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martes, octubre 8, 2024
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La obra de Ray Bradbury a 100 años de su nacimiento

“No hace falta quemar libros si el mundo empieza llenarse de gente que no lee”, anota el escritor en su clásico “Fahrenheit 451”, ahora disponible de nuevo por Grupo Planeta, a través el sello Minotauro

 

Un clásico de la literatura universal es Ray Bradbury, autor imprescindible de quien este año el mundo celebra el centenario de su natalicio (Illinois, 22 de agosto de 1920- Los Ángeles, 5 de junio de 2012).

En conmemoración, Grupo Planeta, a través del sello Minotauro, reeditó gran parte de sus obras, entre estas “Crónicas marcianas”, “El árbol de las brujas”, “La feria de las tinieblas”, “Las doradas manzanas del sol”, “Green Town 1. El vino del estío” y “Green Town 2. El verano del adiós”. Por supuesto, en el catálogo que este año lanzó editorial Planeta, no puede faltar “Fahrenheit 451: temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde…”, su obra maestra publicada en 1953 tan vigente como su biblioteca.

En “Fahrenheit 451”, Guy Montag enfrentará al Capitán Beatty cuando empieza a leer y sobre todo a cuestionarse por qué de manera sistemática se ha dedicado a incendiar libros en sus últimos diez años trabajando de bombero; claro, tratándose de libros, siempre habrá aliados, como el ex profesor de literatura Faber, echado a la calle por el sistema educativo que prescindía de las Humanidades. Aunque obviamente enfrentar al sistema que odia a los libros podría traer consecuencias impredecibles que los lectores querrán saber.

En la edición de Minotauro, la traducción de “Fahrenheit 451” estuvo a cargo de Francisco Abelenda, aproximación literaria que conserva el tono poético de Bradbury.

Sin duda, el centenario del natalicio del autor es una excelente oportunidad para releer o acercarse por primera vez “Fahrenheit 451” y enterarse de la importancia que advertía en los libros y las bibliotecas.

Por cierto, un plus imperdible que incluye la edición 2020 de “Fahrenheit 451” es un posfacio escrito por Ray Bradbury en 1993, titulado “Fuego brillante”, donde revela algunos detalles de su celebérrima novela:

“Era relativamente pobre en 1950 y no podía permitirme una oficina. Un mediodía, vagabundeando por el campus de la UCLA, me llegó el sonido de un tecleo desde las profundidades y fui a investigar. Con un grito de alegría descubrí que, en efecto, había una sala de mecanografía con máquinas de escribir de alquiler donde por diez centavos la media hora uno podía sentarse y crear sin necesidad de tener una oficina decente. Me senté, y tres horas después advertí que me había atrapado una idea, pequeña al principio, pero de proporciones gigantescas hacia el final. El concepto era tan absorbente que esa tarde me fue difícil salir del sótano de la biblioteca y tomar el autobús de vuelta a la realidad: mi casa, mi mujer y nuestra pequeña hija”, confiesa Bradbury.

“No puedo explicarles qué excitante aventura, un día tras otro, atacar la máquina de alquiler, meterle monedas de diez centavos, aporrearla como un loco, correr escaleras arriba para ir a buscar más monedas, meterse entre los estantes y volver a salir a toda prisa, sacar libros, escudriñar páginas, respirar el mejor polen del mundo, el polvo de los libros, que desencadena alergias literarias. Luego correr de vuelta abajo con el sonrojo del enamorado, habiendo encontrado una cita aquí, otra allá, que metería o embutiría en mi mito de gestación. Yo estaba, como el héroe de Melville, enloquecido por la locura. No podía detenerme. Yo no escribí ‘Fahrenheit 451’, él me escribió a mí”.

En alguna parte del imperdible posfacio de “Fahrenheit 451”, el autor sentencia:

“Solo resta mencionar una predicción que mi Bombero Jefe, Beatty, hizo en 1953, en medio de mi libro. Se refería a la posibilidad de quemar libros sin cerillos ni fuego. Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza llenarse de gente que no lee”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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