Uno de los periodistas mexicanos que ha incursionado exitosamente en la narrativa de ficción es Diego Petersen Farah. Primero entregó las novelas negras “Los que habitan el abismo” (Planeta, 2014), “Casquillos negros” (Tusquets, 2017) y “Malasangre” (Planeta, 2019); y ahora propone su cuarta obra de largo aliento titulada “El Chacal”, publicada en 2022 por Editorial Planeta Mexicana.
Diego Petersen Farah (Guadalajara, Jalisco, 1964) ha sido columnista y directivo de los periódicos Siglo 21, Público y Milenio en “La Perla Tapatía”.
Editor de El Informador, en “El Chacal” Petersen Farah narra el ascenso y caída del periodista conocido como “El Chacal”, desde sus inicios reporteriles en Puebla hasta ser la estrella de un conocido noticiero matutino en La Televisora, a nivel nacional.
Con las respectivas dosis de ironía y una prosa bastante fluida, el narrador recrea la relación entre el periodismo y el poder de los últimos sexenios en México con personajes reales, como los presidentes del país para evidenciar la época, así como periodistas y empresas de comunicación, arquetipos cercanos al poder televisivo, empresarial y presidencial. Pero mientras el periodista se cree poderoso, el sistema político y empresarial podría tener otros planes.
“Ésta es una novela que trata de narrar la relación perversa que hay entre los medios y el poder, narrado desde un personaje en su ascenso y caída en los medios de comunicación en primera persona, pero lo está narrando alguien que uno no sabe nunca si te está platicando a ti como lector, está platicando al psicólogo, o a alguien que se encontró en un parque ahí sentado echándose una chela en la banqueta; es decir, él simplemente está narrando esta historia con esta idea de que sea una novela muy vertiginosa”, expresó a ZETA Diego Petersen Farah.
En torno a los paralelismos que el lector podría hacer con la vida real de la política y medios de comunicación, el autor advirtió en la entrevista con este Semanario: “Evidentemente hay personajes que mantienen su nombre, básicamente los que aparecen con nombre propio son los presidentes de la República y dos o tres más cuya única función es mantener la temporalidad, que te deje clara la temporalidad de la novela, en qué momento estás. Entonces vas viendo cómo vas cambiando de un sexenio a otro por el nombre del presidente; y luego está esto que yo digo que son arquetipos, es decir, se habla de La Televisora y El Chacal, que no menciona su nombre jamás a lo largo de la novela, no es sino un arquetipo de periodista”.
Con un tono humorístico, en “El Chacal” Petersen propone una crítica al lado oscuro del periodismo:
“El Chacal es un periodista que puede ser un retrato generacional, pero por supuesto es el retrato del lado oscuro del periodismo, es decir, también hay a lo largo de estos años mucho y muy buen periodismo y muy brillante, y periodistas que no son tan corruptos o que no fueron tan corruptos como El Chacal. El Chacal representa justamente esta parte de corrupción, porque lo que me interesaba es retratar esta relación corrupta entre los medios y el poder, y cómo los periodistas que son tan denostados en realidad, quien tiene el poder son los medios, el poder nunca está en el periodista. El gran problema de El Chacal o su disyuntiva, es que él cree que es poderoso y poco a poco se irá dando cuenta que el poder está en otro lado, y que él no es parte sino de un engranaje”.
Finalmente, se le cuestionó al Petersen Farah qué le ha dado el periodismo a su obra de ficción: “Creo que finalmente es el mismo oficio, el de escribir. Nuestra gran función -más allá de si opinamos, que hagamos una columna aquí o allá- es cómo somos capaces de narrar el presente que estamos viviendo. La literatura no es sino una forma distinta de narrar, es decir, para mí el brinco (del periodismo a la literatura) fue cuando dije: ‘Aquí hay cosas que yo quiero narrar y que ya los cánones del periodismo no me permiten’. Entonces decidí intentarlo en la literatura como una forma de hacer un retrato distinto de la realidad”.