“Nada más está el dato de los 303 chinos masacrados en Torreón en 1911, que ha quedado como la única acción que se cometió contra los chinos, cuando realmente esto fue el comienzo de toda una política de persecución contra los chinos que dejó muchos muertos que no se han podido contar”, expresó a ZETA el autor de “Fantasmas del Oriente”, novela histórica publicada este año por Planeta
El genocidio, persecución y expulsión de chinos en Sonora entre 1931 y 1933, es lo que el narrador Imanol Caneyada cuenta en su novela histórica “Fantasmas del Oriente”, publicada este año por la editorial Planeta.
Aunque el caso del asesinato de 303 chinos en Torreón, Coahuila el 15 de mayo de 1911 es el más conocido, el autor recrea desde la ficción, pero con datos duros, el asesinato y expulsión de orientales en Sonora, sobre todo a finales de los 20 e inicios de la década de los 30 del Siglo XX, tal como también sucedió en Sinaloa y Nuevo León.
“Me parecía un poco indignante que en México no hubiera un registro puntual en la memoria colectiva de lo que se hizo contra la comunidad china, que fue traída a México a trabajar mediante un acuerdo comercial (en 1889) entre el gobierno de Porfirio Díaz y el gobierno imperial chino. En ese momento, México se les presentó como la gran posibilidad y la gran promesa, pero luego se les persiguió y asesinó impunemente”, refirió a ZETA Imanol Caneyada, recientemente reconocido con el Premio Bellas Artes de Novela “José Rubén Romero” 2020 con “Nómadas” y el Premio Nacional de Cuento “Agustín Yáñez” 2020 por “Una vieja próstata y un país nuevo”.
DESDE LA NOVELA
En “Fantasmas del Oriente”, Imanol Caneyada cuenta la historia de Iturbide Ayón, que un día de 2017 decide viajar de Mexicali a Hermosillo en autobús, para cumplir una promesa hecha a su padre, Juan Ayón, en su lecho de muerte.
El protagonista promete a su progenitor que hará justicia a su abuelo Yang Gao y su tío abuelo Yang Tao, quienes fueron perseguidos en Sonora, además de haber sido despojados de su tienda El Dragón de Shanghái en Hermosillo, en 1933; incluso su tío abuelo fue asesinado.
Cuando Iturbide Ayón llega a Hermosillo, la tienda ya no se llama El Dragón de Shanghái, sino Electrodomésticos Garzón, de la familia sonorense de ese apellido, establecimiento que el protagonista intentará recuperar y hacer justicia, tal como prometió a su padre, pero no será fácil, pues han transcurrido más de 80 años. Su vida, como la de sus antepasados, también correrá peligro.
“Los personajes son totalmente ficticios -aclaró Imanol Caneyada-. Hay una investigación histórica que tiene que ver más con el contexto, más con las situaciones que vivió la comunidad china desde el proceso de migración, la llegada, los trabajos de semi esclavitud, hasta la persecución que se desata brutalmente, sobre todo a finales de los años 20 y principios de los 30.
“Todos los personajes que aparecen en la novela son ficticios, no hay un seguimiento biográfico o que estén basados en personas específicas que pudieron existir en la realidad; tiene que ver con la información que yo fui juntando, con la documentación que me fui encontrando. En el abuelo y tío abuelo de Iturbide Ayón vamos a encontrar diferentes biografías de historias que me fui encontrando cuando hice la investigación, y las reuní en la novela para que hubiera un panorama más amplio de todo lo que vivió la comunidad china”, apostilló el narrador.
EL ANTICHINISMO
Aunque los personajes en “Fantasmas del Oriente” son ficticios, los datos históricos corresponden a la realidad.
“La mayoría de los datos duros que tienen que ver con años, fechas, leyes, etcétera, me la encontré en artículos especializados, tesis de maestría y doctorales de universidades de la región, donde sí se ha hecho un trabajo de investigación sobre este genocidio”, confirmó Caneyada a este Semanario.
Entre los datos duros, por ejemplo, destaca la documentación del antichinismo en el país, promovido abiertamente desde la esfera política cuando Plutarco Elías Calles asumió la Presidencia de México (1924-1928).
“Para principios de los 30, en México había más de 250 comités antichinos esparcidos por todo el país que se establecían en las sedes de lo que era el naciente Partido Nacional Revolucionario, que después va a ser el PRI. Los comités antichinos estaban impulsados por los políticos, pero integrados por comerciantes que veían en la comunidad china una amenaza, una competencia, que ellos consideraban desleal. La labor de los comités antichinos era crear en la sociedad un discurso y un sentimiento antichino y alimentarlo desde periódicos que ellos tenían o financiaban o desde discursos públicos.
“En algunos lugares como en Sonora y Sinaloa, estos comités antichinos se convirtieron en grupos paramilitares tremendamente violentos que recurrieron a la coacción violenta, a la amenaza física y al asesinato en contra de los chinos”, destacó Caneyada.
Los encargados de llevar a cabo la persecución y asesinato de chinos, por supuesto no eran los políticos, sino las llamadas Guardias Verdes, básicamente compuestas por antiguos revolucionarios que fungían como grupos paramilitares.
“Entre el año 1931y 1933 es el momento más crítico de esta persecución, cuando de los discursos contra los chinos se pasa a hechos enormemente violentos, con la permisibilidad, indiferencia e impunidad garantizada desde el poder político; y bueno, estas Guardias Verdes llegaron a cometer cualquier barbaridad: llegaban a los negocios, agarraban a los chinos y se los llevaban a la frontera para echarlos a Estados Unidos, si se resistían, en el camino los mataban o los colgaban en los árboles, esto está documentado”, subrayó el autor.
Originario de España (San Sebastián, 1968), pero nacionalizado mexicano en 2005, Imanol Caneyada se estableció en Hermosillo, Sonora desde 1997, donde conoció y constató el caso de la expulsión y asesinato de chinos:
“Hay cantidad de gente que te puede contar en Sonora, haberlo vivido de niño o haber escuchado a sus padres contar cómo colgaban a los chinos de los árboles, cómo los fusilaban sumariamente en los caminos; de manera que, cuando entran las Guardias Verdes, los grupos paramilitares, lo que era un discurso incendiario contra los chinos, se convirtió en acciones violentas de expulsión y exterminio.
“En cuestión de un verano, entre junio y agosto de 1931, de 2 mil comercios chinos, mil 500 pasaron a manos de mexicanos; llegaban las Guardias Verdes, los comités antichinos, los amenazaban, les decían ‘Aquí está el traspaso a nombre de fulanito de tal, en quince días vamos a venir a tomar posesión de esta tienda, de este comercio, y tú haces maletas y te vas, si no, atente a las consecuencias’.
“Este baño de sangre contra los chinos termina con la llegada de Lázaro Cárdenas al poder, acaba con todo esto y aplaca a los grupos cercanos a Plutarco Elías Calles y a todos los diputados que habían construido los comités antichinos nacionalistas, les empieza a quitar poder y termina la persecución brutal contra los chinos”, relató Imanol Caneyada.
EN SONORA
La masacre de 303 chinos en Torreón, Coahuila el 15 de mayo de 1911 es la más conocida o reconocida por la historia oficial, aunque Imanol Caneyada advirtió que la persecución y asesinato de chinos sucedió en diversos estados del país, como Sonora, Sinaloa y Nuevo León.
— ¿Por qué no son conocidas las estadísticas de chinos asesinados en Sonora?
“Lo que yo encontré, es que era muy difícil porque eran acciones muy aisladas que sucedían, así como en el caso de Torreón, donde el 15 de mayo de 1911 entran las tropas maderistas y en colaboración con la ciudadanía ejecutan esa masacre de 303 chinos.
“En el caso de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Nuevo León, también hay registros de persecución y de asesinatos impunes, pero nadie los contó porque eran como hechos aislados; de pronto agarraban un grupo de chinos de tal lugar y llegaban las Guardias Verdes y los expulsaban, pero en el camino los mataban o los llevaban a la frontera y los echaban del otro lado en Estados Unidos; por supuesto que los vencedores de toda esta masacre, quienes más se beneficiaron, lo siguiente que hicieron fue tratar de ocultar todo esto, de minimizarlo, entonces no hay un registro por cómo se dio.
“Quienes se beneficiaron del despojo de la comunidad china, que en cuestión de décadas se convirtió en una comunidad muy próspera en México, eran las familias de los políticos que estaban en el poder, que vieron un enorme botín y construyeron un discurso fascista, xenófobo y racista para justificar los crímenes que cometieron para quedarse con las propiedades de los chinos; así, tan sencillo y absurdo, pero tan real y tan efectivo”.
Imanol contó que, a diferencia de Coahuila, Sonora, Sinaloa y Nuevo León, en Baja California fueron recibidos los chinos expulsados de otros estados, aunque desde la esfera política se les cobraba derecho de piso, pero no fueron asesinados:
“En Baja California, lo que hace Abelardo L. Rodríguez y después Cantú es actuar como mafiosos, les dicen a los chinos: ‘Bueno, nosotros les podemos dar protección, aquí pueden venir a refugiarse a cambio de un dinero cuantiosísimo’; les cobraron derecho de piso, como actúan los mafiosos. En Mexicali, los encerraron en un gueto, pero no hubo esta violencia desatada que se dio en Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo León y Coahuila”.
Caneyada reflexionó:
“Es muy curioso de que nada más está el dato de los 303 chinos masacrados en Torreón en 1911, que ha quedado como la única acción que se cometió contra los chinos, cuando realmente esto fue el comienzo de toda una política de persecución contra los chinos que dejó muchos muertos que no se han podido contar”.
EL GENOCIDIO
“La ofensiva orquestada desde el poder contra la comunidad china durante esos años trágicos tiene un nombre: genocidio”, advierte el protagonista Iturbide Ayón en “Fantasmas del Oriente”.
— ¿Por qué califica en la categoría de genocidio la expulsión y asesinato de chinos en Sonora?, se cuestionó a Imanol Caneyada.
“La Convención de Ginebra (1949) da una serie de puntos para que sea considerada como genocidio una acción, como la que sucedió en México contra la comunidad china. Lo que hace el personaje Iturbide Ayón, es tratar de ponerle un nombre que hasta ahorita había sido muy poco nombrado, y nombrado de forma eufemística: la expulsión de los chinos. Al darle un nombre tan fuerte, genocidio, la intención del personaje es visibilizar algo trágico que sucedió y que, al ser silenciado, perdía su verdadera dimensión.
“Iturbide Ayón asume esta palabra, genocidio, para nombrar lo que les hicieron a sus antepasados, basado en la descripción de lo que dice la Convención de Ginebra de lo que es un genocidio”.
LA FICCIÓN EN LA HISTORIA
“Siento que, independientemente de lo que suceda con mi cruzada, estoy estableciendo alguna clase de justicia, la única que trasciende la mezquindad humana: la de la memoria”, dice el protagonista de “Fantasmas del Oriente”.
—¿Qué papel juega la ficción en la recreación o interpretación de un pasaje histórico no tan conocido o hasta ocultado por la historia oficial, como el del genocidio chino en Sonora?
“Creo que la novela tiene un poder que va más allá del documento histórico. Me parece que por encima de la crónica histórica o del análisis sociológico o antropológico, la ficción lo que hace es construir empatías con el lector, diálogos que para el lector tienen significados mucho más personales e íntimos que los datos. El dato de que en un verano, de 2 mil comercios propiedad de ciudadanos chinos, mil 500 pasaron a mexicanos, me puede impactar, asombrar, incluso hasta indignar, pero hasta ahí; sin embargo, cuando conozco una historia específicamente de una persona de cómo sufrió, cómo vivió este despojo, esto hace que sea mucho más desgarrador y el grado de empatía se multiplica. Con este tipo de novelas, muchas veces lo que buscamos es construir empatías, puentes para dialogar con aspectos oscuros de nuestro pasado”.
A propósito de la espinosa historia de persecución y genocidio chino en Sonora, el novelista concluyó:
“Uno de los grandes retos que tiene la literatura, es contar las historias incómodas, que nos enfrentan a nuestra propia condición como sociedad, como colectivo y como individuos”.