El ex mandatario estatal busca “revivir” en la actividad política por medio de entrevistas “a modo”, criticando y reclamando como si su papel al frente del gobierno de Baja California lo convirtiera en un líder moral de la izquierda en la entidad, cuando ni es de izquierda ni definió bases para un gobierno digno de recordar en términos positivos
Si hay alguien que ha buscado replicar las formas del PRD en Baja California, es precisamente el ex gobernador Jaime Bonilla Valdez, quien a su estilo frontal -por no decir desbocado- buscó aplastar a sus contrincantes políticos dentro de su partido, pero también apoyar las causas de los aspirantes de otros partidos.
Esta semana, Bonilla Valdez salió nuevamente de las sombras en una entrevista para el diario El Universal -ese al que insistentemente crítica su amigo el Presidente André Manuel López Obrador- para despotricar contra Morena, el partido que lo hizo senador y después gobernador, y contra la dirigencia nacional, actualmente titulada por Mario Delgado Carrillo, cuyo trabajo al frente del vinotinto ha sido más que lamentable.
Bonilla Valdez se atrevió a reclamar que si el Presidente Andrés Manuel López Obrador se retira de Morena, este partido se convertirá en el PRD, organismo político que se fundó ofertando una opción partidista de izquierda, pero que actualmente defiende las causas del autoritario PRI y de la derecha arcaica que actualmente representa el PAN.
Lo irrisorio de sus declaraciones es que si alguien se ha enfocado en dividir en “tribus” a Morena, es sin duda Jaime Bonilla Valdez, quien desde antes de asumir como senador, prácticamente había hecho todo lo posible para “aplastar” a sus rivales políticos, que eran nada menos que perfiles como Guadalupe Mora Quiñónez -con quien se alió- o el propio Rafael Figueroa -éste último totalmente entregado a Jorge Hank Rhon-, entre otros “zurdos” definidos.
La presión para los activistas y representantes políticos de Morena que no formaban parte del bonillismo, provocó que muchos renunciaran al partido por el hostigamiento emprendido por el mismo ex mandatario; pero no conforme con ello, Bonilla Valdez no tenía empacho para negociar contra fuerzas políticas contrarias al movimiento de Andrés Manuel López Obrador, pues a lo largo de su carrera ha “coqueteado” con candidatos panistas y priistas de manera indistinta; como cuando se entregó a la campaña de Fernando Castro Trenti, el ex priista que buscó la gubernatura en el 2013. Esto motivó incluso a que -a diferencia de la elección de 2012- el PT, que estaba muy controlado por Bonilla Valdez, se entregara para formar parte de la campaña del “diablo”, al igual que el entonces senador Marco Antonio Blásquez, otro hombre que no va al baño si no le pide permiso al ex mandatario.
Esto sin importarle que a nivel nacional, las “izquierdas” de México pretendían ir juntas a la campaña electoral; pero el PRD y MC se unieron con el PAN, para apoyar al ex gobernador Francisco Vega de Lamadrid; y el PT con Castro Trenti
Este tipo de conductas las hizo por encima del análisis ideológico de su hoy Presidente, y aunque terminó perdiendo durante aquel proceso electoral, su línea discursiva y sus acciones siempre se mueven hacia la conveniencia: no hacia una congruencia ideológica, sino un movimiento al que depende el mejor postor.
Hoy, Bonilla busca mantener un frente opositor contra la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, mediante la presión mediática y la movilización de algunos actores políticos afines a su causa o enemigos de la mandataria estatal. Es decir, está armando “tribus” para buscar robarle espacios políticos a Ávila Olmeda.
En otras palabras, si a alguien le queda perfecto el papel de PRD, es a Jaime Bonilla Valdez, quien -dicho sea de paso- se ha dedicado a comprar cadenas de medios de comunicación en toda la entidad, principalmente en Ensenada; sobre todo radiodifusoras de AM, con la intención de que su amigo, el Presidente AMLO, convierta todas sus frecuencias a FM por medio de un decretazo, y así aprovechar el bajo costo que representa la adquisición de una estación AM.
Bonilla quiere revivir, pero queda claro que las fuerzas políticas morenista del Estado no lo van a recibir con los brazos abiertos.