El miércoles 21 de julio, en el Hospital General de Tijuana estaban internados 18 pacientes contagiados con el nuevo coronavirus. Dos fueron dados de alta, uno fue aislado y otro falleció.
Del total de los 22 enfermos, solo seis se habían vacunado contra el SARS-CoV-2. Dos con Pfizer, uno con Sinovac, uno con Johnson&Johnson, uno con Cansino, y uno más con AstraZeneca. El fallecido, un paciente hombre de 80 años, tenía las dos vacunas de Pfizer.
Quince personas de las internadas ese miércoles en el General de Tijuana, no estaban vacunadas. Así lo informaron al momento de su registro en el hospital.
Entre los no vacunados, hay una persona de 75 años, dos de 61 años, una de 59 y otra de 52, y diez están entre los 41 y 49 años.
Baja California es la entidad federativa donde más personas se han vacunado en proporción a su población. Tan solo con el millón 350 mil vacunas que el gobierno de Estados Unidos donó a México, y el Gobierno de la República decidió entregarlas todas al Estado, se sobrepasó el 65% de población mayor a 18 años inoculada.
Previo a ello, en BC se concluyó primero con la vacunación a adultos mayores, y fue el primer Estado en iniciar la inoculación a personas entre los 50 y 59 años. Rápido llegó a los mayores de 18, y siguió con la población en general.
Pero cerca de medio millón de personas adultas en Baja California decidieron no vacunarse. Esa población, más vulnerable al contagio de la COVID-19 que quienes sí cuentan con un esquema completo de vacunación, o el biológico de una sola dosis, están representando la tercera ola de contagios en la entidad.
Aparte, advierten los médicos, aquellos que decidieron no vacunarse son más vulnerables ante la nueva variante Delta de la COVID-19, una nueva cepa que es más infecciosa, de mayor propagación, y, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se convertirá en la cepa dominante del nuevo coronavirus.
Otra de las advertencias que realiza la comunidad médica internacional, es que el hecho de que más personas no se vacunen crea un ambiente propicio para la mutación del SARS-CoV-2 en cepas precisamente más infecciosas.
De por qué hay ciudadanos en Baja California, México y el mundo que no desean vacunarse, no hay una ciencia cierta. Desde los negacionistas, aquellos que no lo hacen por motivos de religión, los que creen que se trata de una conspiración mundial y quienes no confían en el rápido desarrollo de una vacuna en el curso de la pandemia del siglo.
Hace unos días, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, mandó a los no vacunados a su casa. Les dijo que ellos deberán confinarse, no así quienes han optado por el sistema de vacunación. Que ni él ni sus hijas, ni sus allegados tenían por qué vulnerarse debido a la presencia móvil de los no vacunados. Les puso, de hecho, un ultimátum: para el 15 de septiembre debían estar vacunados, y quienes no presenten tal acreditación, no recibirán el pago por trabajo.
En México no hay una política pública para el comportamiento de los no vacunados. Difícilmente la hubo para el uso de cubre bocas y para la cuarentena, cuando el vocero de la salud no recomendaba el primero como una medida de protección, y el Presidente de la República conminaba a los ciudadanos a salir.
Otro obstáculo importante de mencionar es que, para vacunarse en este país, se requiere la CURP, lo cual excluye a la ciudadanía que, por variadas razones, incluyendo la marginación y la pobreza, no tienen documentos oficiales para identificarse como la autoridad sanitaria exige. Consideremos, por ejemplo, que en Estados Unidos no se pide comprobante de ciudadanía para inocular a las personas, precisamente para evitar excluir a la población indocumentada de este proceso esencial.
En Baja California, el Estado que ha sido modelo en la jornada de vacunación, no así en el tratamiento de la pandemia ni la administración de los hospitales públicos convertidos para el tratamiento COVID-19, el secretario de Salud, Alonso Pérez Rico, recomendó hace unos días que los no vacunados se queden en su casa. Que no salgan más allá de los momentos en que deben realizar actividades esenciales, como abastecerse de alimentos o acudir al médico.
Al mismo tiempo, se ha informado que la serie de eventos masivos que se avecina en la temporada de verano, particularmente en Tijuana, Rosarito, Ensenada y el Valle de Guadalupe, será en exclusiva para personas que puedan confirmar su esquema de vacunación completo. Aun cuando la tecnología no es algo que funcione con los gobiernos mexicanos, será necesario, por ejemplo, aparecer en la base de datos del sistema de salud federal, en calidad de vacunados, para adquirir boleto para un concierto.
Los no vacunados, o se quedan en casa o terminan en el hospital. Si la posibilidad, como la estadística del 21 de julio del Hospital General de Tijuana lo indica, que aun vacunados hay probabilidad de contagio, sin biológico esta posibilidad se potencia.
Desafortunadamente, las semanas donde parecía que los contagios iban a la baja (en realidad se avistaba la tercera ola), ni el Gobierno de México ni el del Estado, invirtieron en los hospitales públicos para hacer frente a una nueva etapa de contagios, y además con una cepa más infecciosa, como ha resultado ser la Delta, que ya se encuentra en BC.
En el Hospital General de Tijuana, los médicos que atienden al promedio de 25 pacientes por día (por el momento) carecen de insumos para ingresar a los enfermos, de medicamentos para mitigar los síntomas de la COVID-19 y de herramientas para agilizar los procesos de diagnóstico y tratamiento. Así como el gobierno se relajó y no invirtió, la sociedad ha dejado de realizar donaciones al General, como sí lo hicieron en los momentos más álgidos de los contagios, cuando los internados rebasaban los cien.
Para agosto de 2021, en Baja California se espera la llegada de vacunas para primeras dosis. Por el momento solo se están administrando segundas dosis, pero habrá una nueva oportunidad para que aquellos no vacunados acudan a tomar el biológico, de lo contrario, correrán el riesgo, como los quince internados del 21 de julio, de terminar en el Hospital General con cuadros graves. Y tal vez, desenlaces fatales que pudieron haberse evitado.