Me pinto y pinto con mis recursos,
y simplemente la gente cree que estoy en un concurso.
Lo único que hago es sonreír y luego saludo,
pero los demás me hacen sobresalir, aunque esté fachudo.
Trato de pasar solamente desapercibido
como ardilla albina en su propio hábitat;
aun así me buscan como si no fuera cualquier otro,
y me miran como si en su conversación fuera solo su mitad.
Aunque trate de que mi pintura se decolore,
la gente cree que es algo buena y quiere que lo adore;
pero yo no quiero que eso sea de admirar.
Yo solo pido que yo también sonría al momento de mirar.
Quiero que mi sonrisa y mi actitud
se representen verdaderamente en la pintura con toda plenitud.
Yo no quería que la pintura se volviera lo que temí:
Una pintura mal hecha, solo para mí…
Luis Eduardo Lara Quijano.
Tijuana, B.C.
(Preparatoria Educare, grupo 401).