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viernes, octubre 4, 2024
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Todos sus subalternos

El día de su primero de dos informes que como gobernador tendrá Jaime Bonilla Valdez, dio una muestra más de su poderío en Baja California.

Ya se anticipaba previo a la elección donde resultó electo por dos años para administrar los recursos y destinos del Estado, que el suyo sería un gobierno feudal. Aquel en el que no existe separación de poderes, ni órdenes de gobierno.

Un tanto desconocedor del sistema político mexicano y otro tanto empoderado, Bonilla desde la súper delegación que le confió el Presidente Andrés Manuel López Obrador, había actuado con ese poco tacto político, interfiriendo en esferas que no son de su competencia y erigiéndose como el Primer Morenista del Estado y, por tanto, el todopoderoso.

Cuando ganó el gobierno, asumía que despacharía, por ejemplo, en los ayuntamientos. En una ocasión, cuando se le preguntó desde cuál oficina despacharía en Tijuana si como pretende -aunque no esté permitido por la Ley-, ceder el edificio del Centro de Gobierno a la Universidad Autónoma de Baja California, orondo respondió: desde las oficinas del Ayuntamiento. Después, para disminuir un poco el exceso, declaró que solicitaría a Arturo González Cruz, entonces alcalde electo de Tijuana, unas oficinas en Palacio Municipal para despachar.

La historia, pues ya la conoce. González Cruz no permitió la intromisión del gobernador en la administración municipal, luego aspira a sucederlo y entonces surgió la enemistad. Bonilla nunca despachó en el Ayuntamiento de Tijuana, sino en las instalaciones de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de este municipio (CESPT), y eventualmente en el Centro de Gobierno que aún no entrega a la UABC.

Lo que sí hace, es tratar a los funcionarios de otros poderes y de otros órdenes de gobierno como si fueran sus subalternos. Les da órdenes, los cita obligadamente, les llama la atención, los utiliza a su interés y conveniencia, y sabiendo que en caso de rebelarse padecerán la ira bonillista, como sucede con la alcaldesa de Tecate, Zulema Adams y Arturo González en Tijuana, que no se doblegaron a los designios del gobernador, pues los funcionarios o representantes de otros poderes y otros gobiernos, prefieren jugarle la fácil al irascible ingeniero.

En su proyecto, es evidente que Jaime Bonilla considera que está actuando adecuadamente, que el resto de los poderes y los gobiernos deben someterse a sus decisiones y acciones porque él es el gobernador del Estado, aunque su fuero solo sea el estatal, o sea, uno de 32 gobernadores, el poder lo ejerce al máximo. Sea presionando, dominando o ejerciendo control.

Así quedó clarísimo el día de su Primer Informe de Gobierno, muy al estilo de sus presentaciones por Facebook donde tiene invitados, da carrilla y los exhibe. Hizo subir al escenario del Anfiteatro 11 de Julio en Tijuana, a quienes integran su gabinete, a manera de reconocimiento por el trabajo desempeñado. Y de manera muy natural para él, citó y obedeció el fiscal general del Estado, un ente autónomo que por lo tanto no pertenece a la estructura del Gobierno del Estado y cuyo titular no es miembro del gabinete, pero en este caso, siendo el compadre de Bonilla, el fiscal subió feliz cuando en medio del pase de lista del gabinete, fue requerido.

Y ahí estaba entre secretarios, Guillermo Ruiz Hernández, el fiscal general del Estado que de autónomo solo tiene la letra en el papel donde se redactó la Ley. De igual forma, Bonilla presumió como logros, los pocos resultados positivos que ha logrado la FGE y se adjudicó la creación de la misma, cuando esa es una tendencia nacional ante la reforma para crear la Fiscalía General de la República.

Ya entrado en el goce y disfrute del poder, Bonilla también hizo subir a su escenario a los alcaldes. Bueno, solo a cuatro: Armando Ayala Robles, de Ensenada; Marina del Pilar Ávila, de Mexicali; Araceli Brown, de Rosarito; y Karla Ruiz, entonces alcaldesa suplente de Tijuana. Por supuesto no fue requerida la presencia de  Zulema Adams ni la de Arturo González Cruz por Tecate y Tijuana, respectivamente.

El resto de los presidentes municipales hicieron caravanas en el informe del gobernador para lucimiento de este.

Ahí no terminó la cosa. Para que quedara claro el poder de Jaime Bonilla y quién está detrás de las decisiones legislativas, también hizo subir a su espectáculo en vivo, a los diputados de la fracción de Morena al escenario del Primer Informe. Y ahí fueron, uno a uno, obedeciendo a su líder máximo para agradecer el trabajo en conjunto.

El Poder Legislativo es independiente al Ejecutivo que encabeza Bonilla, pero eso no importa cuando en BC se vive un gobierno feudal.

Solo le faltó subir al escenario al presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, que entonces era Ignacio Pérez Castañeda y se encontraba presente. Pero es conocida la tirria que el mandatario  le tiene al Poder Judicial, al que pretende poco a poco desmantelar y apoderarse también de esa institución, primero quitándole los servicios forense, después desapareciendo el Consejo de la Judicatura, siendo él quien decida quiénes son aptos para ser electos -por el Congreso- magistrados del Tribunal Superior de Justicia.

En el colmo del espectáculo político que fue el Primer Informe de Gobierno, Jaime Bonilla también hizo subir al escenario al rector de la Universidad Autónoma de Baja California, a quien llevó a su lado para entregarle un cheque que equivale a la deuda que con esa institución académica tiene el Gobierno del Estado. Más de mil 700 millones de pesos que el rector aceptó gustoso, por lo menos en papel, aunque no se sabe nada del depósito, si fue efectivo el cheque, si tenía fondos o solo fue parte del show.

Jaime Bonilla también hizo patente su desprecio por Mexicali, sede de los poderes del Estado y donde de manera tradicional, desde la creación del denominado “Estado 29”, los gobernadores han rendido su informe. Él prefirió desairar a la Capital del Estado como lo ha hecho desde que tomó posesión, y “cumplir” con la presentación de un informe desde Tijuana, en un anfiteatro construido por la sociedad civil frente al Centro de Gobierno que no quiere ocupar e insiste en entregar a la UABC.

Más que informe, el de Bonilla fue una desesperada muestra de poder en momentos en que se le está acabando. El 15 de noviembre, Morena inicia la encuesta para definir quién será candidato a sucederlo, y en unas semanas arranca formalmente el proceso electoral 2021 en Baja California. En nueve meses, en la entidad habrá un nuevo gobernador electo, y Bonilla terminará la cuenta regresiva de su gobierno de dos años y muchos subalternos.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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