No sé cómo ha sido la carrera de la magistrado Yasmín Esquivel después de haber logrado la licenciatura. Asumo que ha de ser intachable. Logró postgrados, llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y es por ello que se buscó, se indagó, se escudriñó, y nada se encontró. Hasta que se llegó a su etapa formativa. Y en la tesis de licenciatura se encontró cola que pisar. Y se pisó. Si hay cola que pisar, se pisará. Y así fue.
De que hay una campaña en contra de ella, la hay. Y parece que quienes la señalan tienen razón, y van a lograr afectar su carrera.
Las pruebas son irrefutables: ¡Hay plagio total! Y todo parece indicar que ella es quien plagió. Todo apunta a que la primera tesis es la original. Hasta por lógica y sentido común. 14 meses es mucho tiempo de diferencia. Pocos creerán que la almacenó durante todo ese tiempo.
Yo sí creo en esa posibilidad. Me explico: En las citas de mi propio trabajo de titulación cito a una tesis inédita. Mi asesor, al ver que yo estaba citando una tesis aún no defendida, me recomendó llamarle Examen Escrito Aprobado. El autor de ese examen escrito aprobado fue compañero mío durante la carrera, y también laboramos en la misma empresa. Su examen escrito fue aprobado en 1995. Yo me titulé en 1998. Mientras que él defendió su tesis hasta el 2000.
Puede que no tenga lógica, pero en el caso de él (el autor a quien cité), consiguió un puesto justo en el tema de su tesis. Un trabajo retante y muy bien remunerado. Decidió dejar la titulación para después. Cinco años pasaron, ¡cinco! Durante ese tiempo yo tuve acceso a su documento, sin conocimiento de él. Después le pedí su aprobación porque yo iba a utilizar parte de su trabajo, el cual aún no se defendía. Me la concedió.
No es del todo descabellado que el trabajo de la magistrado, en aquellos años, haya caído en manos de la primer persona que lo publicó.
Atentamente,
Sergio J. Castro Becerra
Correo: scastro@cetys.edu.mx