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jueves, octubre 3, 2024
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Familias destrozadas

Una de las manifestaciones del fracaso de las políticas económicas, educativas y culturales de los gobiernos burgueses, se revela en la descomposición, de-constitución o destrucción familiar, generando familias disfuncionales que se proyecta a las crisis en la base social. Un punto de vista más radical diría que la familia esta devastada por los divorcios, y los mochos espantados por la unión libre, in crescendo.

La familia es la célula del tejido social y no podemos dar la espalda a la realidad de familias en quiebra afectiva, emocional y económica. Vivimos en un nivel de conflictos y crisis que pasan y sufren como algo cotidiano a lo que nos hemos acostumbrado, pero no es humano, natural ni deseable. Y si lo evadimos, más temprano que tarde pagaremos la facturas; y de hecho, masivamente la pagamos a un alto costo, pues la familia está desmoronándose no solo en las clases altas sino en muchos estratos sociales. La casi plena ciudadanía de los matrimonios entre personas del mismo género es una evidencia del rompimiento del status quo tradicionalista que se resiste a reconocer la realidad del tercer sexo y el grupo de los bisexuales. La sociedad, la religión más arcaica y cerrada, no resuelve aún, con tolerancia y bajo el rigor de la antropología, los valores y derechos humanos.

Revise el libro FELIPE el oscuro, donde Olga Wornat mira a la familia del espurio expresidente Calderón. Personaje siniestro, que el destino cobra facturas de sus decisiones, del carácter violento en su vida personal y política, al haber robado la presidencia con la escandalosa e inolvidable complicidad del PRI, reconocido por un testigo privilegiado Roberto Madrazo Pintado.

Calderón fue el menor de cinco hermanos, con serios conflictos y confrontaciones con su padre. Un connotado político conservador panista, que por algunas razones que no se detallarán por respeto, se separó de su esposa y abandonó a sus hijos y el calorcito que alienta a la estructura básica. El niño Felipe de Jesús Calderón, lo abandonó, cuando más lo necesitaba. Esto causó heridas emocionales que probablemente expliquen sus complejos y resortes violentos, su inocultable alcoholismo, depresión y euforia. Hechos de los que hay varias evidencias de personas muy cercanas. De esto da cuenta su propio, Manuel Espino Barrientos, que fue presidente del partido y ahora reconvertido al Morenismo por el oportunismo que acaricia los privilegios del poder. Si este drama de vida, sucede arriba de la escala social, con colchoncitos culturales, educativos y religiosidad, imaginemos en la base de la pirámide social carente de redes que amortigüen los golpes de la orfandad económica y sociocultural.

El entorno directo y registrar situaciones de familias destrozadas. Y a veces el término destrozadas, se queda muy corto para la narrativa cotidiana de la página roja, la calle, la vecindad y las agencias de ministerios públicos, donde se desahogan y lloran los hechos.  Niñas y adolescentes que a los 12 años o más ya son madres, que a los 16 ya tienen dos o tres niños, que les marcan con hierro candente la existencia.

Vemos padres, madres, padres postizos enfermos, neuróticos, violentos que atentan y odian a sus hijas, golpean a sus hijastros. Hijos o hijas rebeldes por consiguiente que se van muy temprano de la casa -no pocas veces a la delincuencia- por no soportar injurias, maltratos o el alcoholismo, drogadicción o cosas peores e insoportables.

El abandono de los viejos no es gratuito. Hijos sin padres y padres sin hijos, o con ellos, pero dependientes y hacinados en una vivienda con roces graves con la promiscuidad. Madres solteras con experiencias de parejas que no funcionaron y una descendencia de hijos de diferentes padres, que burlan sus deberes de manutención.

Tienen un común denominador: la pobreza y ausencia de formación moral y creativa en el trabajo y carencias educativas formales. Ignorancia, machismo extremo y autoritarismo brutal, como centro nervioso de conflictos en todas sus expresiones, algunas manifiestas y otras enmascaradas, pero igual de lesivas y venenosas.

Padres que, por las adversas circunstancias sociales, educativas, económicas, la ausencia por migración forzada, pierden los lazos de comunicación y unidad afectiva con su familia, o familias. Porque vemos otro fenómeno, hay hombres “valientes” y temerarios que sostienen simultáneamente dos o más familias y las tensiones derivadas de estas presiones de ordinario también estallan.

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.

Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

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Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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