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miércoles, abril 10, 2024
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Incrementa 360% depresión y ansiedad en menores por pandemia

El aislamiento también afectó la salud la mental, especialmente en menores de edad, sector que registró suicidios o intentos; entre 2021 y 2022, doce menores se han quitado la vida

El regreso a clases presenciales ha dejado en evidencia una nueva epidemia, ahora de enfermedades mentales: ansiedad y depresión. Esta última ha culminado en intentos de suicidio o se han consumado ante la falta de conocimiento para entender estos padecimientos a tiempo.


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De acuerdo con cifras del Instituto de Psiquiatría de Baja California (IPBC), de las 9 mil urgencias atendidas entre 2020 y 2021, el 30 por ciento corresponde a menores de edad, quienes han presentado cada vez más frecuentes casos de depresión.

“Antes de la pandemia, atendíamos en el servicio de Urgencias alrededor de 2 mil 500 casos -al año-, durante y después de la pandemia se llegó hasta triplicar la cifra, llegamos a atender a 9 mil pacientes en el mismo servicio”, mencionó Víctor Salvador Rico Hernández, director del IPBC.

Es decir, que de 2019 a 2020, las consultas incrementaron un 360% en general, mientras que, en el caso de los menores, que representan el 30% del total, en 2019 eran 750 las urgencias y en 2020 se triplicaron a 2 mil 750.


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“El 30% de los pacientes era menores de edad y el padecimiento más frecuente fue la depresión y los trastornos de ansiedad” detalló el especialista.

 

APENAS 9 AÑOS

El director del IPBC relató a ZETA que el caso más reciente de suicidio en un menor, es el de un niño de 9 años en Mexicali a finales de 2021; era hijo de un hombre que también se había suicidado. Presentó problemas crónicos y emocionales “y se suicida ahorcándose”, recordó.

“Hemos tenido pacientes desde los 10 años, niños que tienen depresión, niños que tienen 7 años y ya tienen depresión. Hemos tenido una prevalencia que se empieza a dar desde los 6, 7, 8 años; hemos tenido casos en los cuales ya son suicidios consumados, y cuando hacemos la investigación y encuestas a los familiares, encontramos el antecedente de que un familiar ya tuvo un intento suicida”, explicó Rico Hernández.

De cada 20 mexicanos que pueden sufrir o llegar a sufrir una enfermedad mental, sólo uno va a buscar ayuda, por lo que, si se triplicó el número de atenciones, significa que hay muchos más que no han querido o buscado atención.

Foto: Jorge Dueñes

Información de la Fiscalía General del Estado (FGE) indica que entre 2021 y 2022, 12 menores de edad han consumado el suicidio: dos niños de 8 años, uno de 13, uno de 16 y dos de 17; mientras que las edades de las niñas han sido una de 12, una de 13, una de 15, dos de 16 y una más de 17.

 

MÁS DEPRESIÓN EN PACIENTES COVID

A través de diferentes estudios, han detectado que pacientes que tuvieron COVID-19 o que perdieron familiares por esa causa, desarrollaron enfermedades mentales con mayor frecuencia.

“Aquí en el Instituto vimos que pacientes que no habían tenido una atención y que llegan, y así lo refieren: ‘Después de que presenté COVID-19, comencé con síntomas de depresión’, que van desde los síntomas físicos y mentales, -entre ellos- la pérdida de interés por las cosas, desesperanza, baja autoestima”, dijo el entrevistado.

“Una urgencia siquiátrica es que ponga en peligro la vida o la vida de otras personas, por ejemplo, una urgencia pediátrica en la depresión, sería el riesgo de suicidio, un síntoma sería el cambio de pensamiento a minusvalía y, si ya se tiene una planeación o intento suicida, se convierte en urgencia”, detalló.

Tijuana encabeza la lista de municipios de Baja California con mayor cantidad de pacientes con enfermedades mentales, seguido de Mexicali, Ensenada, Tecate y Rosarito.

 

TAMBIÉN AUMENTAN CONSULTAS EN HSMT

Graciela Jiménez Trejo, médico siquiatra del Hospital de Salud Mental de Tijuana (HSMT), señaló que en la institución han incrementado los casos, sobre todo de 2019 a 2021.

De acuerdo con sus estadísticas, antes de la pandemia, en 2019 dieron atención a 895 pacientes, de los cuales 449 fueron por depresión y 446 por ansiedad; mientras que en 2021 la cifra subió a mil 489, 60% más, con 55 casos de depresión y 934 de ansiedad.

Explicó que alrededor del mundo se han estado haciendo estudios sobre pacientes COVID que estuvieron internados y/o intubados, a los tres, seis y nueve meses después de ser dados de alta; post pandemia, ha habido un incremento en depresión y ansiedad, así como trastornos del sueño en general.

Por otro lado, precisó que en 2022 se ha mantenido el mismo nivel de consulta por estas enfermedades que durante los años pandémicos, aunque a la fecha van 302 por depresión y 482 por ansiedad, es decir, que este último trastorno ya fue rebasado por 36 casos y apenas trascurrieron siete meses del año.

Jiménez Trejo detalló que entre los síntomas de depresión detectables, en primera instancia por los padres de familia, destacan el cambio de comportamiento, tristeza, problemas alimenticios, para conciliar el sueño y más cansancio o aletargamiento, en el caso de menores que padecieron COVID-19.

“Comentan que se sienten con problemas de alerta, cansados, como que no están aprendiendo lo que pudieron haber aprendido antes, pero también hay algunos que pueden manifestar ideas de muerte… o también pueden presentar una situación donde se lastimen y quieran hacerse daño” sin llegar al suicidio, dijo.

 

SAMUEL

Desde los 8 años, Samuel empezó con síntomas de ansiedad al sufrir  un espasmo bronquial por bronquitis; de ahí comenzó a sentir que le daban ataques de asma.

Le atendían con inhalaciones, hasta que en una ocasión terminaron en Urgencias de la Clínica 20 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde le practicaron estudios, pero al no encontrarle nada físico, fueron redirigidos a Siquiatría.

“Comenzó a sentir miedo y a cortarse las piernas y los brazos, un día él me dijo si podía llevarlo a terapia porque se sentía con miedo y como que el techo se venía encima otra vez”, relató su madre.

Foto: Jorge Dueñes

El sicólogo comenzó a visitarlo directamente a su casa, y después de varias sesiones, dio como solución la convivencia con otras personas, por lo que surgió la idea de tener una mascota, pues aún no era recomendable la socialización.

“Me sentí mal, recuerdo que lloraba mucho a solas porque tuve que asimilar el hecho que siempre conviviríamos con eso y hablé con él. Recuerdo que le dije que siempre lo iba a amar justo como era y que tenía que entender que no tenía que cumplir el estándar de los demás, que sólo tenía que tratar de ser feliz y que nunca en la vida dudara en contarme las cosas, porque siempre iba a estar para él”, confesó Stephanie.

Samuel también tuvo problemas en la escuela por su bajo desempeño y ansiedad, por lo que se optó por perder el ciclo escolar y repetir el tercer año de secundaria.

“Las clases en línea fueron complicadas, su forma de pensar molestaba mucho a los maestros, aparte no lograba aplicarse en las clases, se conectaba, pero no participaba; entregaba tareas incompletas y aparte de eso decía que se le hacía tonto estar conectada en una computadora viendo presentaciones mal hechas”, continuó la madre de familia.

Aunque ya fue dado de alta de Siquiatría, Samuel está bajo observación, pues, aunque ya no se autolesiona, cuando está con personas de su edad se cohíbe, situación que antes no pasaba.

 

MAESTROS DETECTAN CASOS

Docentes de escuelas públicas comentaron a ZETA que desde que inició el ciclo escolar han detectado más casos de niños con enfermedades mentales, y mientras algunos padres de familia notifican la condición médica, otros no, y los niños colapsan en plena clase.

“Se ha notado más, hay niños que han dejado de ir por lo mismo, o niños que van, se presentan y los papás mencionan su situación, cosas que antes de la pandemia no pasaban.  Hay un niño de tercero que antes de la pandemia, yo lo tenía en primero y acudía bien a sus clases, cumplía con sus tareas, muy obediente, y ahorita que ya está en tercero, es un niño totalmente disperso”, comentó Carmen, maestra de secundaria pública en la Zona Este de Tijuana.

La personalidad del niño cambió, no pone atención, es irresponsable con sus deberes e inconsistente en sus asistencias, por lo que la madre ha comprobado que está en depresión, ya que varios de sus familiares fallecieron por COVID-19.

La misma maestra señaló que se ha vuelto tan frecuente esta situación, que al menos un estudiante de cada grupo presenta un cuadro similar, sin embargo, como docentes, no han sido capacitados para aprender a manejar estas situaciones, por lo que sólo notifican a Dirección.

Janeth, maestra de secundaria y preparatoria en un colegio público y privado, respectivamente, relató que diariamente ven ese tipo de escenarios con los alumnos, “en ocasiones los papás notifican que su hijo se encuentra en terapia o diagnosticado recientemente, otras veces, durante las clases tienen estos episodios, sin saber qué es lo que tienen”.

Mientras en el sector privado, los estudiantes son canalizados al Departamento de Sicología, en las públicas es menos común que ocurra.

Dentro de las crisis que han presenciado ambas maestras, los menores se sienten mareados, agobiados, con palpitaciones y algunos han estado a punto de desmayarse.

 

ANÁLISIS INCOMPLETO

En 2019, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) exhortó a la Secretaría de Salud, Educación, Bienestar Social, y a la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado -ahora Fiscalía- con el fin de ver al suicidio como un tema de salud pública.

La CEDH, junto con la Sociedad Mexicana de Criminología, participó en la realización de un Diagnóstico del Suicidio en el Estado, el cual se tuvo que suspender en 2020 con la llegada de la COVID-19.

Miguel Mora Marrufo, titular de la CEDH, aseveró que uno de los temas en los que se están concentrando, es en la salud mental como objeto de derechos humanos.

“A la Comisión le interesa el suicidio como un segmento de la totalidad de salud mental en el Estado, y que siendo ésta su manifestación más extrema, nos debe permitir reflexionar sobre nuestros derechos y las tareas de la política pública respecto a este fenómeno”, refirió. Sin embargo, no se ha concluido.

Autor(a)

Ángela Torres Lozano
Ángela Torres Lozano
Soy licenciada en Comunicación por UABC, periodista desde 2008, reportera en ZETA de temas generales y especializada en periodismo de ciencia y salud, también soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia desde 2017.
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