La pandemia de COVID-19 ha cambiado al mundo. La bioética nos ayuda a ordenar y a colocar nuestros valores por sobre nuestros intereses. La historia nos relata pandemias, pero las condiciones de vida fueron completamente diferentes y las decisiones fueron tomadas en escenarios distintos.
Actualmente nos vemos enfrentados a una sociedad con diversas necesidades especiales, una tecnología avanzada que permite “salvar vidas”, esto sumado a la imperiosa necesidad de tomar decisiones por parte de los sistemas de salud que están sobrepasados por actual situación epidemiológica.
Así, tener que ser parte de la decisión sobre a quién otorgar “la última cama” o “el último ventilador mecánico”, además del adecuado manejo de ancianos, pacientes con enfermedades crónicas o sin un pronóstico conocido, se ha vuelto una realidad. Esto se ve vinculado a las deficiencias que afrontan los países en cuanto a la capacidad hospitalaria y de insumos sanitarios básicos.
La situación de no tener un tratamiento, una vacuna y la realización de estudios que éticamente no están bien estructurados, llevan a un dilema difícil de resolver. En este artículo se resume el enfrentamiento de los principios de la bioética con la situación de la pandemia actual.
Esta pandemia es una condición nueva, no tenemos experiencias, sólo esperamos que sirva para una reflexión que lleve a una sociedad más justa y a ser personas más empáticas.
1. No tomar nunca las decisiones en soledad, por una sola persona, nadie puede escoger entre la vida y la muerte. La decisión colegiada aumenta la creatividad y asegura que distintas perspectivas de la situación están representadas.
2. Todas las vidas valen igual. No importa ninguna de las condiciones que acompañan al paciente. Todos los pacientes deben ser tratados de igual forma.
3. Si se establece una escala de priorización, debe ser respetada por todos. No existe una escala única e ideal, pero la que se utilice debe ser igual para todos.
4. Todos los profesionales que se dedican a servicios esenciales, deben priorizar su cuidado en la atención de los demás pacientes, tanto en uso de insumos de protección, como en cuidados frente a un posible contagio. Asimismo, respetar los periodos de aislamiento y de regreso a su trabajo a favor de la comunidad, sin arriesgar su propia vida.
5. Mantener una comunicación clara y transparente con el paciente o sus familiares, es de importancia máxima, podría ser duro y difícil, pero a largo plazo resulta lo más adecuado.
6. El racionamiento de recursos debe hacerse por sectores y no por hospitales. Y debe hacerse siempre, antes del estado de crisis.
Esta pandemia es un desafío bioético para la salud pública de los estados, que como se explicó en los párrafos anteriores, tienen el deber ético de proteger a los ciudadanos del contagio, por lo que se han tomado decisiones que son clave para evitar la propagación de la enfermedad.
Dr. José Fernando Jaramillo Cisneros
drferja@hotmail.com