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sábado, abril 6, 2024
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La medianía

Colaboración invitada

 


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Según información publicada el pasado mes de marzo por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO)*, el gasto municipal en Baja California, se ubica en el penúltimo lugar de competitividad del país, seguido solamente por Baja California Sur en el lugar 32. No obstante, Baja California y sus municipios lo superan en el sótano de la vergüenza en un rubro en específico: el gasto burocrático. Sí, los municipios de Baja California (con Mexicali a la cabeza), son en todo México, de todos los Estados, los que más destinan recursos a “gasto burocrático”; entendiéndose por éste, todo el dinero público que se destina a empleados, servicios que se contratan, materiales y suministros.


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Como consecuencia de gastar casi el 80% de sus recursos en el rubro descrito, los municipios de Baja California se encuentran en el último lugar del país respecto de los recursos propios que destinan a inversión pública (como vialidades, parques, centros comunitarios, o bibliotecas) con porcentaje menor al 10% de su presupuesto de gasto; en comparación con los municipios de estados como Chiapas, Oaxaca o Guerrero, que destinan 40% o más a inversión pública, controlando un gasto burocrático que oscila entre el 35 % y el 50%. Efectivamente, fuera máscaras del norte próspero y el sur rezagado; por lo menos en gasto de gobiernos municipales, la diferencia es abismal.

Y como se podrá decir que los municipios en dichos estados de la República son rurales o de dimensiones que no se comparan con Baja California, vamos comparándonos con los de media tabla que señala el IMCO: en Coahuila, Tamaulipas y Chihuahua, la inversión pública que hacen los municipios es de un mínimo del 20% (el doble de nuestro estado) y un gasto burocrático de alrededor del 60% de su presupuesto; es decir 20% menos que Baja California.

Los datos antes expuestos muestran la irresponsabilidad del PAN, el PRI y Morena al gobernar nuestros municipios, sin cuidar su gasto corriente y pensar que la crisis financiera nunca llegaría; o que si ésta llegaba, sería para alguien más. Todos comparten responsabilidad. Pero hoy, la crisis les llegó. Los municipios de Baja California no tienen recursos propios para la inversión más mínima requerida en sus territorios.

El mejor ejemplo de cómo este desastre financiero afecta al ciudadano común es Mexicali. La capital de Baja California se encuentra hundida en la más grave crisis de inseguridad que ha sufrido en toda su historia, pero no hay dinero para patrullas, equipamiento, capacitación ni plazas para nuevos policías. La falta de pavimentación, bacheo urbano e incluso motoconformado y riego de calles en la periferia y el valle es alarmante. La ciudad se está rezagando a pasos agigantados en el mantenimiento y generación de la infraestructura pública, que requiere su desarrollo económico, cada vez más impulsado por los sectores productivos que por políticas públicas efectivas. El desorden urbano, la falta de regulación y control en las dinámicas diarias en la zona urbana es evidente; ni inspectores ni medios existentes para vigilar.

Conociendo y sufriendo diariamente estos cuantos ejemplos, vemos a una alcaldesa que no puede ofrecer soluciones para rescatar y canalizar correctamente el gasto de la ciudad, que no puede enfrentarse al poderosísimo Sindicato de Burócratas para pedirle el congelamiento de bases que se liberan, para -por lo menos- generar reservas para cubrir jubilaciones.

Norma Bustamente ha aceptado la realidad de estos números y de la situación financiera del Ayuntamiento que le tocó gobernar, pero en lugar de enfrentar el reto y sacar adelante para lo que fue elegida, ha optado por la medianía, por administrar las inercias, ser espectadora y esperar que pase el tiempo para entregar el cargo. El problema con su estrategia es que nadie le ha dicho a la alcaldesa que no puede darse ese pequeño lujo, porque le tocó gobernar a Mexicali en un momento que ya no hay espacio para la omisión, la complicidad política o el desfase oportunista.

Mexicali requiere una alcaldesa con la capacidad para detener la sangría presupuestal, aún y cuando esto la lleve a enfrentarse a un líder que, siendo diputado, hace alarde diario de su poder político, enseñándole la cacha de su pistola sindical a quien se le ponga enfrente. Mexicali requiere una alcaldesa que priorice el poco gasto o inversión que le queda en las necesidades apremiantes de la ciudad: no en caprichos de su jefa política, como el crear una Delegación en el Centro Histórico, innecesaria, contraria a la naturaleza de esa figura en la estructura de nuestro gobierno municipal y que le costará este año más de 5 millones de pesos que no tienen los mexicalenses.

Norma Bustamante tiene que asumir su liderazgo como alcaldesa de la Capital de la Baja California. Mexicali no es un pueblo donde la agenda pública se llena únicamente de eventos para fotos y entrevistas diarias; hay un nivel de ciudad perdido. Si no se retoma, el gobierno municipal dejará de ser trascendente, para convertirse únicamente en una carga, por su medianía irrelevante.

*Para mayor consulta: https://imco.org.mx/inversion-la-prioridad-olvidada-de-las-finanzas-publicas/

 

El autor es mexicalense, abogado postulante y catedrático de Amparo en Cetys Universidad. Ha sido regidor en el XXII y XXIII Ayuntamiento de Mexicali.

Correo: hectoribarra@idlegal.com.mx Twitter: @ibarracalvo

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