24.6 C
Tijuana
domingo, octubre 6, 2024
Publicidad

El llanto del soldado

El día 25 de junio de 2020, supe del accidente carretero, a eso de las 7:30 a.m., en radio 1420 AM. Fue el momento de enterarme de tal percance.

Luego lo subieron a las redes sociales, y vi allí, sin censura, real, cruel, desgarrador, lo que abrazó la magnitud del vehículo Hummer tipo militar, volcado, con sus ocupantes heridos, golpeados, muertos, en una escena lamentable. Hace que te invada la tristeza, la pena, el dolor, como seres humanos que somos.

Un pelotón o grupo cumplido, obediente, disciplinado, entregado y con valor de entrarle a lo que venga. Quedó allí de manifiesto, ese día jueves 25. ¿Quién dijo que los militares no lloran?, ¿o los hombres? Al momento del accidente, el grupo de soldados del Ejército Mexicano, iba a atender un delito que no debió existir ni ser: el robo de hidrocarburo en líneas de Pemex. Claro, Pemex es de la nación y el ejército acudió, pero no llegó al núcleo del delito.

Tenemos gran cantidad de mexicanos que la deshonestidad y el dinero fácil los hace cometer delitos que alteran el orden público, la paz social, y generan miles de delitos que no debían ser. Caro, muy caro pagamos, con bajas a la milicia mexicana que se pudieran haber evitado; pero lo hecho ya sucedió, y hubo soldados muertos, pérdidas materiales, luto, dolor, llanto y demás tristeza.

¡Claro que lloran los soldados a la hora del accidente!, ahí, en uniforme tipo militar verde olivo, y el fusil tirado junto al herido soldado. Eso queda en segundo término y aparece el ser humano de carne y hueso, el del alma; dieron, como consecuencia, el llanto del soldado, el pedir auxilio junto a la desgarradora escena, de ver a sus compañeros de pelotón tirados, aplastados, inertes, sin aliento de vida… y por eso nació y brotó el llanto humano.

Como dice una estrofa del himno mexicano: “¡Guerra, guerra sin tregua al que intente de la patria manchar los blasones! ¡Guerra, guerra! los patrios pendones. En las olas de sangre empapad”. Y otra dice: “¡Para ti las guirnaldas de oliva! ¡Un recuerdo para ellos de gloria! ¡Un laurel para ti de victoria! ¡Un sepulcro para ellos de honor!”.

Sí, esos soldados que murieron, no deben quedar sus muertes en el olvido. Murieron en el cumplimiento de su deber, pero atendieron un deber, un deber (delito) planeado en la oscuridad y en las mentes de la ley, que distorsionan y afectan la vida de otros mexicanos de bien.

En paz descansen esos soldados; y los del llanto, mi respeto. Son humanos de carne y hueso y los abrazó la muerte y el dolor; por ello, el sollozo de nuestro orgulloso Ejército Mexicano.

¡Vivan los soldados! Aunque lloren, son nuestra última llamada y autoridad que tenemos, como esperanza. Ojalá la lea el Gral. Sergio Aponte Polito; sé que le gustará.

 

Atentamente,

Leopoldo Durán Ramírez.

Tijuana, B.C.

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas