Jalisciense de Zapopan, el padre Ricardo Suárez fue ordenado en su comunidad parroquial de San Pedro Apóstol por el señor obispo Adolfo Hernández Hurtado, auxiliar del inolvidable Cardenal José Salazar López.
Acá en San Luis Río Colorado, Sonora, lo recuerda muy bien Juanito, el del puesto de periódicos del centro, caminando de la Inmaculada Concepción o desde Cristo Rey parroquias, donde sirvió; semanalmente llegaba por su dotación de revistas y periódicos nacionales y regionales. Entre cuatro estados fronterizos dejó más de la mitad de su vida sacerdotal: California, Arizona, Baja California y Sonora, divididos por el Río Colorado.
Libro que leía, libro que regalaba. Esos ya los leí, llévatelos con toda libertad. Nomás no los de Alfredo R. Plasencia, y otros poemas con los que deleitaba las comidas y cenas de feligreses, cumpleaños, formación de sacerdotes, retiros parroquiales y sus amigos los cursillistas de Mexicali y San Luis.
Fue formado en Guadalajara en los tiempos del Cardenal Salazar, don Juan Sandoval, Xavier Gómez Robledo, el padre Campitos (Felipe Campos), Trinidad Hernández, Adalberto González, Don José Ruiz Medrano, Jesús Parada Tovar, Felipe Cobián, Román Ramírez, Javier Vera; algunos de sus compañeros actualmente son Obispos.
Para Mexicali, Iglesia que florece en el desierto, el bibliófilo sacerdote llegó como una bendición, y pronto se advirtió de su virtud por la lectura y por su amor a las pláticas y el compartir lo que conocía desde lector adolescente.
El padre Ricardo Suárez era parte fundamental de las asambleas diocesanas de Pastoral y en los retiros se aventaba sus rollos. De modo que lo feligreses de las comunidades de Islas Agrarias (valle de Mexicali), de Inmaculada Concepción y Cristo Rey en San Luis Río Colorado, se admiraban de sus predicaciones diarias y en especial los domingos. Está pesado el padre Ricardo, dice un amigo que fue director nacional de Cursillos de Cristiandad.
Tan ameno al conversar, que por teléfono se descargaba la batería del inalámbrico o el celular. San Francisco de Sales, Joseph Ratzinger, Paulo Coelho, Francisco Martín Moreno, Santo Tomás, San Agustín… qué no leía el padre Ricardo; pero sobretodo, lo compartía con la comunidad, amigos u oyentes.
Gracias a la Arquidiócesis de Guadalajara por el padre Ricardo Suárez, y tantos otros sacerdotes, religiosos y laicos, que como el polen esparcido por las abejas o los murciélagos, traen la semilla del evangelio y la cultura católica a sembrarla en el desierto. Por cierto, es sabido que los murciélagos del Gran Desierto de Altar y el Pinacate, vuelan hasta Tequila, Magdalena y Jalisco para polinizar las plantas tequileras.
Gracias al padre Ricardo Suárez por su apostolado intelectual. La Diócesis de Mexicali, a través del padre Eduardo Valdez Lucero, lo acompañó como párroco, sacerdote y amigo, hasta Zapopan, donde fue sepultado el 13 de septiembre, fiesta del Boca de Oro, San Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla y predicador memorable.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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