Recurriendo a la tecnología como ente creativo que impacta de manera humanista, el músico y escritor Alonso Arreola (ex bajista de La Barranca), quien lanzó junto a la cantante Denise Gutiérrez el podcast “Bajo a Voz”, prepara una serie de relatos como “El fin de la Navidad”, publicaciones y una transmisión en línea para dar salida a su ingeniería artística, además de enfatizar reflexiones sobre el contexto social y político actual.
“Terminé de escribir un par de libros, uno de ellos ‘Relamparia’, como una especie de relámpagos mentales, poesía y aforismos que he ido coleccionando por esa pasión por la síntesis; otro es para niños, ‘El raro abecedario de animales e instrumentos musicales’, con un orden pedagógico, lingüístico y musical, en el que asocio animales e instrumentos a través de ilustraciones”, relató a ZETA el polifacético artista que el 29 de septiembre se unirá al streaming del poeta y novelista español Agustín Fernández Mayo, por invitación del Centro Cultural España.
El inquieto columnista y maestro del Conservatorio de Música Contemporánea afirmó generar contenidos y abordar canciones como una manera de ecualizar su construcción artística, sin dejar de lado su preocupación.
“Me preocupan los gobiernos intransigentes, soberbios e ignorantes que establecen juicios de sus coterráneos. Me impacienta nuestro Presidente y su asistencialismo, Trump y los funcionarios del mundo que no aceptan críticas, entorpecen la inteligencia colectiva y nos alejan de la tolerancia. Me preocupa cómo el crimen organizado aprovecha el río revuelto para fortalecerse. Siento intranquilidad por cómo es observada la cultura desde las esferas del gobierno, se apela a ella en la cuarentena, pero se deja al último en las políticas públicas, también por la mala educación y el racismo”, apuntó Arreola, quien distribuye las ganancias de la suscripción a su podcast a maestros rurales.
Para el bajista, en medio del caos social aún queda mucho por celebrar de la mexicanidad: “Festejemos los amores, barrios, comidas, legados, y lejos de un nacionalismo anacrónico, la contemporaneidad que rescata nuestro pasado personal, familiar, individual y colectivo. No se trata de celebrar simplemente el himno, la bandera o los héroes patrios que nos quieren vender, sino de enorgullecernos y responsabilizarnos del entorno, de pensar en el otro como en Japón, que se predica con el ejemplo. Si barres la calle de tu casa y eso hacen todos, pues estará limpia la calle. Si esto se lleva a otros niveles, pues también estaría limpio el gobierno, dependencias y muchas cabezas, pero es más fácil hablar que crear verdades a base de apasionamientos, estamos muy lejos de lograrlo”.
