Agradecida está con la vida
al ver el sol por su ventana
y al caminar junto a la playa
-con los pies descalzos-
mientras las olas danzan
escribiendo poemas de amor.
Hasta la noche es bonita
porque cuelgan del cielo
estrellas con hilos de plata
y la luna que alumbra la tierra
-como un farolillo antiguo-
la rodea y le guiña un ojo.
El árbol vestido de azahares
embriaga los sentidos
con su aroma tan festivo
y al perder tan lindos encajes
-se pone su traje naranja-
como si fuera domingo.
A veces se pone triste
y se mece con ojos cerrados,
recordando cuando era niña
correteando en el huerto,
y se trepaba al viejo manzano
para ver el mundo desde arriba.
Por la noche divisaba a lo lejos
una pequeña luz misteriosa
y le contó la historia de su vida
como si fuera su mejor amiga,
a pesar que estiró la mano
y que nunca pudo tocarla.
Agradecida está cada día
porque goza el estar viva
y poder oler la tierra mojada
después que cae la tormenta,
y escuchar el trino de las aves
mientras la acaricia el viento.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California
Correo: lourdes.cabral@yahoo.com