De que aún tiene la espina clavada el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, aún la tiene. De hecho no ha superado el tema. Sigue aferrado a que le jugaron en contra intereses políticos, y no lo que en realidad sucedió: que imperó el Estado de Derecho, el respeto a la Constitución y a la certidumbre de las elecciones, entre otros principios que prevalecieron cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación falló contra la Ley Bonilla en mayo de 2020.
Todavía el fin de semana destiló su diatriba contra la Corte, órgano colegiado que de manera unánime, los once ministros que lo componen fallaron el 11 de mayo contra su ambición de quedarse en el gobierno estatal por cinco años y no dos para los cuales fue electo el 2 de junio de 2019, de acuerdo con la convocatoria electoral vigente al día de la elección.
Efectivamente la Ley Bonilla es un tema que el ingeniero no entiende qué falló. En un discurso más de corte político electoral que de jornada gubernamental, el fin de semana pasado en San Felipe, comparó su intención de gobernar durante cinco años, con los 30 que se mantuvo el PAN en el poder local o los “70 años priistas”, a pesar que desde que Baja California es Estado, en 1952, ha tenido ocho gobernadores del tricolor en un periodo de 42 años. Ese solo hecho, conforme a su discurso, le daba derecho a gobernar más allá del periodo para el cual fue electo.
Dijo textualmente Bonilla: “Los panistas dicen ‘nada más nosotros podemos gobernar por 30 años’, y antes de ellos, 70 años los priistas, esos son los gobiernos que nos han destruido, ¡ah, pero Morena, no le den más de dos años! ¡Es anticonstitucional! ¡No, no, no, hay que ir a la Suprema Corte! Ahí tienen a todos sus chacas. Ahí yo no gano ni una, yo aquí con ustedes gano, allá no, porque allá hay otros intereses políticos más importantes para ellos”.
Increíble que a estas alturas de la política, el mandatario haya olvidado lo que sabía de sobra, que este sería un periodo de dos años. Por eso no quería buscar la gubernatura en la elección de 2019, sino hasta 2021, pero cuando no tuvo de otra, intentó cambiar la Ley sin resultado favorable para él. Finalmente fue inconstitucional, y con el interés de que prevaleciera el Estado de Derecho, la SCJN determinó lo que Usted ya sabe y que al gobernador tanto le molesta.
Pero eso es algo que evidentemente, Bonilla no termina de comprender. Sigue respirando por la herida política, al grado que aprovechó el acto de gobierno para arengar contra otros partidos políticos, en una conducta que actualmente se analiza en el Instituto Estatal Electoral de Baja California: “A ver, díganme ustedes, van a venir aquí y les van a tocar la puerta los panistas, y les van a decir ‘oigan, ya no vamos a robar, ya cambiamos, ya vamos a ser decentes, ya olvídense de lo que hicimos y lo que destruimos, voten por nosotros’. ¿Van a votar por ellos? O va a venir el PRI y decir ‘yo robé por 70 años’, total, la gente no tiene memoria, ¿van a votar por ellos? ¿Por qué creen que están tan preocupados? Porque saben que el pueblo ya está muy informado, como dice el Presidente de México. Ya no es como antes que los periódicos dominaban la nota, te golpeaban y tenías que ir a besarle los pies después de que te golpeaban, ya no; las redes sociales nos dan la facultad de réplica”.
Con mucho poder, prácticamente como ningún otro gobernador al dominar no solo las facultades del Ejecutivo estatal, sino las del Congreso del Estado, las de ciertos organismos autónomos, por supuesto las representaciones federales e invadiendo la autonomía del Poder Judicial, Bonilla ya lo ha declarado: no se irá de Baja California una vez que concluya su periodo de dos años.
Ha dicho que no regresará al Senado de la República como sería su derecho, pues fue electo en esa posición para un periodo de seis años. Y si ya en el pasado rechazó una invitación del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para ser miembro de su gabinete (supuestamente al frente de la Secretaría de Economía), es presumible que ahora responderá de igual forma, si acaso el mandatario nacional le corresponde con otra invitación, aun cuando sus relaciones en este momento no atraviesan el mejor escenario.
En tales condiciones, envalentonado además por las redes sociales, donde presume tener millones de seguidores (ya Facebook ha hecho público que pagó medio millón de pesos por una publicación, y un cuarto de millón por otra, que llegaron a una audiencia mayoritariamente fuera de Baja California) y enfrentado con la prensa, cercanos a Jaime Bonilla han deslizado la idea que tiene de competir por la alcaldía de Tijuana, con lo que sería la primera ocasión que un ex gobernador busque esa posición, pero no la única, pues José Guadalupe Osuna Millán también está considerando ser de nueva presidente municipal.
La otra posibilidad, es que si goza de la amistad y confianza del Presidente de la República, lo nombre de nueva cuenta súper delegado federal para que pueda disponer del presupuesto de programas nacionales en esta entidad federativa. O a lo mejor de plano y como dijo, se devuelve al partido Movimiento Regeneración Nacional para lograr que sus candidatos ganen las elecciones de 2021. Incluso sugirió que podría solicitar licencia al cargo de gobernador para dedicarse a la política electoral de lleno.
¿Qué otra plataforma tiene el todavía gobernador de Baja California para cuando deje de serlo? Igual desde sus medios seguir el camino altruista para beneficio de los bajacalifornianos, o irse de diputado local para encabezar el Congreso del Estado.
Quién sabe, Bonilla un día refiere algo de su futuro y al otro cambia la versión. Lo que sí es que, para bien o para mal, en Baja California tendremos -en términos políticos- Bonilla para rato. Y si ya observó el Lector la personalidad y actitud del titular del Poder Ejecutivo estatal, prepárese para el Bonilla 2.0… o el de 2021, pues.
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