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jueves, febrero 15, 2024
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Entre la vida y la muerte

“Se alivió el niño: san Jorge bendito; se murió el niño, médico maldito”.

– Adalberto González, Dichos Alteños.


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Indudablemente, la vida de la persona humana sea realiza entre el tiempo y la eternidad. El cuerpo ocupa la dimensión espacio-temporal y el alma-espíritu lo infinito.

La pandemia 2020-2021 se ha llevado a muchos amigos y conocidos jóvenes, adultos y ancianos. No necesariamente de esta peste actual, sino por los años de vida que Dios ha permitido caminar en esta tierra a muchas personas que ya han sido llamadas a la eternidad.


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Eternidad no significa que el espíritu humano en automático vaya a la felicidad prometida por Dios a los buenos, ni la vida eterna con el Creador se compra con llenar esquelas en los periódicos, sobre todo sino los que mueren abandonados o en la pobreza, de los que nadie se ocupa en los medios, no tendrían acceso a la vida feliz o beatitud. Como haya vivido uno acá, irá a vivir allá. Del suelo al Cielo.

De los libros sobre el tema de la Vida más allá de la muerte, del Dr. Eben Alexander III, La Prueba del Cielo (Editorial Diana) es un relato sobre el asunto, contado por este neurocirujano norteamericano que lo vivió personalmente en Jerusalén, tras una cirugía que realizó a un paciente y se contaminó con la bacteria E. Coli, y en coma durante 8 días vio a Dios y saboreó la belleza del Cielo, del que lo hizo regresar solamente el amor a su pequeño hijo.

Santa Teresa de Jesús experimentaba en vida estas experiencias que escribió: “tan alta vida espero, que muero porque no muero”.

Durante siglos, el morir como mártir o testigo de Cristo fue una aspiración un deseo tan intenso, como lo expresaba el pequeño mártir de Sahuayo, Michoacán, San José Sánchez del Río: “Nunca estuvo tan fácil ganarse el cielo”, durante la persecución religiosa en México, donde murió martirizado en 1927-28.

Una de las ocupaciones más importantes y reales en esta vida seguirá siendo plantearse preguntas como, ¿Por qué vine a este mundo? ¿Por qué moriré? ¿Por qué sufro o enfermo? Habrá que revisar los libros sapienciales de la Biblia: Job, Salmos, Eclesiastés, Eclesiástico, Proverbios…

Ni la felicidad es puro gozar, ni es puro sufrir. Según la espiritualidad de San Ignacio de Loyola o San Agustín y de tantos hombres santos, la felicidad o la vida es un equilibrio entre aceptar tanto las alegrías como las tristezas, los éxitos como los fracasos. La salud y la enfermedad. Según el juramento matrimonial tradicional de amar a la esposa o esposo, en la prosperidad y lo adverso.

No habrá que olvidar que de 1521 a 1737, hubo en México más de 17 pestes, inundaciones y desgracias como la actual; y en todas ellas las personas imploraron en México por la paz, la salud, el orden; para eso se apareció y quedó entre nosotros la Santísima Virgen de Guadalupe, según se lo expresó a San Juan Diego, y lo cumplió y lo sigue cumpliendo.

Esta situación única para muchos de nosotros, nos puede arrinconar o acartonar como ha dicho el pensador danés luterano Soren Kierkegaard: Sin la Fe solo nos queda desesperarse o creer. (Temor y Temblor).

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

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