nefrólogo, el médico internista y el de la clínica del dolor, coincidieron en que el dolor era real, pero le siguieron negando el medicamento, sólo por provocarle adicción.
“Ya intenté otros medicamentos, pero no funcionaron, incluso con drogas ilícitas, pero tampoco funcionó y no me gustó cómo me sentí, por eso volví a pedir mi receta; ya estaba otra vez mi doctor, Víctor Manuel Morales, y me dijo lo mismo, que no podían dármela porque era mi adicción, a pesar de todas las notas de los otros médicos, donde dice que mi dolor es real”, comentó.
Tras la negativa, Mario interpuso una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, quien inició una investigación. En respuesta, el IMSS emitió el oficio 17/029001051100/CTAQIP/766, con fecha del 15 de mayo de 2023, en el que deslinda de cualquier omisión, negligencia o responsabilidad laboral de los médicos tratantes de la Clínica 1 del IMSS, por lo que el expediente fue archivado.
El equipo de abogados de Mario presentó una demanda de amparo, por lo que les fue concedida la suspensión, es decir, una orden judicial en la que se le exige al Instituto que brinde el medicamento, en lo que se resuelve el amparo, para evitar que se siga violando el derecho a la salud.