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martes, octubre 1, 2024
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Y la rabia sigue ahí…

Ahora que un jurado de Estados Unidos confirmó que las acusaciones realizadas por la fiscalía de aquel país contra Genaro García Luna – secretario de Seguridad Pública federal en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa- eran ciertas y por lo tanto fue declarado culpable de cuatro cargos de narcotráfico, se ha juzgado al ex funcionario como narcotraficante, y un funcionario que “traicionó” a su país apoyando a los cárteles para el tráfico de drogas y el crecimiento de su estructura criminal.

García Luna, cuyas acusaciones se encuadran en dos sexenios, los de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, es señalado de ayudar por lo menos a dos cárteles, el de Sinaloa comandado por Ismael “El Mayo” Zambada García y Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera; y el de los Beltrán Leyva, que entonces dirigía criminalmente Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”.

Con la “ayuda” del ex secretario de Seguridad, se supone, ambos cárteles tuvieron un crecimiento exponencial.

Aun cuando Genaro García Luna fue detenido desde diciembre de 2019 (cuando por cierto no era perseguido ni investigado por el Gobierno de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador), durante los últimos tres años, el crecimiento de los cárteles en este país no ha dejado de ser exponencial. De hecho, las mafias mexicanas han escalado y ya son consideradas como los principales puntos de origen de la distribución de fentanilo en Estados Unidos, ocasionando que congresistas, gobernadores e incluso el Presidente Joe Biden, se refieran al problema de la inseguridad en México.

Bueno, considerando que ya está en prisión el funcionario narcotraficante que apoyó a los cárteles, en México no se puede decir que “muerto el perro se acabó la rabia”. La rabia sigue ahí. Los cárteles mexicanos que en las administraciones de Calderón primero y de Enrique Peña Nieto después, tuvieron ese crecimiento, no se han contenido en el actual gobierno de López Obrador. Siguen ahí, gozando de impunidad, corrompiendo autoridades y creciendo territorios criminales.

En los últimos tres años, el Cártel de Sinaloa, cuyo líder criminal “El Mayo” Zambada no ha logrado ser detenido por este gobierno o cualquiera de los anteriores, goza de cabal impunidad, la cual fue confirmada en octubre de 2019, precisamente cuando el Presidente de la República dio la orden de liberar, luego de una prístina aprehensión, a Ovidio Guzmán Loera, decisión de AMLO que empoderaría a los narcotraficantes hijos de “El Chapo”, quienes en estos tres años (después de la liberación y antes de la segunda y sí efectiva detención del apodado “Ratón”), se convirtieron en los “reyes del fentanilo”, hecho por el que Estados Unidos ofrece una recompensa de 5 millones de dólares a quien aporte información que lleve a la captura de cada uno de los tres hijos de Guzmán Loera, incluido el detenido en México a la espera de extradición.

Es decir, después de García Luna, el Cártel de Sinaloa siguió creciendo hasta convertirse en la organización criminal que es hoy, y que está en la mira por lo menos de la justicia norteamericana,  porque en la Fiscalía General o en la Presidencia de la República, nada se dice de estas actividades criminales y de los esfuerzos por contenerlos.

Pero el de Sinaloa no es el único cártel que ha crecido en los últimos tres años. Si la organización mafiosa de Zambada García tiene presencia en 19 de los 32 estados de la República Mexicana, la mafia del Cártel Jalisco Nueva Generación, comandada por el también impune Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho” está imparable, con presencia en 26 estados del país.

De hecho, la insana competencia entre estas dos estructuras criminales, es el origen de la violencia en México. Los más de 140 mil ejecutados que se contabilizan en los cuatro años de gobierno de López Obrador, son en su inmensa mayoría, muertes violentas producto de la guerra entre cárteles, sean las “grandes” estructuras criminales o los cartelitos que también han nacido en ciudades y estados, entre la división de cárteles y el clima de impunidad y corrupción que impera en los gobiernos.

Ciertamente García Luna tuvo su crecimiento criminal dentro del sistema político mexicano de la mano del Partido Acción Nacional, pero un sistema de gobierno que no ha cambiado y en iguales condiciones hoy encabezan el Presidente y su partido Morena. La corrupción, como la rabia, sigue ahí.

El ex secretario de Seguridad federal no es el único corrupto en el sistema de prevención de la justicia. En el mismo juicio, los narcos que recibieron toda credibilidad y confianza en las acusaciones que vertieron contra el hoy culpable, también señalaron la participación del Ejército Mexicano en labores de protección criminal, así como de otras corporaciones policíacas. Pero ni el Ejército, ni otras corporaciones policíacas, están siendo investigadas por las delaciones, al menos no en territorio mexicano.

Aquí mismo en ZETA, dimos cuenta de la participación de por lo menos dos marinos de la Armada de México, al servicio del Cártel de Sinaloa en Baja California Sur, los cuales se enfrentaron a la autoridad local (uno cayó muerto) en un intento por liberar a su “jefe”, un narcotraficante detenido en aquella entidad.

¿Cuántos García Luna hay en el sistema mexicano? ¿Cuántos funcionarios están utilizando su cargo para servir a los cárteles en el Gobierno Federal, los de los estados y las Fuerzas Armadas? No lo sabemos, porque como a Genaro García Luna en su momento, nadie los está investigando… por el momento. Igual habremos de esperar otros tres, seis o doce años, para conocer a los corruptos de hoy, porque ciertamente, muerto el perro no se acaba la rabia en México. Y ahí está el caso del ex secretario de Seguridad para probarlo.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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