Al amor que llevo dentro
le escribo estos tristes versos,
porque han quedado dispersos
nuestro par de corazones
-mientras la luna se esconde-
y a pesar que nos amamos
y amor eterno juramos,
se han roto las ilusiones.
En un barco muy pequeño
se ha marchado el alma mía,
cuando sentí que perdía
la boca que tanto amé,
y mi cuerpo va sin rumbo
aferrándose a la vida,
como aguas en la caída
sin la luz de tu quinqué.
Esta cruel oscuridad
ha borrado las estrellas
-a pesar que son tan bellas-
y en mis ojos ya no hay luz
con el brillo de otrora
desde que lejos te fuiste
mientras la espada blandiste,
clavándola en esta cruz.
Lourdes P. Cabral.
San Diego, California.