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martes, octubre 1, 2024
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Maestro de la 4T

En una primaria estaban entrevistando prospectos para enseñar a los niños de primer año. La cosa fue más o menos así:

¿Cuál es la última letra del abecedario?
Se escucharon diferentes respuestas:

– “¡La O!”.
– “¿Será la Z?.

– “No, porque entonces sería abecedarioz”.

Entonces les informan:

“Bien hecho. Ya tenemos maestro de primer grado”.

Autor: Saberes.

Motivo del retraso

Dos chicos entran tarde al salón de clases y la maestra dice a uno de ellos:

– ¿Por qué llegaste tarde?

“Es que estaba soñando que viajaba por todas partes, conocí tantos países y me desperté un poco tarde”.
– ¿Y tú?
“¡Yo fui al aeropuerto a recibirlo!”.

Autor: Anónimo de aspirante a empleado del AIFA.

Profe de ciencias

Llega un nuevo profesor a la universidad, trajeado y vistoso, a impartir un curso de Física Fundamental. Desde el frente del salón tipo auditorio, plantea a sus alumnos el siguiente problema:
“Teniendo en cuenta el volumen que ocupan ustedes (yo no, que para eso soy catedrático), la velocidad del rayo lumínico solar, la aberración del polvo desplazado por la tiza y las vibraciones emitidas por mis cuerdas vocales, calculen la edad que tengo”.
Todos los alumnos tiemblan ante el problema, excepto uno que levanta la mano y de inmediato responde “44”.

Sorprendido, el catedrático pregunta:
– ¿Y usted cómo lo sabe?
“Muy fácil. Tengo un hermano que tiene 22 y es medio idiota”.

Autor: Mejor así lo dejamos.

Redacción de alumno millonario

La profesora manda a hacer una redacción que lleva por título “Qué harías si fueses millonario”. Todos los niños se ponen a escribir, salvo Pedrito, quien permanece sentado, con la página en blanco. La profesora le lanza una mirada furiosa:
– Pedrito, ¿por qué no has hecho nada?
“¡Porque eso es exactamente lo que haría si fuese millonario!”. 

Autor: Futuro alcalde o alcaldesa… o gobernador o gobernadora… o…

Desafío

Dos funcionarios públicos -de partido indistinto- se encuentran en un camino. Uno llevaba una bolsa al hombro.

Uno de ellos pregunta al otro:

– ¿Qué tienes en la bolsa?

“Pollos”.

– Si acierto cuántos llevas, ¿puedo quedarme con uno?
“Si aciertas, puedes quedarte con los dos”.
– Bueno, pues ¡son cinco!

Autor: Alguien de un movimiento…

Borrachos a bordo

Tres borrachos salen de un bar. El primero llama un taxi, y, al ver que están muy borrachos, el taxista apaga el auto.
Uno de los borrachos exclama “¡Ya llegamos!”, entonces otro paga y da las gracias al conductor. Otro más le da una bofetada al taxista, quien parece sorprendido de que el tercer borracho se dio cuenta de que nunca se fueron.

Entonces el borracho le grita:

“Maneje más despacio la próxima vez, ¡casi me mata!”.

Autor: Un Uber sobrio.

El problema del idioma

Un hombre visita a su amigo y vecino japonés, quien había sido víctima de un grave accidente automovilístico y estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Al llegar encontró al nipón con un tubo por aquí, un tubo por allá… cables por todas partes.

El amigo se quedó allí parado, en silencio, al lado de la cama del de ojitos rasgados, quien se hallaba sereno y reposando con todas aquellas mangueras conectadas
a su frágil cuerpo. De repente, en un momento dado, el japonés despierta y con los ojos casi fuera de órbita exclama:

“¡SAKARO AOTA NAKAMY ANYOBA, SUSHI MASHUTA!”.
Dicho esto, el japonesito suspiró y pasó a mejor vida.
Las últimas palabras de su amigo muerto quedaron grabadas en la mente de nuestro protagonista. En el funeral del japonés, el individuo en cuestión se
aproximó a la madre y a la viuda, y abrazándolas les dijo:

“Señora Fumiko y señora Shakita, nuestro querido Fuyiro, segundos antes de su fallecimiento, me dijo estas palabras que no consigo olvidar: ¡SAKARO AOTA NAKAMY ANYOBA, SUSHI MASHUTA! y no sé qué quieren decir”.
La madre de Fuyiro se desmayó casi al instante, y la viuda miró asustada al vecino, quien insiste:

“¿Qué quieren decir esas palabras, señora Shakita?”.
La viuda lo miró con rabia y respondió:

“¡NO PISES LA MANGUERA DEL OXÍGENO, ANIMAL!”.

Autor: Maestro de idiomas.

El hijo

Una vecina a otra:

– ¡Guau! ¡Es increíble el parecido que tiene tu hijo con su padre!

“Lo sé, pero baja la voz, ¡¿no ves mi marido está en casa?!”.

Autor: El vecino.

Fuga

– ¿Ya te enteraste de la desgracia de Juan?
“No, ¿qué le pasó?”.
– ¡Se fugó con mi esposa!

Autor: Otro amigo de Juan.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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