Inciertos de la extinción de estímulos fiscales, coinciden cineastas mexicanos en revalorar al séptimo arte, pero discrepan en cómo afrontar desigualdad de oportunidades de proyección, si imponer nuevas políticas públicas de distribución o generar públicos con historias de calidad; mientras el streaming se fortalece como opción frente a carteleras
Morelia, Michoacán. Invitando a la discusión sobre cómo afrontar la desigualdad de oportunidades de proyección en salas frente a las propuestas hollywoodense, y reflexionando sobre el futuro inmediato del cine en México y el nerviosismo ante los panoramas de una posible extinción de estímulos fiscales que afectarán a toda la cadena productiva de la industria fílmica del país; realizadores, guionistas, productores y líderes del gremio reunidos en la decimoctava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), dialogaron con ZETA sobre la importancia de revalorar la cultura y el séptimo arte.
“De nada sirve hacer una película para guardarla en un disco duro. El Estado tiene que impulsar la cadena productiva del cine hasta el punto de cubrir sus gastos, generando dinero para realizar otra, distribuirla, pero todavía no se entiende que el cine es una industria cultural, tiene los componentes y hay que fortalecerla”, aseguró Cuauhtémoc Cárdenas, cofundador y vicepresidente del FICM.
En entrevista con el Semanario, Cárdenas enfatizó que los fideicomisos no solo financian una película, sino toda su cadena productiva: “Desde el asistente de producción más bajo en jerarquía hasta el escenógrafo, director de arte, vestuario, son beneficiados por igual en una película dominguera que de autor, se nos olvida que son trabajos colectivos encabezados por un director, es un trabajo como cualquier otro y deben existir incentivos como una industria que genera empleos”.
Por su parte, Carlos Armella, director de la cinta “¡Ánimo juventud!”, que recién estrenó en el encuentro moreliano y entrelaza cuatro historias trágicas contadas con humor con crítica social y reflexión sobre las brechas generacionales, argumentó que el cine mexicano está en riesgo: “Más allá del COVID, el retiro de los fideicomisos pone en peligro la cinematografía mexicana. Nos enfrentamos a un futuro oscuro, pero la comunidad del cine logrará expresarse pese a los obstáculos. Lo hemos visto en el confinamiento, los realizadores están creando en casa, con equipos más pequeños y las historias independientes cobran nuevo valor”.
Y advirtió:
“Con fideicomisos o no haremos cine. Ojalá haya otros apoyos para no frenar la industria que ya estaba en un momento saludable de producción, pese que los problemas están en la distribución, la exhibición. Producimos más de 200 películas al año, pero pocas salen a la luz”.
Gabriela Maldonado, productora del filme “Ricochet” (parte de la competencia de Largometraje Mexicano en el FICM), secundó: “El cine es resiliente, pero el reto seguirá siendo la distribución. Se subestima al público mexicano diciendo que no quiere ver cine nacional, y no es así. No se puede seguir programando ‘Transformers’ en las diez salas de un cine, sino poner una cuota que dé oportunidad al cine mexicano. Tenemos que impulsar un cambio como se hizo en Francia, hoy día sigue habiendo una cuota de cine nacional en sus salas de proyección, entonces los distribuidores compran cine francés, y eso debería ocurrir acá, aunque será un proceso de muchos años”.
LEYES IMPOSITORAS DE CINE MEXICANO
En contraparte, el afamado realizador mexicano Carlos Cuarón, quien estrenó en el FICM la película “Amalgama”, con actuaciones de Tony Dalton, Miguel Rodarte, Manolo Cardona y Stephanie Cayo, subrayó que no se debe impulsar una ley impositora, sino negociar con las exhibidoras (Cinépolis, Cinemex).
“No hay mucho que podamos hacer como directores, pero ahora con el aparato cinematográfico agremiándose entre directores, guionistas, sonidistas, podemos pactar, negociar y trabajar con las exhibidoras, no con el gobierno. Se puede hacer una ley que proteja el cine mexicano, pero en este país nadie respeta las leyes, de qué carajos sirve. Lo que sí podemos hacer es mejores películas e historias que conecten con los públicos”, reflexionó.
A lo que Michel Franco, director de “Nuevo Orden”, cinta reconocida con el Leoncino d’Oro en el Festival de Venecia, aportó: “El cine mexicano tiene una potencia extraordinaria, anima mucho ver nuevas voces del tamaño de ‘Sin señas particulares’, de Fernanda Valadez (ganadora del Ojo a Mejor Largometraje en el FICM), que me parece una ópera prima asombrosa. Vienen cambios, pero hay que tener fe en que las cosas no van a empeorar, y concentrarnos puntualmente en la distribución para que no se vaya todo a las plataformas. Es muy importante que nuestras películas estén en las salas de cine”.
En el mismo orden de ideas, Cárdenas, quien festeja al cine como alimento espiritual curativo y al FICM como ventana que fortalece y enriquece al cine mexicano señaló que a la industria nacional le hace falta reclamar su lugar en la exhibición comercial: “Se necesita abrir más espacios de proyección, pero no depende solo de los exhibidores, son un negocio, lo que hace falta es impulsar políticas públicas que mejoren la distribución porque al haber dinero público en la producción, distribución y exhibición, tendría que haber la obligación de hacer más eficiente y más profundo el impacto que tienen esos recursos, porque si no se desperdicia. No tengo duda en la calidad estética y artística o del peso cultural de la cinematografía mexicana, pero hay que impulsar su industria para que se vuelva autosustentable”.
RETOS, PLATAFORMAS Y RIESGOS
Para Astrid Romero, productora de la cinta “Sin señas particulares”, la extinción de fideicomisos significa un riesgo.
“Buscamos competir de manera igualitaria con el cine estadounidense, pero con el golpe de la posible desaparición de estímulos, voces como la de Fernanda (Valadez) y la mía están en riesgo, nosotras no venimos de familias de cine o familias de dinero, y gracias a que pudimos acceder a fideicomisos pudimos filmar la película”, a lo que Maldonado agregó: “Vemos con preocupación el futuro, de acuerdo al Imcine (Instituto Mexicano de Cinematografía), la mitad de las películas se hicieron con dinero privado, es un negocio, el resto son difíciles de financiar, y todos los cineastas merecemos una oportunidad. La industria no morirá, pero iremos en retroceso”.
Concerniente a las plataformas digitales, Maldonado aplaude el espacio del streaming, al ser una manera de proyectar simultáneamente en muchos países, “hay películas que se tienen que ver en cine, porque su experiencia es distinta a verla en casa, pero hoy en día se tienen que buscar ambas corridas, en el cine y luego en plataformas para que las vean la mayoría de gente posible”, externó a ZETA.
Para concluir, en cuanto a los nuevos retos para los realizadores mexicanos, la cineasta y productora televisiva Mariana Chenillo, quien comparte el guion de “Todo lo invisible” junto al actor chiapaneco Ari Brickman, explicó: “Lo más difícil es tener un guion y cómo financiarlo. Son como hijos, hay que gestarlos, educarlos, hacer que existan. Sin el guion no puede existir nada más, por ello lo importante de seguir apoyando el trabajo de los jóvenes para desarrollar historias, y también el apoyo a las películas es fundamental, porque tenemos un cine muy rico que está en peligro y no debemos quitar el dedo del renglón para que no desaparezcan los apoyos”.