Aun cuando solo será por dos años o quizá por ello, Jaime Bonilla Valdez, el Gobernador de Baja California emanado de Morena, está desbordado. El poder absoluto que ese partido tiene en la administración pública del estado, al ostentar la mayoría en el Congreso del local, titular los cinco ayuntamientos, haber sido súper delegado, y tener en la Fiscalía General del Estado en manos de su compadre, han trastornado la administración pública estatal al encabezarla una persona que se adjudica un poder plenipotenciario.
En el final de la primera semana de junio, la Alcaldesa de Tecate, un pequeño municipio que apenas rebasa los 70 mil habitantes, lo denunció públicamente primero, y formalmente después ante la Fiscalía General de la República, porque la amenazó. A través de su Secretario de Gobierno, el Gobernador Bonilla le dijo que debía aprobar en su Cabildo la iniciativa que presentará en un futuro, a partir del 1 de agosto cuando inicie el periodo de sesiones ordinarias del Congreso de Baja California, para modificar otra vez la Constitución del Estado y determinar que la siguiente gubernatura sea de tres años y no de seis como mandata la Constitución actualmente y fue confirmado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación el 11 de mayo cuando determinaron los 11 ministros que la adecuación que habían realizado el 8 de julio de 2019 para que Bonilla gobernara cinco años era inconstitucional.
El Gobernador Jaime Bonilla, quien presumía una entrañable amistad con el Presidente de la República, está aferrado a cambiar la Constitución de Baja California para modificar el periodo de mandato. Lo hizo cuando pretendió gobernar por cinco años y no por dos para los cuales había sido electo, y después cuando a través de una iniciativa de Morena quiso cambiar a tres años el siguiente Gobierno Estatal, pero en esa ocasión, cuatro diputados de su partido le jugaron la contra –ponderando la resolución de la Corte que el electo en 2019 sería por única ocasión un Gobierno de dos años para continuar con periodos sexenales– y la iniciativa no fue aprobada.
Pero dado a hacer su voluntad, el Gobernador Bonilla insiste. Entre los diputados de Morena y los de oposición comentan que en el siguiente periodo de sesiones de nueva cuenta enviará la iniciativa para reducir a tres años el próximo mandato. Su idea, tal parece, es que en Baja California haya tres gobernadores en cinco años, los tres por supuesto de Morena. Creen en Morena que la ola electoral del Presidente Andrés Manuel López Obrador les alcanzará para ganar el 2021 como lo hicieron en el 2019, y todavía para salir airosos en el 2024 con quien suceda como candidato de ese partido a la Presidencia al licenciado López Obrador.
El Gobernador de Baja California está desbordado. El tema electoral es lo suyo. Incluso cuando en la Suprema Corte de Justicia de la Nación le dieron el revés y su gubernatura será de dos años y no de cinco como pretendía amagó con solicitar licencia, separarse del cargo para apoyar a los candidatos de Morena a ganar la elección de 2021 en Baja California. Apenas ayer dijo en su presentación en redes sociales que los legisladores federales electos en 2018 habían llegado como tales gracias a los votos generados por él y por el licenciado Andrés Manuel López Obrador, quien ciertamente ganó la Presidencia de la República con un triunfo sin precedentes, con más de 30 millones de votos, pero el logro es suyo.
Bonilla Valdez en esa elección superó los 800 mil votos, de hecho una votación no antes alcanzada por algún candidato al Senado, pero también como parte del efecto López Obrador, pues al siguiente año, en 2019, cuando fue candidato a Gobernador del estado por la colación que encabezó Morena, Jaime Bonilla apenas logró arriba de 400 mil votos, lo que lo convirtió en el tercer Gobernador electo con mayor número de sufragios, por debajo de Francisco Vega De Lamadrid (2013-2019), y José Guadalupe Osuna Millán (2007-2013), este último, el Gobernador más votado de Baja California.
En el 2019 Morena ganó en Baja California los cinco Ayuntamientos y las 17 diputaciones de mayoría, con lo que se consolidó por primera vez en 30 años el poder de un partido distinto al de Acción Nacional. Ese arrastre electoral le ha dado a Bonilla Valdez las ínfulas para erigirse como el Gobernador omnipresente en el estado, que da órdenes a diputados, a alcaldes, que modifica la Ley del Poder Judicial y tiene a su servicio a las representaciones federales a través de la súper delegación que él mismo encabezó.
Los actores políticos y sociales de Baja California, partidos políticos, ciudadanos, empresarios, y ahora miembros de Morena, están reaccionado con recursos judiciales para frenar el ímpetu absolutista del Gobernador Bonilla, a través de controversias constitucionales, amparos y denuncias formales y públicas, como el caso de la Alcaldesa Zulema Adams de Tecate, porque a pesar de que Jesús Ramírez Cuellar, el dirigente nacional de Morena, y la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, están al tanto de las acciones autoritarias del Gobernador de Baja California poco han hecho para detener esta oleada de modificaciones constitucionales que, a capricho, intenta sacar adelante un Gobernador desbordado.
Como se dirimen los abusos desde el poder, los casos llegarán a la Fiscalía General de la República y de nueva cuenta a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lo bueno para los bajacalifornianos y para la política en México es que el periodo del Gobernador Bonilla será de dos años, lo malo es que aun le restan 15 meses.