Migración, desaparición forzada y reclutamiento del crimen organizado, son retratos del thriller “Sin señas particulares”, ópera prima de Fernanda Valadez, en la que contrasta irónicamente paisajes paradisiacos con lo aberrante del ser humano, que entre silencios impregnados de angustia, estremecen el corazón del espectador
La escalofriante historia de una madre que sale en busca de su hijo que desaparece en su viaje hacia el cruce con Estados Unidos, es recogida en la cinta “Sin señas particulares”, de Fernanda Valadez, escrita y editada junto a su cómplice cinematográfica Astrid Rondero.
Rodada entre Tijuana, Tecate y Guanajuato, la cinta llegará a cines luego de amplio reconocimiento en festivales alrededor del mundo.
Abordando la dura situación de los desaparecidos en México, que en busca de un mejor futuro se alejan de sus familias para encarar los más feroces infiernos que un humano puede soportar, “Sin señas particulares” es protagonizada por Mercedes Hernández (Magdalena) y David Illescas (Miguel), fotografía de la travesía de una madre entre pueblos y paisajes desolados en busca de su hijo, donde conoce a un joven recién deportado que viaja de vuelta a casa, ambos, esperando reencontrarse con sus familiares, deambulando entre víctimas y victimarios.
“Teníamos la convicción de hablar sobre el reclutamiento forzado y de la desaparición de los migrantes, eslabones más vulnerables de nuestra sociedad. Es triste ver que el relato de 2013 es una fotografía actual y un fenómeno complejo de solucionar, la película sigue vigente”, apuntó a ZETA Fernanda Valadez.
“Inocentemente pensamos que con el cambio a un gobierno con voluntad política, la violencia iba amainar, pero es peor, claro ejemplo Guanajuato, con el crimen organizado (narcotraficantes y huachicoleros) penetrando en todas las esferas de la vida en México. ‘Sin señas particulares’ es inspirada en eventos de 2009, pero en realidad es retrato del hoy”, acotó la productora Astrid Rondero.
Plasmada con una visión muy femenina, el filme llega como una mezcla de ficción y documental, “tiene que ver con la búsqueda de expresar una realidad compleja, de una generación de mujeres cineastas, de lo que entusiasma nuestro arrojo para contar historias duras, arriesgadas; es un fenómeno de pasar de la periferia de casi no filmar, a tomar el espacio con garra e historias que requieren compromiso social, retrato de temas que nos angustian, y uno de ellos es cómo muchos chavos terminan encerrados en el mundo del narcotráfico”, precisó la directora de “Los días más obscuros de nosotras”.
Respecto al proceso fílmico, Valadez explicó que el diseño de luces naturales permitió generar sensaciones, por ello rodaron a ciertas horas del día, sin tantas lámparas cinematográficas, atendiendo razones estéticas, prácticas y presupuestales que a su vez generaron otras emociones.
“El gran drama es no saber qué pasó con sus familias, hijos, hermanos o esposos, entonces, justo saber en qué terminó el personaje es el gran poder de la ficción, y ese fragmento desconocido del viaje de la madre en busca de su hijo lo aprovechamos muy bien, desde que haciendo la investigación nos impresionaron todo tipo de historias por el reclutamiento forzado del crimen organizado, o el de los que lo hacen por un par de tenis o un celular. Todo esto es un pedazo del rompecabezas de nuestra realidad en México”, coincidieron las cineastas, quienes rodaron en Baja California.
“Aunque estuvimos pocos días en Tijuana y Tecate, en los albergues para migrantes la gente fue muy generosa, nos abonó al desarrollo del proceso creativo y durante el rodaje, sobre todo de entendimiento”, abundaron.
Respecto a la violencia retratada, “estamos viviendo el año más violento de las últimas tres décadas en México, porque como sociedad civil debemos despertar, hacer una participación más activa y tomar espacios de poder que ahorita están reservados al Estado para justo reflexionar y demandar la presencia del Estado para tratar de cambiar esta situación tan terrible”.
Actualmente la dupla de realizadoras mexicanas prepara “Sujo”, una coproducción con España que narrará la historia de un niño heredero y huérfano de un sicario del narco, centrada en la esperanza, cuya dirección fílmica será compartida.