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domingo, febrero 18, 2024
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De lo fácil a lo difícil

La reunión fue a puerta cerrada. Se opinó sin llegar a la discusión. Me sorprendió cómo en tan corto tiempo acordamos. Directivos de la Sociedad Interamericana de Prensa, dueños y directores de periódicos mexicanos afiliados o no a tan prestigiosa organización. Nunca fui invitado a un acto igual. Tampoco supe de algo parecido en los últimos cincuenta años. Hombres y mujeres con ideas distintas. Acostumbrados a dirigir una publicación, y por ello a ordenar y mantener su postura. No fácilmente nos convence alguna opinión diferente y, por el contrario, tratamos de imponer la nuestra. Somos por naturaleza de esa forma.

Me sorprendió la asistencia, en su mayoría de la Frontera Norte: 24 representando a 35 periódicos. Asistimos no a un festejo con gastos pagados. Cada uno fuimos por nuestra voluntad y cubrimos el costo de pasajes, estancia y alimentos. Nada gratis. Eso cuenta más. Y la reunión convirtió en realidades sus propósitos: Exigir al Gobierno aclarar asesinatos de periodistas. Acordar las formas para compartir experiencia y tratar de evitar la fatalidad. Organizar equipos de investigación sobre los crímenes cometidos. Defender a los periodistas. Así fue prácticamente fácil firmar todos, sin excepción ni con reservas, la que se llamó “Declaración de Hermosillo”. Ahora lo difícil será cumplirla.


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Nos hemos desgañitado reclamando a los gobiernos investigar y aclarar los asesinatos a periodistas. Castigar a los culpables. He visto pasar un sexenio federal tras otro. O estatal. Y nada. Los funcionarios simplemente prometen y no cumplen. En ocasiones sirven más al asesino. Tienden el manto del silencio para olvidar a la víctima.

No es nuevo decirlo, pero vale insistir: Muchas veces los propios gobernícolas están relacionados directa o indirectamente con los crímenes de periodistas. Por eso no les conviene actuar. Anclan la investigación o trampean para que no investigue el Gobierno Federal. Pero ahora sucede lo más triste. Ni siquiera hay solución turnando los casos a la Procuraduría General de la República. Como apunta la conseja popular: “Sale junto con pegado”. Por eso una de las decisiones importantes al momento de redactar la “Declaración de Hermosillo”.

Originalmente señalaba “solicitar atentamente a las autoridades aclarar los crímenes”. Y se cambió la frase iniciándola con “exigir”. Ya lo decidimos. Ahora es preciso definir la forma cómo llegar y encarar al propio Presidente de la República y a los gobernadores de aquellos Estados donde hubo víctimas. Puede ser entregándoles los recortes periodísticos donde las investigaciones apuntan a los culpables. Insistirles cómo es tarea de la administración pública la persecución, captura y proceso. Hacerles ver con hechos la forma tan sospechosa como esto no ha sucedido.


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Uno de los propósitos es exigir a Vicente Fox que aclare los crímenes sucedidos en su sexenio. Ha sucedido desde hace años. Cierta ocasión, un vocero presidencial simplemente dijo, para zafarse la monserga del reclamo, “…lo que no fue en nuestro año, no es nuestro daño”, acomodando así a su conveniencia el viejo refrán.

En lo personal estoy seguro: Si Fox tuviera la voluntad política de atrapar a los asesinos, bastaría con una simple orden. Pero simplemente ha dicho “investiguen”. Y con eso la complicidad entra como niño de kínder al recreo. Nunca he visto a Fox insistir. Al contrario, le siento cada vez más incómodo cuando le ponen tan espinosos asuntos sobre su mesa. Sale con respuestas simplonas: “Me comprometo” o “no solamente Ustedes están preocupados, nosotros también”. Todos los periodistas sabemos dónde se encuentra la punta de la madeja para aclarar el caso de Alfredo Jiménez, de El Imparcial de Hermosillo. O el del Licenciado Francisco J. Ortiz Franco, de ZETA en Tijuana. Los de la compañera María Guadalupe y Roberto Mora en Nuevo Laredo o el señor Arratia, también en Tamaulipas.

Y de hace muchos años hay constancias sobre numerosos asesinatos. Pero todos han caído en la indiferencia y el olvido. Me sorprende cómo existen mafiosos en prisión que ordenan asesinatos de periodistas: Benjamín Arellano, Osiel Cárdenas Guillén y Humberto Rodríguez Bañuelos. Pero inexplicablemente las autoridades no les han iniciado el proceso por sus sinvergüenzadas. Por eso hay ocasiones que esa actitud empuja a la creencia de complicidad. Es entonces un reto serio exigir a la autoridad. Los gobernantes del PRI antes y los del PAN hoy, no escuchan. Le juegan al desentendido. Aunque en sus campañas políticas se arriman a la tenebrosidad del caso para prometer la solución. Son abusadores inmorales de la situación.

Organizar seminarios para ilustrar a todos los compañeros en su tarea no será problema. Sobrarán quienes lo hagan como los asistentes. Lo difícil estará en la formación de equipos para investigación. Hay una mezcla de celo individual, empresarial y en ocasiones de temor para no tratar los espinosos casos de asesinatos. Sobran quienes han documentado tales asuntos con detalles. Pero el peso de sus publicaciones no es tomado en cuenta por los gobernantes. Por eso ahora la fórmula es más dificultosa. Vencer los caracteres personales. La infaltable posición del exclusivismo y sobre todo el miedo a ser víctimas.

Cuando nos reunimos hace días en Hermosillo y tratamos los pasos a seguir, les dije y estoy seguro. Los más interesados en saber qué está pasando aquí no son los periodistas de todo el norte. No. Los más interesados son los narcotraficantes. Y opiné que ese mismo día se enterarían de todo lo que platicamos. Estoy seguro: Ya se encuentran en guardia. Comparativamente más que el Gobierno.

Saben perfectamente los mafiosos una cosa: Si la unidad se da entre los periodistas, se caerá la tapia de oscuridad que les protege. Por eso el propósito es vencer todos esos obstáculos. Trabajar unidos. Publicar al mismo tiempo y en diferentes ciudades. Desparramar la noticia para no caer, como les dije, en la vieja costumbre del “Llanero Solitario”. No permitir a los mafiosos aprovechar nuestras diferencias.

Todo esto tendrá mejores y mayores consecuencias si la “Declaración de Hermosillo” pueda tener en el futuro otras en el centro y sur de la República. Y con ello, aunque los celos aparezcan, hay que reconocerlo: Solamente bajo la convocatoria de una sociedad como la Interamericana de Prensa será posible. Hay tantas organizaciones agrupando a periodistas en el país y lamentablemente no se conducen hacia un mismo rumbo. La contundencia de la “Declaración de Hermosillo” pone en claro todo eso. Igual como las defensas en casos mexicanos por el Comité de Protección a los Periodistas de Nueva York y Reporteros sin Fronteras de Francia.

Por eso en la reunión de Hermosillo hubo quienes solicitaron crear un capítulo de la SIP en el norte mexicano. Muestra evidente de cómo nuestras organizaciones no funcionan como debe ser. Es triste escribirlo, pero así es. En fin. La facilidad con que se firmó la “Declaración de Hermosillo”, espero verla para convertir en realidad sus objetivos. Sinceramente lo espero.

 

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas,

publicada por última vez en septiembre de 2005.

Autor(a)

Jesús Blancornelas
Jesús Blancornelas
Jesús Blancornelas Jesús Blancornelas JesusBlancornelas 15 jesus@zeta.com
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