En un uso excesivo de fuerza y ausencia de protocolos de sometimiento, guardias de un antro en Ensenada patearon, esposaron y asfixiaron a un turista mexicoamericano que estaba en el puerto para celebrar el 4 de julio. La víctima intentó pasar rápido por el detector de metales y hubo un pleito cuando empleados quisieron garantizar el consumo. Elementos de seguridad privada manipularon la escena del crimen
“Asfixia por sofocación en la modalidad de compresión toracoabdominal”, fue la causa de muerte del mexicoamericano Rubén Naranjo Cervantes, de 37 años, tras haber sido “sometido” por elementos de seguridad del bar Manguito en Avenida Ruiz de Ensenada, la noche del 3 de julio.
De acuerdo con reportes del Servicio Médico Forense (Semefo), el cadáver presentaba ocho lesiones, incluidas las causadas por la sujeción de sus muñecas, pero negaron mayores datos porque “los detalles son propios del proceso judicial”.
Por esa muerte, Jassiel Emanuel Guillén Manríquez y Fiorentino Fuentes Aispuro (Se presumen inocentes mientras no se declare su responsabilidad por la autoridad judicial, Art. 13, CNPP), empleados del conglomerado Papas&Beer, fueron detenidos e imputados por el delito de homicidio calificado agravado por ventaja, dentro del caso 01-2021-08934. El juez determinó que se dio la flagrancia delictiva.
El sometimiento que terminó en agresión se reportó al 911 a las 01:25 horas del sábado 3 de julio. Al llegar frente al local en Avenida Ruiz, entre Primera y Segunda, los oficiales informaron haber encontrado a un grupo de personas peleando, y a Rubén Naranjo Cervantes- identificado por su padre- inconsciente, tirado en la banqueta, quien a la llegada de los socorristas de Ambu Baja Rescue, fue declarado sin vida.
En ese momento fueron detenidos Guillén, Manríquez y otros dos empleados de Manguito. Posteriormente se les liberó.
A CELEBRAR LA INDEPENDENCIA
De acuerdo con lo expresado por la familia de Rubén Naranjo, ciudadano americano con residencia en San Diego, California, era un visitante asiduo de Baja California, y el pasado fin de semana estuvo en el puerto en compañía de varios parientes para celebrar el fin de semana largo por la Independencia de Estados Unidos y pasear con su hermano Gustavo, de 19 años.
Llegaron a Ensenada desde el 2 de julio, a casa de una prima en el fraccionamiento Puerto Azul. A las 23:00 horas, la víctima, el hermano, el padre de ambos, la prima y su esposo, decidieron salir a dar la vuelta por los antros y se dirigieron a la calle Primera, donde entraron a un bar y estuvieron hasta pasadas las 01:00 horas del sábado 3.
Entonces, Rubén comentó que quería ir a bailar o escuchar música más movida, así que decidieron ir “al Papas”, pero el guardia les comentó que debían consumir cerveza y comida, y, como no era el plan, le dijeron que solo querían tomar cerveza y este les señaló el bar Manguito.
Mientras caminaban por la zona, alrededor de las 01:30 horas, intentaron entrar al lugar, porque además Naranjo quería entrar al baño y era el punto más cercano.
Para ingresar al local es necesario pasar por un arco que detecta metales, que en ese momento estaba resguardado por tres hombres y una mujer, aparentemente guardias del local. El primero en entrar fue el padre de la víctima, el segundo fue Rubén, quien intentó hacerlo raído porque quería ir al inodoro, pero como ya les había dicho a los guardias que quería usar el baño, los empleados le indicaron que tenía que consumir.
CONSUMIR E IR AL BAÑO
De acuerdo con la familia, la respuesta de Naranjo Cervantes fue que eran un grupo de cinco personas y todos consumirían, y un “Okey, revísenme, pero rápido porque ya me ando haciendo del baño”, entonces uno de los guardias le advirtió que “las cosas no son así” y le negaron el acceso al bar.
Testigos detallan que después, Rubén de nuevo caminó a pasos lentos hacia la entrada del local, pero los guardias le bloquearon, llegaron más y se pusieron a discutir, incluso lo empujaron. Para evitar problemas, la prima lo jaló a la esquina de la calle Primera y Ruiz, del lado del bar, donde esperaban al papá, que sí había podido entrar.
La familia asegura que las agresiones verbales de los guardias hacia Rubén continuaron, y se intensificaron cuando el hombre se acercó de nuevo a la entrada cuando vio salir a su padre. Declararon que se fueron a la esquina para ponerse de acuerdo respecto a qué harían, a dónde irían a cenar, cuando llegaron más guardias -10 en total- que le gritaban cosas y manoteaban, provocando a Rubén, quien terminó regresando a la entrada del local, donde segundos más tarde, lo acompañaron su hermano y su papá.
El padre de Naranjo explicó que al salir del bar Manguito, donde había entrado al baño, se dio cuenta que su hijo estaba diciéndole a los guardias “¡Hey! ¡Por qué se están pasando de lanza!” y les reclamaba “¡Hey!, ¿saben qué? Esto no se va a quedar así, los voy a denunciar”.
Cuando lo rodearon varios guardias, vieron que la víctima alzó los brazos, y en ese momento empezaron a someterlo, entonces alcanzó a decir: “¡Hey!, qué onda, ¿por qué hacen esto?”.
LA AGRESIÓN
“Un hombre de aproximadamente 1.70 (metros), complexión delgada y piel blanca, cabello largo de arriba y corto de los lados, orejas un poco grandes, vestía pantalón con bolsas a los lados, botas como de policías y también traía un chaleco oscuro como de tela como lonita”, le hizo “una llave en el cuello” y los otros guardias empezaron a golpear a los tres hombres.
Rubén ya estaba tirado bocabajo en el piso, el guardia encima y no soltaba la llave que le hacía al cuello. La prima de la víctima le pidió a la mujer guardia, quien solo observaba, que hiciera algo. “Me hizo señas con la mano de que no me metiera y nos retiró del lugar, asimismo, pude observar que ella tomó una foto hacia donde estaban golpeando a mi primo (…) Quiero decir que mientras que lo estaban asfixiando, otros tres guardias lo estaban agarrando, es decir, uno le agarraba una mano, otro, otra mano y otro pies, y otro guardia, el cual era estatura 1.75, tez moreno claro, pelo corto tipo rapa, quien tenía una cicatriz en el rostro del lado izquierdo, a la altura del ojo y vestía pantalón de mezclilla y camisa negra manga larga con una letras a la altura del pecho, lado derecho, este último estaba pateando a mi primo Rubén, mientras los otros lo agarraba y lo asfixiaban…”, refirió un testigo.
La narrativa continuó: “…salió de adentro del bar otro guardia de seguridad, él era alto, moreno, complexión normal, pelo corto negro, vestía camisa negra y pantalón negro, él lo seguía golpeando cuando ya estaba esposado, yo le dije que ya estaba esposado, que ya no lo golpeara porque ya iba a llegar la patrulla para que se lo llevaran, al papá de Rubén lo agarran entre tres aproximadamente, de quien yo más recuerdo era uno de complexión obesa quien vestía todo de negro, a los otros dos no recuerdo características físicas de ellos, seguidamente lo tumban al suelo y le ponen las esposas, quedando inconsciente aproximadamente 10 o 15 minutos”.
La familia dijo que varios guardias subieron encima de la víctima para inmovilizarlo y, cuando lo soltaron, se dieron cuenta que estaba inconsciente y no se movía, intentaron despertarlo a gritos y bofetadas, pero no reaccionó.
De acuerdo a la narración, entre varios guardias lo arrastraron hacia el lado opuesto -izquierdo- de la calle Primera en la misma acera, hacia donde está el bar Hussong’s. Ahí un samaritano intentó darle primeros auxilios a Rubén, sin éxito. Cuando llegaron los policías municipales hablaron a los socorristas, quienes dictaminaron que ya no tenía signos vitales.
En la escena, previo a la autopsia, el cuerpo de Rubén Naranjo Cervantes presentaba como lastimaduras visibles una lesión por raspado en la cabeza, a la altura de oreja derecha; y otra en el dorso de mano derecha, entre otras marcas de sujeción en muñecas izquierda y derecha, y hematomas en la parte interna del brazo izquierdo.
En las urnas, peritos hicieron las pruebas pertinentes en busca del ADN de sus agresores.
En su caso, el padre del fallecido, quien también fue sometido, explicó que una guardia mujer, robusta, morena clara, como de 35 años de edad, le puso la rodilla en el cuello: “… me estaba asfixiando hasta que me dejó inconsciente y, cuando ya desperté, un oficial de la Policía Municipal me estaba quitando las esposas para ponerme las de él”.
LOS GUARDIAS Y EL DELITO
Respecto al equipo de seguridad del bar Manguito que fue detenido la madrugada del 3 de julio, Florentino Fuentes Aispuro pertenece a la Policía Auxiliar (privada) y registra antecedentes que no fueron informados, y está siendo procesado por el caso Naranjo; Jassiel Emanuel Guillén Manríquez, es trabajador fijo del bar, sin antecedentes, y está siendo procesado; Alejandro C. trabajador fijo del bar, fue liberado y tiene antecedentes que no fueron informados; en tanto Luis Ángel “N”, también trabajador fijo del establecimiento, fue puesto en libertad.
Al ser detenidos, por consejo del defensor, los guardias se reservaron el rendir declaración. Los abogados registrados en el caso, son particulares. Por la empresa Papas&Beer y Manguito, licenciado Tomás Alfredo Torres Gracieux, y por parte del imputado Florentino Fuentes, el licenciado Iván Antonio Martínez Liera.
El martes 6 de julio, en rueda de prensa, el fiscal central Hiram Sánchez Zamora informó que el Ministerio Público del Fuero Común tienen varios testimonios, y gracias a los datos que se incorporaron a la carpeta de investigación y los dictámenes periciales, se formuló la imputación en la audiencia del 5 de julio contra los guardias.
A Fuentes Aispuro y Guillén Manríquez se les imputó por homicidio calificado, y de ser condenados, la pena mínima es de 30 años de prisión, con una máxima de 60 años.
Por el tipo de delito que se les imputa, no tienen posibilidad de llevar el proceso en libertad, aun en caso que se reclasificara por parte del Juez de Control al delito de homicidio en riña, porque ese crimen también amerita la prisión preventiva oficiosa.
Al momento, la familia de Rubén no ha contratado abogado. Tratándose de homicidio, lo estipulado en la Ley como indemnización, basado en el salario mínimo al día del hecho, sería 141.70 pesos diarios (salario mínimo, multiplicado por 10 mil), lo que acumularía un millón 417 mil pesos, los cuales deberían ser pagados por los imputados en sentencia, en juicio ordinario o en procedimiento abreviado.
En entrevista con las cadenas Telemundo y ABC 10 News, Germán Briseño, medio hermano de Rubén Naranjo, informó que este trabajaba en el Distrito Escolar Unificado de Grossmont, como conserje en la Preparatoria El Capitán.
Por su parte, la superintendente Theresa Kemper dijo a los mismos medios de comunicación, estar “consternada por la muerte de unos de sus miembros”, y que estarán apoyando a la familia durante este tiempo tan difícil.
El mismo Briseño usó la página para recaudar fondos económicos para trasladar a San Diego el cuerpo de Rubén y sepultarlo, Hasta el jueves 8 de julio, había recaudado 8 mil 049 de 20 mil dólares necesarios.
En el texto, la familia informa que Rubén “dejó atrás dos hijos que amaba mucho, dejó atrás tres hermanos menores, que lo amaban mucho. También nuestra mamá se queda aquí con nada más que grandes recuerdos”.
ZETA consultó al Consulado de Estados Unidos en Tijuana, para conocer si estaban apoyando a la familia, y la respuesta fue: “El Consulado no tiene autorización para dar información sobre el caso, debido al Privacy Act Waiver, o Acto de Privacidad”.
Este Semanario intentó localizar a los abogados de la empresa y los detenidos, pero no fue posible contactarlos. Tras los hechos del sábado, el Ayuntamiento de Ensenada clausuró el centro nocturno, el cual seguía sin abrir hasta el jueves 8 de julio.