“La religión, es la neurosis de nuestro tiempo”.
–Sigmund Freud.
“La neurosis de nuestro tiempo, es la religión mal vivida”.
–Viktor Frankl.
“Qué dirás cuando te veas de Dios en su tribunal, y te acuerdes de que hiciste poco bien y mucho mal”.
–Adalberto González.
Es común o normal que en cualquier pueblo o ciudad de México o América Latina, España, Europa, se observen algunos elementos urbanos o rurales: la Iglesia, el palacio municipal, y el mercado.
Le dicen el Teco en Zamora; “vete a platicar al teco”. Al parque. Después de la Colonia e incluso en la Revolución, el diseño de ejidos y pueblos incluye esos elementos (el civil, religioso, económico); y la gente es parte de ese paisaje actual.
Un amigo me decía, “mira qué curioso, las farmacias Guadalajara tienen como logotipo una M”; ¿cuál M?, le dije: son las torres de la Catedral de Guadalajara, ya con 450 años de fundación, más o menos. Los Arroyo son alteños.
En el mundo de la religión y la política, no solo católica, siempre habrá muchas cosas que admirar hasta con estupor.
Caminando por la pesher lavra, en Kiev, Ucrania, donde los católicos y ortodoxos se escondían en subterráneos y catacumbas por miedo a los mongoles, Marina Petrashova, que fuera traductora de la embajada del Vaticano en Kiev, advertía sobre una hermosa y decorada tumba: “Mire, controle; en esta tumba está sepultado el sacerdote ortodoxo que recibió en el Seminario de San Petersburgo, a un pobre joven que solicitó su ingreso, y fue recibido por ese sacerdote al que nunca permitió que lo tocaran; aquel joven fue José Stalin. Y fueron sus órdenes y se cumplieron. Aquel sacerdote sepultado en Kiev, murió longevo, ya de edad. Protegido por el presidente ruso Stalin”.
En cuestión política, incluso fuera del cristianismo, precisamente en la época de la teocracia (gobierno guiado por dioses) griega, ésa es la celebridad de Sócrates: él descubre y publica que la teocracia griega manipula y dirige los destinos del pueblo-demo. A través de enajenarlo y engañarlo con estatuas de dioses que no existen más que en la imaginación del populus, la gente en las teocracias está sometida a los diócesis griegos, romanos, aztecas, toltecas; ahora sí que como dicen, el que no conoce a Dios, delante de un puerco se hinca.
A Sócrates lo obligó a morir el gobierno griego porque no quiso desistir de sus críticas a los falsos dioses o a la falsa teocracia helena; libremente tomará la cicuta-veneno, entregando su vida por la libertad de su pueblo. Es la gran aportación del inolvidable Sócrates: no son los dioses los que gobiernan a través de los tiranos o dictadores; debe ser el pueblo educado y reflexivo el que construye la polis o ciudad. De ahí la aportación de Grecia al mundo: la democracia.
En nuestros días los políticos andan muy religiosos. En este proceso electoral 2021, como que se sienten helénicos teocráticos; pero la gente puede distinguir como santo Tomás: Ver para Creer.
La grandeza de la democracia mexicana, avalada por el gran árbitro -por hoy- que es el INE y el Tribunal Federal Electoral, tiene normas muy claras. Diría alguna vez don Manuel Pérez Gil González, como secretario del Episcopado Mexicano, cuando los obispos fueron invitados a la toma de posesión en 1988 del Presidente Carlos Salinas de Gortari: “Nosotros no venimos como obispos a validar a ningún gobierno; los gobiernos se validan por sus obras”.
Cuando el procurador Pilato le preguntó burlescamente a Cristo “¿Así que tú eres Rey?”, habiéndolo coronado de espinas y vestido de púrpura; “Tú lo has dicho, yo soy Rey. Pero mi reino no es de este mundo”, dijo Cristo al procurador.
El padre Jesús Herrera, doctor en filosofía y en teología, y asesor del Cardenal Corripio en la Arquidiócesis de México, nos explicaba: cuando Jesús dice a Pilato que su reino no es de este mundo, debemos entender -explicaba- “que mi reino no es del mundo de la mentira, de la simulación, del crimen, de la falsedad, de las trampas, de la maldad”.
Para el evangelista Juan, discípulo amado de Cristo, el mundo es precisamente todo lo que se opone al bien, a la cultura de la vida, a la verdad, al bien. O como diría su hermano Santiago el apóstol: “Muéstrame tu fe sin obras, que yo por mis obras te mostraré mi fe”.
Ahora sí, como diría el padre Campitos, el corazón a Dios, el ojo al peso, y el lomo tieso. “Dios quiera y amanezca pa’lmorzar. ¡Güevones, pero antes hay que trabajar!”.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com