Acá en Occidente, lado del Pacífico, tierras fronterizas, el ciclo de lluvia de ser el invierno: tormentas invernales que bajan del Polo Norte, y nos llegan con lluvias y nieve. Pero este ciclo invernal nos abrazó tres estaciones del año.
En Tijuana, empezó fuerte la lluvia, abundante desde otoño incluso, finales de noviembre; luego llovió bastante en diciembre, ya en mero invierno, y nos ha prologado el tiempo de lluvias hasta entrada la primavera, y más de 15 días de tiempo de flores, pétalos y vegetación crecida con la abundante agua que nos ofreció el dios Tláloc. Muy aceptable y benéfica.
Cada estación tiene su consecuencia y beneficio. Primavera, flores, zacatales, cosechas acá en Tijuana. Verano (ya próximo), sol radiante, quemante y tiempo del bronceo humano y de los bloqueadores solares. Otoño, vientos de Santa Ana, tolvaneras, caídas de las hojas de los árboles; señal inequívoca del cambio de carátula de los árboles y metamorfosis a tan solo ramas pelonas. El ruido de las hojas secas, amarillas y quebrantes que mueve el aire Santa Ana. Invierno, tiempo del ciclo nublado, negruzco, tormentas tupidas, arcoíris, ríos crecidos, lagunas, nacimientos de ajolotes, ranas, lombrices y el renacer de los árboles y las semillas escondidas, que la mágica agua da la chispa de la vida al esperado abrigo verde, tejido en sus ramas (a los árboles, encinos, ciprés, eucaliptos, higueras, etc.).
Naturaleza, belleza y las cuatro estaciones del año que nos llegan. Pero aquí en Tijuana, lluvia hemos sentido en otoño, invierno y primavera.
Ya no se habla del fenómeno del “Niño” o “La niña”. Tenemos cambios bruscos en ciclos de estaciones que están sin brújula, y son algunas estaciones invadidas por otras que no debían ser. Calentamiento global -o del planeta- traerá estas estaciones, que acá en noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo y abril ha llovido. Tormentas. (Ya no en mayo, pero ¿qué nos depara junio?). Algo insólito para el que ha estado al tanto del tiempo en lluvias. Lo noté, por eso el porqué de estas letras.
Agua tan necesaria… todos los días bienvenida.
Aparte, acá en Tijuana la brisa/neblina/bruma, en sus tiempos nos mantiene húmedos los árboles y plantas; el sereno, el húmedo anochecer, da vida a estas tierras jesuitas y misioneras, hoy modernas.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.