Un partido se mantuvo en el poder en México durante casi un siglo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) dio lugar a lo que el politólogo Giovanni Sartori llamaría en su libro Elementos de Teoría Política (Cap. 4 Democracia. Alianza Editorial. Madrid, 1987) un “sistema de partido hegemónico”, en el cual se señala que el pluralismo político y la participación se ven limitados por la monopolización del poder. Por su parte, en 1990, el escritor Mario Vargas Llosa calificaría al sistema mexicano como una “dictadura perfecta”, “por la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido que es inamovible”.
En el año 1989 un partido distinto al PRI ganó por primera vez una gubernatura, la de Baja California.
Pero el cambio más trascendental sucedió en el año 2000, al haberse interrumpido el “sistema de partido hegemónico” o “dictadura perfecta”, al haber ganado el Partido Acción Nacional (PAN) la Presidencia de la República.
Doce años más tarde, el PRI regresó, pero solo por seis años, puesto que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) obtuvo el triunfo enseguida para ocupar la presidencia de México.
A partir de allí, se dio un nuevo modo o estilo de gobernar, y si bien ya en algunas ocasiones en sexenios anteriores se habían dado cambios incluso de nombre de alguna o varias dependencias, fue desde el arribo del actual Presidente de la República cuando se renombraron o fusionaron oficinas gubernamentales en el gobierno federal, pero trayendo también en cascada nuevos nombres a instituciones públicas a nivel estatal y municipal en múltiples estados y ayuntamientos.
Por una parte, se dieron cambios de forma, pero también de fondo, lo que mantiene aún hoy a nivel nacional, estatal y municipal, un proceso de ajuste social, económico y político.
Si bien es importante que se den cambios para lograr una evolución, más importante aún es que los países, los estados y las ciudades tengan planes de mediano y largo plazo para que sea posible su consolidación económica y social.
Lamentablemente, hasta el momento, México sigue siendo un país subdesarrollado como consecuencia de la falta de una evolución positiva, la cual cada día es más necesaria.
Los países que actualmente son considerados como desarrollados, han seguido rutas hacia su crecimiento, a pesar incluso, de que como lo comentamos en un artículo anterior, quedaron prácticamente destrozados tras una guerra mundial.
Por ello, es que se han realizado diversos esfuerzos para tratar de encontrar rutas que permitan a los países subdesarrollados salir de su atraso económico y social.
El más reciente de los caminos acordados a nivel global, establecido en el año 2015, lleva por nombre “Agenda 2030”, donde se heredaron los “objetivos de desarrollo del milenio”, signados en el año 2000, involucrando a toda la comunidad internacional, incluyendo a la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Precisamente hablando de cambios, pero dados en el camino correcto y no “solo para cambiar para que todo siga igual”, la re-firma de la agenda 2030 fue incluyente, tanto en cuanto la incorporación de las aportaciones de actores sociales, académicos y ciudadanos anónimos, como porque ya no solo participaron países en desarrollo, sino que, aunque con no pocas dificultades, se incorporaron también los llamados países desarrollados.
La mencionada agenda 2030 está estructurada por 17 objetivos de desarrollo sostenible, 169 metas concretas y cuantificados a través de 232 indicadores.
Por supuesto que hay objetivos nada fáciles, como lograr el fin de la pobreza extrema, pero se está en el camino correcto y es compromiso de todos los firmantes trabajar en lo individual y en conjunto para todo ello.
Será trascendental que México se apegue a un plan.
Todo es cuestión de evitar un país que renace una y otra vez.
Alberto Sandoval ha sido servidor público, educador de adultos, profesor de bachillerato, catedrático universitario, conferencista y activista ciudadano. Correo: AlbertoSandoval@AlianzaCivil.Org Internet: http://albsandoval.blogspot.com/ Facebook: Alberto Sandoval. Twitter: @AlSandoval