Retrato de sinuosos sesgos de la vida, crisis de la mediana edad, monotonía y decisiones irracionales, la cinta “El rey de la fiesta”, de Salomón Askenazi, relata el contrasentido de una falsa satisfacción y el juego de intercambio de papeles entre hermanos gemelos que entre drama y comedia, suponen reflexiones y cuestionamientos. Protagonizado por Giancarlo Ruiz, el filme se estrenará en salas de cine de México el 20 de enero
En medio de conflictos de identidad, un hombre cuya vida es vacía y monótona -contraria a la de su hermano gemelo- aprovecha un accidente aéreo para suplantarlo y cuestionar su existencia. Bajo ese eje de dualidad, el cineasta mexicano Salomón Askenazi retrata en “El rey de la fiesta” la historia de Héctor y Rafael para abordar los balances de la vida, el desacierto de los extremos, la transformación humana y las vicisitudes emocionales, intencionadas visualmente con la división de las dos mentes de sus personajes encarnados por Giancarlo Ruiz, quien guía al espectador en una experiencia sonora y visual.
Establecida entre dos caminos, espejos que permiten jugar con los reflejos, maquillaje, caracterización y transiciones que confunden y cuestionan lo real y ficticio, la ganadora del Cabrito de Plata en el Festival Internacional de Cine de Monterrey en la categoría Mejor Película de Ficción, celebrará su estreno el próximo jueves 20 de enero.
La obra del autor de “Dos veces tú” y “Ocean Blues”, se gestó desde un plano personal e inspiraciones muy cercanas, fuera de fórmulas fílmicas y tomando riesgos.
“Temas como querer ser alguien más, de crecer y tener familia, establecerme como hombre de familia y tener vida de cineasta, se cruzaron como una mini crisis de la mediana edad, lo que detonó mi interés por abordar el tema de la oportunidad de vivir, de decidir; por otro lado, inspirado en un tío de mi esposa, el guion fue evolucionando, ni siquiera había un gemelo, pero tres meses antes de filmar entró la idea de crear ese otro yo, y darle existencia a Héctor y Rafael”, señaló a ZETA Askenazi, quien para su proyecto reclutó a los actores Paulette Hernández, Daniela Bascopé y Juan Carlos Colombo.
“Estaba buscando una historia que hablara de la identidad y transformación, de cuando llegas a un punto en tu vida donde sientes que a lo mejor ya no tienes mucho espacio para moverte, te sientes estancado, pero de pronto algo te permite ver que puedes abrirte el horizonte. Giancarlo me atrajo, veía el personaje con su físico y carisma, sabía que podía ser ‘El rey de la fiesta’, de hecho escribí parte del guion visualizándolo, y al final él hace tres personajes: Héctor, Rafael y Héctor tratando de ser Rafael; por otro lado, nunca me clavo en la escritura ni ningún proceso de la película catalogándolo en algún género, tanto puede ser drama, comedia, thriller psicológico, experimental, o un balance de todo”, reflexionó sobre la concepción del actor/personaje y rodar sin etiquetas.
Respecto a llevar a los límites de ambos personajes, “jugar con los extremos permitió a Héctor cuestionarse y encontrar un balance, transformarse, llevarse mejor con su esposa e hija, y todo gracias a más que una actuación, una farsa. Es como hackear su mente y jugar de forma tangible a ser otro. Eso me permitió descubrir que a veces podemos ponernos máscaras para enfrentar situaciones”.
En el tema de la sonorización, muchas de las canciones empleadas en “El rey de la fiesta” ambientaron las escenas desde el rodaje, además de trabajar con música original y producciones de bandas mexicanas independientes que transitan entre el rock y el pop de Belafonte Sensacional y el electro de Father John Misty.
“La trama es una reflexión sobre la realidad y la percepción de lo que es la vida, la idea es que cada quien salga de la función con cuestionamientos, porque la película tiene un final que te permite crear tu propio desenlace, supones o imaginas que hay una transformación”,
puntualizó el director de ascendencia judía, quien actualmente trabaja en dos películas y tres series asociadas con tópicos como los sueños, la depresión, filosofía, la mente y la espiritualidad.