La tarde del 30 de mayo, la zona turística del puerto se tiñó de rojo tras una balacera que se prolongó por varias calles, dejando a dos personas muertas y tres heridas. La atípica conducta homicida en la región, movilizó a las autoridades hasta la pequeña comunidad portuaria, cuya principal hipótesis es que células allegadas a “Los Chapitos” pretenden aprovechar el vacío de poder y apoderarse de la plaza ubicada en San Felipe, para que pescadores amplíen sus operaciones al traslado de drogas
La calma del puerto de San Felipe se vio interrumpida por metralla de alto calibre el domingo 30 de mayo, cuando a plena tarde, sicarios dispararon a discreción en contra de dos vehículos tripulados por pescadores -algunos de ellos identificados como presuntos traficantes de totoaba- que transitaban por las principales vialidades de la comunidad.
La balacera se dio frente a decenas de personas que caminaban por la zona más concurrida del puerto y justo detrás de las oficinas del Centro de Justicia Penal, donde también se encuentra la base de la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y de los respectivos ministerios públicos adscritos a la comunidad.
En el incidente fueron asesinados los de nombres Brandon Nathanael Zazueta Lozano, de 25 años de edad, y Jorge Luis Armenta Hernández, de 27. Resultaron heridos Rolando Reyna Lizárraga, de 30 años; Alfonso Guadalupe Rivera Castro, de 22; y Miguel Ángel Álvarez Niebla, de 25, los dos últimos, originarios de Culiacán Sinaloa.
A raíz de la detención los presuntos cabecillas de las células dedicadas al tráfico de totoaba, Óscar Parra Aispuro, en septiembre de 2018 y Segundo Valenzuela y Juan Luis García Ruiz alias “La Yegua” en noviembre de 2020, en un operativo dirigido por la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) por el cual también se aprehendió a Eduardo Gastón Parra -hermano de Óscar-, Sunshine Rodríguez Peña, ex presidente de la Federación de Cooperativas de Pesca Ribereña; el ex inspector de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, Enrique García Sandez; Luis Aldaz Valenzuela y su esposa Carmen Ávila Hernández –ambos absueltos por no contar con una sola prueba que los vinculara con la delincuencia organizada-, se generó un vacío de poder.
Este escenario pretende ser aprovechado por integrantes de la estructura criminal de “Los Chapitos”, Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán Salazar, hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, la cual ya ocupa el Golfo de Santa Clara como base de operaciones, adonde llegan embarcaciones con droga, pero ahora pretenden expandir sus operaciones hasta San Felipe para controlar toda la costa y apoderarse por completo de una ruta de droga.
El próximo municipio de Baja California, cuenta con poco más de 24 mil habitantes, cuyo principal ingreso históricamente ha sido la pesca y el comercio. A raíz de las restricciones para la extracción de animales marinos del Alto Golfo de California, se ha envuelto en una severa crisis económica, pero también ha proliferado la pesca de animales endémicos como la totoaba macdonaldi, cuyo valor ronda entre los 4 mil y 8 mil dólares, y según información de las anteriores Mesas de Seguridad, incrementa en mercados internacionales.
LA BALACERA EN EL CORAZÓN DE SAN FELIPE
Rondaban las 15:00 horas cuando se emitieron los llamados de emergencia al 911 para informar que sobre la calle Mar Báltico Sur, entre Ensenada y Puerto Manzanillo, a escasos metros del Centro de Justicia Penal de San Felipe, se había suscitado una balacera en la que participaron los tripulantes de un vehículo tipo Cherokee, una Chevrolet Silverado color negro y una camioneta Chevrolet Tahoe gris.
Integrantes de las Mesas para la Construcción de la Paz no han podido definir a detalle la cronología de los hechos, toda vez que las víctimas que sobrevivieron, no han facilitado suficientes detalles.
Ambos vehículos viajaban sobre dicha vialidad, cuando en el punto antes referido fueron interceptados por una camioneta Chevrolet Tahoe gris, desde la que sicarios abrieron fuego con armas de alto calibre.
Los tripulantes de la camioneta Grand Cherokee color gris, placas de California, fueron atacados por sicarios que viajaban en la Tahoe, abriendo fuego y provocando que el vehículo saliera de la calle y se detuviera en la zona dunosa del puerto. Allí murió el de nombre Brandon Nathanael Zazueta Lozano, de 25 años, quien iba acompañado por otro individuo que acudió a un hotel de la zona para solicitar el apoyo de las autoridades por una lesión en el brazo.
Tras el ataque, los tripulantes del vehículo Chevrolet Silverado negro, huyeron a gran velocidad, desencadenando una persecución que se prolongó hasta la calle Chetumal e intersección con Mar Caribe, justo en la glorieta ubicada en la entrada del puerto de San Felipe, donde otra ráfaga de balas atinó en varios blancos; los vidrios y la carrocería quedaron agujerados y las víctimas sufrieron heridas de consideración a causa de los impactos de armas calibre .223.
El automóvil en el que huyeron los responsables fue hallado quemándose unas calles dentro de la comunidad portuaria, por lo que personal de Bomberos tuvo que acudir para mitigar las llamas antes de iniciar con las indagatorias.
Dentro de las víctimas, se presume que el objetivo principal era Rolando Reyna Lizárraga, de 30 años, conocido como “El Rolly”, presunto ex operador de la estructura criminal de Óscar Parra Aispuro, identificado por integrantes de las Mesas de Seguridad para la Construcción de la Paz, como uno de los posibles aspirantes a operar la estructura delictiva del nuevo “Cártel del Mar”; el otro personaje es Marco Alfonso Pacheco Lares, del que no se cuenta con mucha información.
Reyna Lizárraga es investigado como presunto operador del un grupo del tráfico de totoaba en San Felipe. Dentro del vehículo donde viajaba, se localizó un arma de fuego calibre .9 milímetros, según el informe de la Dirección de Servicios Periciales que recabó evidencia en la escena.
“LOS CHAPITOS”, PRINCIPALES SOSPECHOSOS
Aunado al tráfico de especies endémicas, el puerto de San Felipe y el Golfo de Santa Clara son sitios concurridos por traficantes de drogas que facilitan el trayecto de enervantes por la vía marítima.
La ruta predilecta de los hermanos Guzmán Salazar es precisamente la del Alto Golfo, adonde llegan sus embarcaciones provenientes desde Sinaloa para posteriormente trasladarlas a Estados Unidos, pero también utilizan toda la zona costera de San Felipe.
Dicha área cuenta con una ruta sumamente redituable al trasladarse por camino de terracería a la altura de “El Chinero”, al pasar el retén militar de la carretera Mexicali-San Felipe y reincorporarse a la vialidad hasta llegar a la Capital del Estado; o bien, trasladarse desde “El Chinero” al Valle de la Trinidad u Ojos Negros, para finalmente llegar a Ensenada y subir la droga hasta Tijuana.
Aunque ya recurrían a esta ruta en ocasiones, les resulta complicado su traslado y descarga sin el apoyo de personas que radiquen en el que será el séptimo municipio de Baja California, por lo que buscaron alinear a presuntos traficantes de totoaba para aprovechar sus estructuras y facilitar la descarga y traslado de cristal y fentanilo.
Precisamente hace dos semanas, elementos del Ejército Mexicano incautaron una tonelada de cristal y 27 kilogramos de fentanilo que eran trasladados en dos vehículos posteriormente abandonados; se presume que la droga pertenecía a “Los Chapitos”.
NO SE ALINEARON A LOS GUZMÁN
Además de Reynaldo, tras la detención de las cabezas del tráfico de totoaba en San Felipe, otros personajes se volvieron objetivos de autoridades bajacalifornianas, como Jesús Alejandro Obeso Pérez alias “El Fredy”, remanente de la célula de “El Parra”; y Alejandro Peña, líder pescador con relaciones políticas dentro del puerto.
Ellos forman parte de esa estructura que se ha negado a trabajar con “Los Chapitos”, pues no todos los pescadores tienen interés en incursionar en el negocio del tráfico de drogas o subordinarse a grupos externos, por lo que se presume que el ataque a estas cinco personas fue un acto de presión para asesinar obstáculos y obligar a otros a que se alineen.
Días atrás del ataque hacia las cinco personas en San Felipe, se emitió un reporte de emergencias sobre una supuesta discusión y balacera en la playa. Los ofendidos no brindaron muchos detalles para la investigación del caso, pero confirmaron el hecho.
Grupos allegados a “Los Chapitos” intentaron que pescadores apoyaran en el traslado de drogas, pero estos se negaron, lo que ocasionó la discusión y posterior tiroteo. Conducta similar ocurrió en el Golfo de Santa Clara, en Sonora, donde el primero de abril, un grupo de desconocidos incendió de manera intencional por lo menos siete viviendas de pescadores que tampoco deseaban trabajar para “Los Chapitos”.
Informes de Inteligencia militar describen como principal sospechoso de estos ataques en el golfo a Jesús Aurelio Ibarra Ramiro, residente de Mexicali, el cual opera para los hermanos Guzmán en el Golfo de Santa Clara, zona que ya identificaron plenamente como base de operaciones, donde pueden refugiarse pistoleros y lugartenientes provenientes de Caborca, Sonora, para respaldar las acciones mafiosas en esta área cercana al muro fronterizo con Estados Unidos.
Fuentes de las Mesas de Seguridad para la Construcción de La Paz, refieren que Aurelio Ibarra Ramiro se encarga de la recepción de droga en el golfo y se encuentra subordinado a un individuo de nombre Adán Quintero, alias “El 74”.
Este tipo de acciones forman parte de la estrategia de “Los Chapitos” para apoderarse de toda la zona costera del Alto Golfo y de la ruta de tráfico de drogas, donde también podrían apropiarse de especies endémicas.