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viernes, febrero 16, 2024
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Nayaritas

Para secuestradores, los de Nayarit. Tienen fama en el noroeste mexicano. Son los más efectivos. Los menos conocidos y pocas veces capturados. Ligados tradicionalmente por el paisanaje, actúan en Sinaloa, Sonora y Baja California. A veces en Chihuahua y Nuevo León. Son inteligentes y por ello organizados. No rayan en el salvajismo cortando orejas o dedos. Dan la impresión de plagiar sin violencia. Que solamente la utilizan cuando encuentran resistencia y sucede pocas veces. Planean todo muy bien, escogiendo lugar, hora y candidato al plagio, con garantía de mucha recompensa y poco riesgo. Por eso nunca andan regateando rescates. Quién sabe dónde se esconden. Su destreza los aleja fácilmente de la persecución. Aunque sinceramente sospecho de arreglos con los policías estatales y federales. Su capacidad de soborno tal vez sea tanta o más, como la del narcotráfico, con la ventaja de un menor peligro.

No acepto que los investigadores ignoren quien, cómo, cuándo y dónde actuaron los nayaritas. Sospecho de esa complicidad cuando, teniendo pistas buenas o pescando rumores, no desarrollan una persecución. Su justificación para no actuar ha caído en lo chocante. “La familia nunca nos dijo nada”. Con eso se desentienden del asunto como quien se sacude la caspa de los hombros, aunque al rato los tengan más polveados. Los equipos antisecuestros de las policías estatales nunca tocan a los grupos importantes. La captura de “El Mochaorejas” no se debió a la inteligencia de la policía. El delincuente fue dejando tantas pistas, como el cuento aquel del chamaquito. Iba tirando pedacitos de pan en el camino donde lo llevaban, para tener así una referencia de como regresar.


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Normalmente la cantidad de secuestros es muy alta comparada con la cifra oficialmente reconocida en cualquier estado. Las procuradurías o delegaciones de la Procuraduría General de la República, solamente anotan los plagios conocidos y actúan como si deveras investigaran. Nunca hacen referencia a los públicamente conocidos, pero no denunciados oficialmente. En los llamados círculos sociales se escucha, con menos asombro y más familiaridad, “¿ya supiste que a Fulanito lo secuestraron?”. Contrariamente, la policía comenta hasta con desenfado: “levantaron a Fulanito. Pagó y lo liberaron”. Pero eso sí, agentes estatales y federales piden la presencia de prensa, radio y televisión para informar sobre la captura de plagiarios. Normalmente se trata de pobres diablos. Actúan tan torpemente y por eso los detienen. O se ponen tan nerviosos, hasta el punto de matar a sus víctimas sin razón alguna. Se delatan solos.

Hechos comprobables me dejar ver que, en ocasiones, a tales delincuentes (de poca talla) les cargan los delitos mayores. Recuerdo que en 1997 fue plagiado el empresario japonés Mamoru Kono. Hasta la fecha, policías de Sinaloa, Sonora y Baja California se han acreditado la captura de los supuestos plagiarios. Ya suman casi medio centenar, cuando ni a diez llegaron.

Los nayaritas tienen la característica de ir pocas veces al centro del país. Llegan a Sinaloa, Sonora y Baja California. Realizan el secuestro previa planeación. Cobran la recompensa y viajan a cualquier ciudad de esos estados, donde permanecen tan retirados del escenario como de la policía.


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Mínimo tres y hasta cuatro empresarios fueron secuestrados cada mes de este año en Sinaloa. Otros tantos o sus familiares en Baja California. Gracias a Dios, ninguno sufrió físicamente, más allá de las naturales incomodidades del plagio. Sus familiares quedaron marcados por la terrible angustia y para toda la vida. Eso no se olvida tan fácilmente.

En Los Mochis y Culiacán consulté a periodistas, ciudadanos y voceros del gobierno estatal. Así confirmé que a mayor número de raptos, hubo menor actuación de la policía. “Descuidamos mucho el grupo antisecuestros que funcionaba desde la pasada administración” -me informaron oficialmente en Culiacán, advirtiéndome-, “pero ya se contrataron especialistas de Chihuahua y Tamaulipas y están por llegar. Ahora se invertirá una cantidad considerable de recursos. Se reforzará a la policía con factores de inteligencia”. El gobernador Juan Sigfrido Millán anunció resultados en seis meses más. Creo su propósito tan bueno como el de Fox para todo el país. Pero tienen un pequeño problema: Pueden cambiar organigrama y hasta denominación a las procuradurías. No les dará resultado mientras sigan con los mismos policías, amafiados al secuestro, narcotráfico y hasta dirigiendo sus propias bandas.

En Sinaloa los plagiarios tuvieron una ventaja contraria a otros estados: La prensa mantuvo muchos años la política de no informar sobre estos delitos. Principalmente la influyente corporación de El Debate en sus ediciones de Culiacán, Los Mochis, Mazatlán, Guamúchil y Guasave. Dada su probada penetración, los editores decidieron no informar. Hacerlo -pensaron- fermentaría tan perversa actividad. Esto significó una gran facilidad para los plagiarios. La comunidad no estaba informada. Así, los malosos se vieron a salvo de “pitazos” o denuncias anónimas. Y la policía nunca tuvo las referencias de la prensa ni el reclamo popular.

Desgraciadamente don Ildefonso Salido, el ejecutivo principal de la corporación periodística, buen hombre y trabajador, fue secuestrado. Todavía El Debate en ese caso respetó su política editorial. Pero el colmo llegó cuando Pilar Salido, en julio, y Javier Salido, en octubre, fueron hostigados por tripulantes de una Cheyenne roja, sin placas y -coincidentemente- vista en varias ocasiones rondar por las instalaciones de El Debate en Culiacán. Es tan obvio este caso, empezando por el mismo vehículo y siguiendo con la estampa de persecutores descrita por perseguidos. Supongo que no hacía falta preguntarles si eran policías. Todo esto obligó a El Debate desterrar el silencio sobre los secuestros. Creo que tomaron una atinada decisión.

Otra mejor para la Familia Salido sería no aceptar las escoltas de la Policía Ministerial del Estado ni de la Procuraduría General de la República. En lo personal no confío en ellos. Tenerlos a un lado es tanto como facilitarles el camino a los secuestradores, a los matones por dinero, a los robacarros y a los asaltantes de residencias. Algunos -o todos- sabrían con más certeza cuándo, a dónde, cómo y por qué se trasladan los supuestamente protegidos.

Sinaloa empieza a ser un pequeño remedo de Colombia. Con lo que vi allá y me informaron acá, es para estremecerse. Ahora hay secuestros hasta entre mafiosos. Alguien es retenido mientras no se cubren pagos por la compra-venta de droga. Pero no se deja a un lado la trágica costumbre de ejecutar con ametralladora desde poca distancia, o pistola a la cabeza, a personas estimadas, pero distinguidas por su crítica a la mafia. También a los competidores en el sucio negocio. Mas de 400 cristianos han corrido tan desgraciada suerte en Sinaloa, nada más en lo que va del año.

Navolato sigue siendo la cuna de los capos. En Mocorito, Badiraguato y Guamúchil, los bancos mueven las mayores cantidades de dinero en todo Sinaloa. Es una pista excelente, desperdiciada por la policía para dar con los narcotraficantes. Ciudades clave, donde los mafiosos son queridos y protegidos. Fuera de allí, hasta en su propio estado son temidos, pero casi nunca perseguidos. Normalmente, la mezcla de narcotráfico y secuestro termina por volver frágiles a los gobiernos.

 

Tomada de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas,

publicada por primera vez en noviembre de 2000. 

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Autor(a)

Jesús Blancornelas
Jesús Blancornelas
Jesús Blancornelas Jesús Blancornelas JesusBlancornelas 15 jesus@zeta.com
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