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lunes, febrero 19, 2024
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Entre pilas

¿Qué le dice una pila a otra?

Es-tú-pila.


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Autor: Lector sin pila.

 

Diagnóstico

– Doctor, ¿cómo está mi suegra? ¿Se va a morir?


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“No”.

– ¿Y ahora?

“No”.

– ¿Y ahora?

“No”.

– ¿Y ahora?

“Ya deje de aventarme billetes, ¡no la mataré!”.

Autor: Médico sobornado.

 

La mascota

– Papá, quiero una mascota.

“Olvídalo hijo”.

– Pero ¿por qué, papá?

“¡Porque ya tuviste piojos el año pasado y los mataste!”.

Autor: Niño frustrado.

 

Comparación

Un hombre dice a su esposa:

– ¿Sabes una cosa? Tú eres para mí como un libro de matemáticas.

“¿Por qué lo dices, amorcito?”.

– ¡Porque estás llena de problemas!

Autor: Consejero matrimonial.

 

Piropo fallido

– El otro día iba caminando y un tipo de la nada me gritó “Mamacita, ¡quiero un hijo tuyo!”.

“¿Y tú qué hiciste?”.

– Le llevé al más grande, ¡porque es súper tragón!

Autor: Madre desnaturalizada.

 

Programador en el infierno

Un día muere un experto en programación y automatización de sistemas.

Llevaba una vida ejemplar, pero no creía en Dios, por tanto, lo mandaron al infierno. Era muy bueno programando y en poco tiempo arregló todos los desperfectos en el infierno, dejando todo que funcionara en forma automática, sin tener que resetear los equipos.

Instaló acondicionadores en las oficinas, cafeteras automáticas, sistema multicanal de TV en todos los departamentos y puso a funcionar muchos otros servicios.

Al enterarse de todo esto, Dios lo quiso transferir al Paraíso, pero el Diablo se opuso. Dios se molestó y le dijo:

“¡Te voy a demandar!”.

Sarcástico, el Diablo respondió:

“Sí, como no. ¿Y dónde encontrarás un buen abogado, si allá contigo no hay ninguno?”.

Autor: Un abogado.

 

El plomero

Después de arreglar una llave en diez minutos, el plomero presenta una factura de 5 mil pesos. Escandalizado, el cliente protesta:

– Oiga, señor, yo soy abogado y no cobro por mi consulta ni la mitad de lo que usted me está cobrando.

“Ya lo sé, cuando yo ejercía de abogado ¡también cobraba la mitad!”.

Autor: Ex alumno de Derecho.

 

Bajita

– Amor, ¿crees que soy muy bajita?

“Pues tienes una estatura común”.

– ¿De veras?

“Sí, común-duende”.

Autor: Un grandulón, seguramente.

 

Pura plática

Entra un señor a un bar y el camarero le pregunta:

– ¿Qué quiere?

“¿Que qué quiero? Una casa más grande, tener más dinero, que mi mujer sea más guapa…”.

–  No, hombre, que qué desea…

“¿Que qué deseo! Tener una mansión, ser millonario, que mi mujer sea estupenda…”.

– ¡No, hombre! Que qué va a ser…

“¿Que qué va a ser? Yo prefiero que sea niña, pero si es un niño, no me importa”.

– No, hombre, que qué va a tomar…

“¡Ah, hombre, eso se dice antes! ¿Qué hay?”.

– Pues nada, por aquí, como siempre, aburrido detrás de la barra…

Autor: Cantinero ocioso.

 

Error en el sueldo

– Jefe, este mes me pagaron de menos…

“¡Pero el mes pasado le pagamos de más!”.

– Sí, un error se entiende, ¡¿pero dos?!

Autor: Desempleo.

 

Prevención

– Doctor, ¿qué puedo hacer para que este año mi mujer no quede embarazada en vacaciones?

“¡Llévesela con usted!”.

Autor: Pareja aún en cuarentena.

 

Celoso a morir

Un matrimonio va por la calle y se encuentra con un amigo que se dirige al marido:

– Hola, Paco, ¿qué tal estás?

“Mal, Pedro, tengo un SIDA terrible. El médico me ha dado tres meses de vida”.

El amigo se despide rápidamente y se retira todo acongojado. La mujer le recrimina al marido:

– ¿Cómo le dices a la gente que tienes SIDA, si lo que en realidad tienes es cáncer de pulmón?

“Yo me voy a morir, ¡pero contigo nadie se divierte!”.

Autor: Moribundo y vengativo.

 

Todo planeado

Un matrimonio va por la autopista a 100 km/h. El marido conduce, mientras su mujer lo mira y le dice:

“Cariño, ya sé que llevamos 15 años casados, pero quiero el divorcio”.

El marido no dice nada, pero acelera lentamente hasta 110 km/h. Ella insiste:

“No quiero que hablemos de arreglarlo ni nada parecido, porque estoy teniendo una aventura con tu mejor amigo… y es mucho mejor amante que tú”.

De nuevo, el marido sigue en silencio mientras aprieta el volante con sus manos, al tiempo que sigue acelerando. Ella dice:

“Quiero la casa”.

El marido sube a 130 km/h. La fémina continúa:

“También quiero los niños”.

Él va a140 km/h, y ella, dale y dale:

“Quiero el coche, las cuentas bancarias y también todas las tarjetas de crédito”.

Lentamente el marido empieza a dirigirse contra el pilar de un puente que cruza por encima, cuando ella finalmente pregunta:

“¿Hay algo que quieras tú?”.

El hombre responde:

“No, tengo todo lo que necesito aquí mismo”.

Ella pregunta qué es y, justo antes de chocar contra el muro, el marido suelta:

“¡La bolsa de aire!”.

Autor: Un mecánico feliz.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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