Miguel Ángel Beltrán Munguía, había sido uno de los más discretos lugartenientes del Cártel de Sinaloa en la Capital del Estado. Pese a que tenía más de 20 años operando el tráfico de droga como cabecilla de una célula a las órdenes de Ismael “Mayo” Zambada, el conocido como “El Indio” logró ser una sombra para las autoridades de los tres niveles de gobierno, hasta que el 9 de enero de 2020, su cadáver se localizó en un terreno baldío en los alrededores de la carretera a Islas Agrarias. La principal línea de investigación sugiere que fue asesinado por el propio cártel, debido a un conflicto interno derivado de un “baje” de droga
Su nombre y rostro eran un misterio para autoridades municipales, estatales y federales, pero sabían que desde hace varios años operaba bajo la estructura criminal del Cártel de Sinaloa en Mexicali.
Miguel Ángel Beltrán Munguía prefería la discreción y solo se conocía su mote por medio de informantes y detenidos, pero por mucho tiempo se desconocieron detalles de su persona.
A diferencia de personajes como Felipe Eduardo Barajas Lozano “El Omega”, cuyo nombre ya ha sido claramente identificado, e incluso su mote puede escucharse en narco corridos interpretados por el cantante de música regional Gerardo Ortiz, Beltrán no dejaba huellas y seguro habría podido mantenerse de la misma forma, de no ser porque el sábado 9 de enero fue localizado sin vida a un costado del camino Islas Agrarias, en el ejido del mismo nombre, sección “B”.
Su asesinato ha encendido las alarmas de la Fiscalía General del Estado (FGE) y de las corporaciones locales, pues el apodado “El Indio” era considerado uno de los objetivos prioritarios de la criminalidad en Mexicali, por lo que su deceso sugiere una reestructuración en las células que operan en el municipio.
La principal hipótesis sugiere que el ataque a Beltrán Munguía fue perpetrado desde el interior del Cártel de Sinaloa, debido a un supuesto “baje” de varios kilogramos de cocaína, en el mes de diciembre, en el que aparentemente participaron elementos de la Agencia Estatal de Investigación (AEI).
Tras más de 20 años de trabajar para el Cártel de Sinaloa en Mexicali, “El Indio” fue ultimado a sangre fría, y varios de sus operadores más cercanos, incluyendo un ex agente de la Policía Ministerial del Estado, se encuentran desaparecidos.
LA MUERTE DE “EL INDIO”
Alrededor de las seis de la mañana del sábado 9 de enero, la central de emergencias recibió un llamado que alertaba de la presencia de un cadáver abandonado a la orilla del camino que conecta al Ejido Islas Agrarias “B” con el Ejido Tula, a unos 500 metros de la cohetería Cachanilla.
Policías municipales acudieron a la escena y observaron un bulto envuelto en una cobija color café con diseños. Debido a los amarres, la silueta humanoide era fácilmente perceptible, por lo que resguardaron la escena y solicitaron la presencia de elementos de la AEI y de personal de la Dirección de Servicios Periciales para que recabaran evidencia.
El cuerpo tenía poco tiempo de haber sido abandonado en el lugar, y aunque vecinos de la comunidad dijeron escuchar detonaciones durante la madrugada, la principal hipótesis establece que Miguel Ángel Beltrán Munguía fue dejado ya sin vida en la escena.
Según el dictamen establecido por el Servicio Médico Forense (Semefo), la causa de muerte fue por heridas provocadas por proyectil de arma de fuego en cuello, tórax y abdomen, pero solo una bala fue localizada en su cuerpo, específicamente, a la altura del omóplato.
Como huellas particulares, “El Indio” tenía un tatuaje con las letras “Brown Suggar” en el abdomen, una pantera en el hombro y las letras “RG” en antebrazo.
ENTRE EL “BAJE” Y LOS SALAZAR
Integrantes de la Mesa de Seguridad del Estado narraron a ZETA que las primeras indagatorias establecen que hay dos hipótesis en el asesinato de “El Indio”, pero en ambas se coincide que su muerte fue ordenada por un personaje de alto nivel en el Cártel de Sinaloa.
Días antes de su deceso, Beltrán Munguía estuvo visitando Guadalajara, Jalisco, donde permaneció varios días. Apenas regresó del aeropuerto a su vivienda localizada en la colonia Villafontana, se retiró para verse con unas personas; su familia intentó contactarlo y por varias horas tuvo comunicación con ellos, hasta que la mañana siguiente fue encontrado sin vida en los alrededores del Ejido Islas Agrarias “B”.
“El Indio” no cuenta con historial criminal de ningún tipo en los registros de Baja California, pese a que tenía más de 20 años operando criminalmente en la entidad. De hecho, cuenta con bienes a su nombre, tanto vehículos como propiedades, además de una licencia de manejo vigente que confirma su confianza.
“Él podía acudir a una plaza o a tramitar sus placas, sabiendo que no iban a detenerlo”, comentó un investigador estatal.
La principal hipótesis establecida por las autoridades estatales, es que la muerte de Beltrán Munguía se debió a un supuesto “baje” de varios kilos de cocaína ocurrido -presuntamente- la tarde del 17 de diciembre en el Valle de Mexicali.
Según lo indagado por fuentes de las Mesas de Seguridad, los hechos ocurrieron la tarde del 17 de diciembre, cuando un individuo identificado solamente como Rubén Francisco, de 45 años de edad, salió de un domicilio del Ejido Querétaro a bordo de un vehículo tipo pick-up Honda Ridgeline color gris, modelo 2011, placas AL4355A, por la carretera San Luis Río Colorado-Mexicali, cuando a la altura del puente que conduce al Ejido Nuevo León, fue interceptado por los tripulantes de un pick-up Dodge Ram color blanco, sin placas de circulación y luces rojas.
De la unidad descendieron tres sujetos que le apuntaron con pistolas de diversos calibres; lo hicieron bajar de su vehículo, indicándole que no levantara la cabeza y no los observara.
Solo pudo distinguir que los tres individuos llevaban equipo táctico y pantalón de mezclilla, además de cubre bocas oscuros. Los criminales lo obligaron a subir a la unidad Dodge Ram, poniendo el vehículo en marcha para adentrarse a un camino de terracería.
Durante el camino, los criminales no dejaron de golpearlo ni de amenazarlo de muerte si desobedecía el mandato de mantener su mirada en el suelo. Tras un tiempo prolongado, los delincuentes simplemente decidieron dejarlo ir.
La víctima caminó por varios minutos hasta un rancho cercano donde pidió ayuda al propietario, quien le prestó un teléfono para llamar a un familiar y al 911, por lo que de inmediato se activó la alarma policial ante un robo con violencia.
Agentes municipales tardaron muy poco tiempo en ubicar el vehículo abandonado en un terreno baldío localizado en el cruce de las calles Laderas y Palmeras, en el Ejido Islas Agrarias “A”.
Mientras los policías municipales custodiaban el lugar, dos vehículos sospechosos acudieron y exigieron información de lo sucedido, pero sin identificarse.
Los sujetos se desplazaban en un automóvil Ford Taurus Interceptor color blanco, placas nacionales AKY9217, perteneciente a la FGE; y en una unidad Dodge Ram de reciente modelo, sin placas.
De la primera descendió un individuo de tez blanca, complexión delgada y 1.75 metros de altura; vestía camisa blanca, con sudadera negra, gorra, cubre bocas negro, una placa colgada en el cuello y un arma fajada. El segundo era de complexión robusta y portaba pantalón de mezclilla azul, chamarra café, cubre bocas blanco y gorra negra.
En el parte policiaco, el agente municipal refirió que ambos individuos se mostraron prepotentes y no se quisieron identificar, por lo que decidió pedir apoyo ante la posibilidad de que pudiera tratarse de una situación de riesgo.
Al poco tiempo también acudió otra unidad Mitsubishi con placas del Estado de México, de la que descendió un individuo que tampoco quiso identificarse, limitándose a decir que atendió el incidente al observar que había varias unidades en la escena.
Una fotografía recabada por ZETA sirvió para establecer que uno de los que acudió a la escena es Ludwing Guillermo Pérez Rubio, agente del Ministerio Público adscrito al área de Secuestros.
La víctima solo reportó el robo de poco menos de 3 mil dólares que llevaba entre sus pertenencias, además de algunos objetos personales y el automóvil. Este Semanario solicitó una versión oficial al coordinador de Comunicación Social de la FGE, Enrique Méndez, pero simplemente no atendió la petición.
Elementos encargados de la investigación del caso precisaron que además de lo reportado, la unidad llevaba varios kilos de cocaína, los cuales fueron “robados” por los criminales, de quienes se desconocen mayores detalles. Mientras que fuentes de inteligencia establecieron que a raíz de este “baje”, cargos superiores del Cártel de Sinaloa ordenaron la muerte de “El Indio”, también apodado “El Mike” o “El MK”.
La segunda hipótesis es más circunstancial que sustancial, pues se explora la posibilidad de que la agrupación delictiva Los Salazar pudiera estar detrás del crimen, cuyo objetivo sería “tumbar” a los líderes de la “plaza” y apoderarse de la actividad criminal de la región.
La hipótesis surgió a raíz de la manta localizada en el puente peatonal ubicado frente a la Vicerrectoría de la Universidad Autónoma de Baja California, presuntamente atribuida al grupo criminal originario de Sonora.
“Avizo importante para todos los lava dinero del narco que son las casas de cambio, acostumbrense a un peso de banda sino se los va a cargar la verga atte. Los Salazar”, reza la manta exhibida el mismo sábado 9 de enero, cuando fue encontrado el cadáver de Miguel Ángel Beltrán Munguía.
Aunque investigadores del caso no cuentan con evidencia para establecer una línea directa en el crimen, optaron por incluirlo en la investigación debido a la coincidencia de tiempo y lugar.
En lo que coinciden ambas versiones, es que el asesinato de “El Indio” no es un tema menor, pues no cualquiera se atrevería a perpetrarlo sin tener un respaldo, ya sea de un grupo muy grande de matones, mucho dinero o respaldo directo de Sinaloa.
Ahora, integrantes de las Mesas de Seguridad para la Construcción de la Paz permanecen en alerta ante la posibilidad de que pudiera generarse una reestructura de las células criminales que operan en Mexicali.