El 28 de febrero se confirmó en México el primer caso de SARS-CoV-2. El 18 de marzo se tuvo conocimiento de la primera muerte. Sin embargo, el número de casos nuevos y los fallecimientos siguen en ascenso, mientras parte del país se mantiene en aislamiento social y las instituciones de Salud Pública continúan trabajando a su máxima capacidad desde hace semanas
Tan solo en la llamada nueva normalidad, que comenzó el 1 de junio en todo el territorio mexicano, se registraron 138 mil 335 infecciones y 18 mil 343 defunciones. Hasta ese día, en México habían 93 mil 435 casos y 10 mil 167 muertos por la enfermedad COVID-19; la primera infección se notificó el 28 de febrero y la primera muerte el 18 de marzo.
El miércoles 1 de julio (día 31 de la llamada nueva normalidad), México sumaba 231 mil 770 casos confirmados acumulados de SARS-CoV-2 (que causa COVID-19), así como 75 mil 005 sospechosos, 289 mil 142 negativos, 24 mil 734 activos confirmados y 28 mil 510 defunciones, de un total de 595 mil 917 personas estudiadas y un 60% de personas recuperadas (138 mil 319).
MÉXICO ESCALA AL SEXTO LUGAR MUNDIAL DE MUERTES POR COVID-19
El jueves 2 de julio, México sobrepasó a España en número de decesos por COVID-19, escalando al sexto lugar mundial en mortalidad por la pandemia. Asimismo, la nación centroamericana alcanzó 231 mil 770 contagios y se disputa con Irán -que tenía 232 mil 863- ser el décimo país del mundo en casos confirmados.
José Luis Alomía Zegarra, director general de Epidemiología de la Secretaría de Salud (SSa) del Gobierno de México, informó un día antes que 181.4 era la tasa de incidencia nacional de casos confirmados acumulados por cada 100 mil habitantes, y que los casos acumulados reflejaron un incremento diario de 2.5% respecto a la estadísticas de la jornada anterior; los decesos tuvieron un crecimiento del 2.6%.
Con base en esto, comentó que el incremento en los casos acumulados confirma una “tendencia de desaceleración de la transmisión”. No obstante, para Alejandro Macías Corona, subdirector de Epidemiología Hospitalaria y Control de Calidad de la Atención Médica en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, el país ha “apostado mucho por la mitigación” durante la pandemia, aunque sí que hizo falta una detección más temprana de casos mediante las pruebas.
El experto epidemiólogo, ex comisionado encargado de combatir la epidemia de influenza en 2009, calificó de positiva la estrategia de mitigación, ya que ha permitido que el sistema de Salud no haya colapsado, a pesar de la actividad intensa en algunas ciudades del país.
“Los hospitales se han visto al límite de sus capacidades pero no han colapsado, y no ha colapsado la gobernanza en algunas ciudades del país, hasta este momento”, explicó, consultado por la agencia española EFE, a la cual le dijo que en México sigue faltando haber hecho más detección temprana y más pruebas para buscar contagios.
PRUEBAS DE COVID-19 SIGUEN SIENDO EXTREMADAMENTE BAJAS EN MÉXICO
México es el país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que menos pruebas realiza. A pesar de ello, Hugo López-Gatell Ramírez, titular de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud federal, escribió el miércoles 1 de julio en su cuenta de Twitter: “Insistimos: es improcedente el planteamiento de hacer pruebas generalizadas para diagnosticar COVID-19”.
Según cifras de Our World in Data -auspiciada por la inglesa Universidad de Oxford- que recoge en su página web los datos ofrecidos por los distintos ministerios de Sanidad y otros organismos sanitarios oficiales, hasta el 18 de junio, México practicaba 1.67 pruebas diagnósticas de SARS-CoV-2 por cada caso confirmado. Cifra extremadamente baja en comparación con naciones como Australia, que ha realizado mil 708 pruebas por cada caso confirmado.
Según la doctora Armelle Pérez-Cortés Villalobos, editora de Medscape -medio digital de referencia en línea para médicos y profesionales de la salud-, no hay ningún país que conozca el número total de personas infectadas por COVID-19, por lo que solo conocemos el estado de infección en quienes se realizó la prueba.
“(…) Todos aquellos que sean positivos se consideran casos confirmados, por lo que sin hacer pruebas no hay datos epidemiológicos. Realizar pruebas diagnósticas es nuestra ventana hacia el entendimiento de la pandemia; sin ellas desconocemos su verdadera prevalencia, sus formas de dispersión y, sobre todo, no tenemos forma de medir el impacto de nuestras intervenciones”, indicó Pérez-Cortés Villalobos en un artículo de opinión titulado ‘¿Se convertirá México en el nuevo epicentro de COVID-19?’.
Allí, la doctora señaló que con relación con otros países de Latinoamérica, el número de pruebas efectuadas también es considerablemente bajo. Por ejemplo, Cuba hace 239 pruebas por cada caso confirmado y Paraguay 88.
Ante ello, recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado practicar entre 10 y 30 test por cada caso confirmado, lo cual se puede utilizar como punto de referencia de que se llevan a cabo suficientes pruebas diagnósticas.
“México ha tenido un preocupante descenso en el número de pruebas realizadas per cápita, disminuyendo a -9% del 13 al 21 de junio, lo que indica que nuestro porcentaje de positividad está alrededor de 50%, cuando países como Corea del Sur han tenido un porcentaje de positividad de 2%”, agregó la doctora.
“El porcentaje de positividad es un indicador relevante ya que muestra de forma indirecta la relativa falta de pruebas y preocupa que casi la mitad de las pruebas realizadas en México sea positiva”, resumió la especialista en su artículo de opinión publicado en Medscape, con cifras de Our World in Data.
ENTIDADES ALERTAN DE REBROTE DE CORONAVIRUS
Durante la semana que concluye, algunas entidades como Ciudad de México o Guerrero reabrieron ciertos giros comerciales al 30% de su capacidad, según lo establece la metodología del Semáforo de Riesgo Epidémico de COVID-19, con tendencias estimadas por expertos en matemáticas, coordinados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
En semáforo se toma en cuenta una ponderación que se compone de cuatro indicadores para riesgo epidémico: ocupación hospitalaria (50%), tendencia de síndrome COVID-19 (20%), tendencia de hospitalizados (20%) y porcentaje de positividad al coronavirus SARS-CoV-2 (10%).
Mientras que los niveles de riesgo epidémico se dividen en cuatro: Máximo, en color Rojo (con una calificación ponderada del 2.6 al 4.0, bajo el principio de máxima precaución); Alto, en color Naranja (calificación ponderada de 1.6 a 2.5, con amortiguador amplio); Medio, en color Amarillo (calificación ponderada de 1.1 a 1.5, preocupación acotada); y Bajo, en color Verde (calificación ponderada de 1.0, nivel mínimo estricto).
Sin embargo, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas para el período -quien anunció el jueves 2 de julio, que dio positivo al COVID-19-, indicó un día antes, que su entidad está pasando por un momento crítico de contagios del coronavirus.
Ante ese panorama, alertó sobre lo que consideró un acelerado crecimiento de los casos de COVID-19 en varios municipios de la entidad. “¡Actuamos con responsabilidad o nuestras instituciones de salud colapsarán!”, urgió en un video publicado en su cuenta de Twitter.
En el mensaje, García Cabeza de Vaca señaló que en municipios como Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros se dispararon los contagios, razón por la que “estamos muy próximos a declarar cero disponibilidad de camas y ventiladores para pacientes de COVID-19”.
“Hasta la fecha nuestro supera los 6 mil casos confirmados y más de 500 fallecimientos”, reiterando un número de muertes superior a las reportadas oficialmente (373). “Son cifras que lastiman, sin embargo, lo que en este momento más nos preocupa, es la tendencia a incrementarse”, añadió.
Asimismo, expuso que si las cosas siguen a ese ritmo, los hospitales públicos y privados habilitados para pacientes COVID-19 inevitablemente se verán saturados y tendrán que recurrir a improvisar “campamentos para recibir a las personas contagiadas, con los riesgos que ello implica”.
El mismo jueves 2 de julio, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, aceptó en conferencia de prensa que se tomó el riesgo para abrir las actividades económicas, pero de nueva cuenta tendrían que realizar restricciones de movilidad ante el aumento de contagios de COVID-19 en dicha entidad, y pese a que negó la posibilidad de que hubiese un toque de queda, confirmó que habrá medidas restrictivas sanitarias y de movilidad para no seguir con el contagio masivo en territorio neoleonés, y así evitar la saturación de hospitales por casos de coronavirus, sin afectar las actividades económicas que ya se habían permitido reabrir en la entidad.
Además, anunció que si una persona contagiada con COVID-19 sale a la calle, será sancionada como un delito. Aunado a ello, el uso de cubre bocas será obligatorio, y a quien no cumpla, el gobierno estatal les proveerá de uno para evitar la propagación del virus.
Por otra parte, indicó que las policías Municipal y Estatal hablarán con la población para pedirles que regresen a sus domicilios, ya que el gobierno de Nuevo León ha pedido a sus ciudadanos no seguir en la calle de manera voluntaria después de las diez de la noche.
No obstante, el apodado “Bronco” confirmó que las cervecerías seguirán abiertas, igual los establecimientos donde se distribuyen dichas bebidas alcohólicas. Dichas medidas tendrán una vigencia de dos semanas como modo de prueba, esperando que los contagios se reduzcan y así abrir de nueva cuenta todos los establecimientos, como ya se había hecho una semana antes.