El señor que fue mi padre
nació y se marchó en abril;
nunca podré olvidarlo
porque por él yo nací.
Inculcó en mí la lectura
y el deseo de estudiar;
siempre con una sonrisa
le encantaba conversar.
Era muy inteligente
y avanzado para el tiempo;
trabajador como pocos,
así quedó en mi recuerdo.
Despertaba antes que el sol
y hallaba siempre que hacer.
“Madrugar es saludable”
aseguraba con fe.
Orgulloso de sus hijos,
enviaba su bendición
y hasta el último momento
de nosotros se acordó.
Hoy me hace falta mi padre
mas a mi lado no está;
lo llevo siempre en mi mente,
al igual que a mi mamá.
Abril y la primavera
opacan el cielo azul,
porque se marchó mi padre
cuando se apagó la luz.
Y de nada me arrepiento,
pero extraño hablar con él
como cuando era pequeña
y me sentaba a sus pies.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California.