Esta mañana llegué a mi casa y mi perro estaba acostado cubierto de tierra con un conejo en el hocico. Rápidamente me percaté que es uno de los conejos de mi vecina. Ella los cría para competir y ha ganado varios premios. Entonces corrí a lavar al maldito conejo tieso, lo sequé, corrí al patio de la vecina y lo puse en su jaula. No pasaron veinte minutos cuando ella llegó y comenzó a llorar. Me hice el que no sabía nada y pregunté qué pasó. Ella me dijo:
“Ayer se me murió el conejo, lo enterramos ¡y hoy apareció en la jaula!”.
Autora: Vecina indignada.
El dinero va y viene
– Te ves preocupado, ¿te pasa algo?
“Sí, es que me mortifica el dinero”.
– El dinero va y viene, amigo.
“Pues sí, pero mi dinero parece tener Alzheimer. ¡Se va y se le olvida regresar!”.
Autor: Pobretón.
Impedimento
– No puedo casarme contigo, mi familia está rotundamente en contra.
“¿Y quiénes son ellos para opinar?”.
– Mi esposa y mis hijos.
Autor: Próximamente divorciado.
Campesino vende iPhone X
Llega un campesino a un bar, vendiendo un iPhone X. En una mesa cercana había varios hombres que al verlo tan humilde se proponen quitarle el celular sin pagarle un centavo- Uno de ellos dice:
“Les aseguro que con unas cervezas encima, ese campesino terminará rebajando el costo del celular hasta casi nada”.
Por lo que invitan al campesino a sentarse con ellos y le preguntan:
– ¿En cuánto nos vendes tu iPhone?
“500 dólares”, responde de manera ingenua.
– Okey, vamos a tomarnos unas cervezas y luego hablamos.
Al cabo de un rato, luego de haber tomado varias cervezas, le vuelven a preguntar:
– Y entonces, ¿en cuánto vendes el celular?
“Bueno, dame 300 dólares”.
– Me parece bien, pero primero déjame invitarte otras cervezas.
Luego de un buen rato le insisten al campesino en cuánto vende el celular, él responde:
“Dame 200 dólares para poder irme a mi casa”.
Viendo la posibilidad de quedarse con el celular, el hombre decide continuar con la ronda de cervezas con una última oferta: Entonces, ya mareado, el campesino le contesta:
“Te voy a decir la verdad, yo quería vender el celular para beber hasta que no pudiera más, pero como ya estoy borracho, decidí no venderlo e irme ya a mi casa, ¡gracias por las cheves! Hasta luego, amigos”.
Autor: Dueño de iPhone.
Tomada de Internet
Nada de pollito
Una gallina abre un huevo y no tiene nada. Abre otro y ni maíz paloma, rompe el tercer huevo que le quedaba y estaba vacío, por lo que indignada reflexiona:
“¡Este gallo mustio de seguro se está cuidando!”.
Autora: Gallina frustrada.
Varado
– Este es el primer año que no viajé a Europa por culpa de la pandemia.
“No recuerdo que hayas presumido un viaje a Europa en años anteriores”.
– Ah, es que en años anteriores no fui, ¡pero por falta de dinero!
Autor: Viajero imaginario.
La plancha y el sacerdote
Una distinguida dama viajaba en un vuelo procedente de Irlanda. Un cura estaba sentado junto a ella, entonces le pidió un favor:
– Padre, compré una finísima plancha para el cabello para llevarle de regalo a mi mamá por su cumpleaños. Viene en caja cerrada y sé que sobrepasa el valor permitido para la aduana, y tengo miedo de que me la quiten. ¿Será posible que usted la pase por la aduana por mí? Se me ocurre que quizás debajo de su sotana.
“Me encantará servirte, hija mía, pero debo advertirte: no puedo decir una sola cosa que no sea la verdad”.
– No se preocupe, Padre, con su investidura nadie se atreverá a revisarlo.
Al llegar a la requisa, la señora dejó que el religioso pasara antes que ella. El oficial de aduana preguntó:
– Padre, ¿trae algo que declarar?
“De la cintura para arriba, no tengo nada qué declarar…”.
Ante lo extraño de la respuesta, el oficial interrogó:
– ¿Y qué tiene que declarar de la cintura para abajo?
“Llevo un maravilloso instrumento diseñado para ser usado por las mujeres, pero que hasta este momento permanece sin estrenar”.
Soltando una carcajada, el agente exclamó:
– Adelante, Padre. ¡El siguienteee!
Autor: Una mujer felizmente lacia.
