Nuestro país desafortunadamente sufre un desgaste brutal en sus instituciones, pero muy en particular en aquellas que tienen como propósito la impartición de justicia.
Tan solo tres ejemplos de los últimos meses nos indican que algo muy grave pasa y no se percibe interés alguno en solucionarse:
1.- Línea 12 del Metro en la Ciudad de México: Una tragedia, que el gobierno de la capital del país, encabezado por Claudia Sheinbaum, intentó a todas luces minimizar. Desde el primer día del fatal accidente, donde perdieron la vida 26 personas que viajaban en ese momento, se mostró cero empática, al grado de acusar a partidos políticos de oposición de buscar obtener ganancia política con lo acontecido (si quien ocupara la responsabilidad de jefa(e) de Gobierno fuera de un partido diferente al actual, Morena, no me quiero imaginar lo que este instituto hubiera hecho para intentar favorecerse).
El centro del asunto es que a pesar de las muertes y el daño causado en la infraestructura de este fundamental transporte público, aún no hay culpables. Ni un solo detenido o enjuiciado. Una cosa es que la empresa de Carlos Slim, responsable de la construcción, pague de nueva cuenta la obra, y otra es dejar sin castigo a la misma empresa, así como funcionarios.
Tenemos 26 muertos, familias destrozadas, daños tremendos a la obra que aún no son reparados, miles de personas afectadas en su vida diaria por el derrumbe de la Línea 12 del metro, funcionarios omisos y ni un responsable. Ni un solo juicio, ni un detenido. Ya pasó un año, un año de mucho dolor, tristeza y sin justicia.
2.- Debanhi Escobar: La muerte de la joven Debanhi Escobar es terrible por dos razones: su pérdida irreparable y la desvariada impartición de justicia. La autoridad de Nuevo León en todo momento ha buscado desacreditar a Debanhi a través de filtraciones a la prensa y supuestos; la realidad es que en este caso hay infinidad de dudas y raquíticas respuestas, al grado de generar un conflicto entre el Fiscal de ese estado y el mismo gobernador, Samuel García. Ahora resulta que nadie sabe nada y su muerte es todo un misterio. La teoría inicial de la autoridad correspondiente sobre un posible suicidio se cayó a pedazos tanto como la credibilidad de los responsables de impartir justicia.
Su afán de intentar cerrar el caso rápidamente solo generó un boquete enorme que ahora será muy complicado de tapar. Lo cierto es que llevamos más de un mes de este homicidio y no hay un solo sospechoso, qué decir detenidos. La justicia una vez más omisa y causando más dolor en la familia de Debanhi.
3.- Fiscal General de la República: Alejandro Gertz Manero decidió utilizar su poder para revanchismos personales olvidándose de la institución. Ya la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo puso en su lugar con el caso de su excuñada, conocido por todos. También existen otros asuntos donde deja ver su parcialidad, buscando obtener ganancia individual o atendiendo instrucciones superiores; lo lamentable es que por su conducta errática le ha hecho un daño marcado a la impartición de justicia. El fiscal y la misma dependencia perdieron credibilidad por este tipo de actos. Lo más grave es que actúa con la venia presidencial.
Tan solo ejemplifiqué tres casos de alto impacto, pero en la cotidianidad hay asuntos igual de delicados por muy menores que parezcan o que no generen atención mediática.
Esperemos que la presión social nunca desaparezca y que las diferentes voces se hagan sentir; mientras tanto, la anhelada justicia seguirá siendo de dientes para afuera.
Alejandro Caso Niebla es asesor en temas de comunicación y políticas públicas.