El horizonte magisterial, en un breve lapso, se tornará más negro que una noche de tormenta. Esto, estimado lector, no una es profecía o lectura de cartas de alguna adivinadora gitana. Desafortunadamente, es lo que se vislumbra acontecerá al magisterio de Baja California y a todos los trabajadores al servicio de la educación y a los compañeros burócratas en Baja California. A continuación, de manera sucinta, me permito fundamentar mi comentario inicial.
A los trabajadores al servicio de la educación (intendentes, secretarias, bibliotecarios, prefectos, directores, inspectores, maestros, maestras, etcétera), se les brinda atención médica en el Issstecali (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores al Servicio del Estado de Baja California). Desafortunadamente desde hace varios años se observan grandes deficiencias en su operación o funcionamiento, tales como: insuficientes médicos generales y especialistas; medicamentos; suspensión de operaciones ya programadas; citas de 3 a 10 meses de espera para ser atendido por un médico especialista; falta de reactivos para exámenes clínicos, etcétera.
Esto a pesar que todos los trabajadores aportan una importante cantidad para su funcionamiento y mantenimiento, y otra el patrón-gobierno (el estado).
Por este motivo, no me explico cómo pretende el gobierno de López Obrador que se atienda a “Juan Pueblo”, cuando la infraestructura hospitalaria y de servicios no es suficiente ni para los de casa, que quincena tras quincena aportan para su sostenimiento.
No es posible pretender atender a la población en general, en las condiciones antes mencionadas. Celebro la intención de López Obrador de brindar atención médica a todo aquel que lo necesita, mas no puedo estar de acuerdo con la forma. No puede brindarles atención médica a unos, quitándosela a otros. Imaginen el caos que se ocasionará con semejante medida.
Se está vulnerando el derecho a la salud de todos los trabajadores al servicio de la educación. No es posible que se nos quite o se deterioren más los servicios médicos para atender a otros que no aportan, ni han aportado un centavo al Issstecali.
Y si se diera atención a personas con COVID-19, pues estaría bien, sería una medida transitoria; pero de ahí a atender enfermedades de todo tipo, mujeres embarazadas, partos, hospitalización, dar medicamentos gratuitos y a los no derechohabientes o afiliados… hay mucha distancia.
El universo de pacientes que atiende Issstecali es muy grande y necesita que se le inyecten recursos para eficientar su funcionamiento. Meterle más gente a un navío a punto de zozobrar es irresponsable y hasta criminal.
Aquí no se trata de “donde come uno, comen dos”. Aquí se trata de calidad de servicios médicos y de la vida de los trabajadores al servicio de la educación.
Este tema debe ser abordado por los distintos sindicatos en Baja California, para intentar contrarrestar esta grave situación que perjudicara a los actuales derechohabientes y trabajadores afiliados al Issstecali.
Atentamente,
Profr. Francisco Heredia Guzmán.
Tijuana, B.C.