Dos tipos están presos y planean fugarse. El más inteligente le dice al otro:
— Lo haremos así: si la pared es muy alta, hacemos un hoyo, pero si es baja la saltamos. ¿Entendido?
“Sí, voy primero, ¿de acuerdo?”.
Pasan cinco horas, el tipo regresa y le informa al inteligente que no hay forma de escapar.
— ¿Por qué?
“Pues, porque busqué ¡pero no hay ninguna pared!”.
Autor: Anónimo de El Hongo.
El engaño
Llega Antonio y, emocionado, cuenta a su amigo:
— ¿Qué crees? Engañé al chofer del autobús.
“¿Cómo ha sido eso?”.
— ¡Le pagué y no me subí!
Autor: El amigo.
Adivinanza
Dos inditos se encuentran en un camino, uno lleva una bolsa al hombro y el otro pregunta:
— ¿Qué tienes en la bolsa?
“Pollos”.
— Si adivino cuántos llevas, ¿me puedo quedar con uno?
“Si adivinas, te puedes quedar con los dos”.
— Bueno. ¡Llevas cinco!
Autor: Un güero.
Falla mecánica
Un gallego ve a un amigo salir de una tienda y, muy enojado, le pregunta:
— ¿Qué te pasa, Pedro?
“Pues no me vas a creer, ¡se fue la luz y me he quedado encerrado en el ascensor durante una hora!”.
— Eso no es nada. ¡El otro día estuve como tres horas atrapado en una escalera eléctrica!
Autor: Venancio.
Espejito, espejito
Un gallego encuentra un espejito en la calle, se queda observándolo y lógicamente, ve su reflejo. Pero dice:
“Este tipo yo lo he visto en algún lado, pero no recuerdo dónde”.
Guarda el espejo en su bolsillo y sigue para su casa.
Al entrar a bañarse, su mujer recoge la ropa para lavarla y encuentra el espejito en el pantalón.
Se queda mirándolo y dice:
“¡Mira qué descarado, la foto que tenía escondida! Sabía que me estaba engañando y no me duele tanto, ¡sino la cara de zorra que tiene la desgraciada!
Autor: El verdadero dueño del espejo.
Carta de una madre gallega
Querido hijo:
Te escribo estas líneas para que sepas que estoy viva, te escribo despacio porque sé que no puedes leer aprisa.
Si recibes esta carta es porque te llegó, si no, avísame y te la mando de nuevo.
Tu padre leyó que la mayoría de los accidentes ocurren a un kilómetro de la casa, así que nos hemos mudado a una más lejos, no la vas a conocer.
El clima no malo, la semana pasada sólo llovió dos veces, la primera vez por tres días y la segunda por cuatro días.
Respecto a la chaqueta que querías, tu tío Pancho dijo que si la mandábamos con los botones puestos pesaría demasiado y el envío sería más caro, así que le quitamos los botones y los pusimos en un bolsillo.
Al fin enterramos a tu abuelo, encontramos su cadáver el día de la mudanza. Estaba en el armario desde el día que nos ganó jugando al escondite.
Te cuento que el otro día hubo una explosión de la cocina de gas y tu padre y yo salimos disparados por el aire, cayendo afuera de la casa. ¡Qué emoción!, era la primera vez que tu padre y yo salíamos juntos en muchos años. El médico vino a la casa y me puso un tubito en la boca, me dijo que no la abriera en 10 minutos. Tu padre ofreció comprarle el tubito.
Tu primo Paco se casó y le reza todas las noches a la esposa, porque es virgen.
A quien nunca hemos visto más por acá es al tío Venancio, el que murió el año pasado.
Tu hermano Juancho dejó el coche cerrado con las llaves adentro, tuvo que ir hasta la casa por el duplicado para poder sacarnos a todos del auto.
Bueno, hijo, no te pongo mi dirección porque no la sé aún, resulta que la última familia que vivió aquí se llevó los números para no tener que cambiar de domicilio.
Si ves a doña Remedios, dale saludos de mi parte, si no la ves, no le digas nada.
Tu madre que te quiere,
La Pepa.
P.D. Te iba a mandar 100 euros, pero ya cerré el sobre. Será para la próxima.
Autor: El hijo.
Curva peligrosa
Un matrimonio conversa a bordo de su auto:
— En esa curva yo perdí la vida.
“¿De veras vas a decir esa tontería cada vez que pasemos por la iglesia donde nos casamos?”.
Autor: Una viuda.
Cortito
— ¡Alto! ¡Policía!
“¡Gordo! ¡Plomero!
Autor: Mejor así lo dejamos.