Debiendo operar 20 unidades deportivas, cuando mucho hay tres. Debiendo funcionar 100 preparatorias, tenemos 20; y servicio de cuatro hospitales (uno, universitario, inexistente), solo hay un Hospital General para la Tijuana, entregado en 1976… y sin recursos. Un Imss saturado, sin especialistas, equipo o materiales.
No se hagan guajes, diputados, gobernadores y alcaldes.
Prostituyen la idea de ciudadanía viva, justicia y democracia. Transan, en lo oscurito, jugosos negocios, con la sangre, el dolor y pérdidas crónicas de una sociedad que apenas despierta. Que se clavan harto dinero quienes, amparados en puestos de responsabilidad pública, traicionan, mienten y roban.
Gobernadores y alcaldes, les estalla como una granada en la cara los problemas cada vez más graves, y no es casualidad. La historia municipal explica quiénes, dónde, por qué, cómo y para qué lucran con la miseria. La autopsia de los ayuntamientos revela administraciones y asesinatos de ideas de auténtico servicio y una ingeniería dominante alineada al bien común.
Las evidencias de simulación de gobernar por una clase de buitres con crecientes índices de criminalidad diaria, superan cualquier pandemia. Imposible maquillar la marginación, la exclusión escolar y la ausencia de capacitación de oficios para adolescentes, jóvenes o adultos. A estas generaciones, desde hace 50 años se les cierran deliberadamente las posibilidades de un futuro; con salarios castigados en la maquiladora o como empleados sin cualificación laboral técnica. Las oportunidades de ingresar a preparatorias, universidad o carreras tecnológicas públicas son excluyentes. Las privadas son elitistas, y mucho más por los costos y un cupo restringido o su desvalorización por el fenómeno de educación “patito”.
Los poderes municipales arrastran un pesado déficit histórico en atención a la población; en el discurso, el recurso estratégico de la población y potencial talento transformador de su gente pobre o clase mediera. Pura demagogia, las escuelas dan pena ajena.
No se aprende a la velocidad que las ciudades deben crear un modelo de gobierno con estabilidad social, fundado en planeación y urbanización con vivienda digna, educación, salud, el abasto de una canasta básica de bienes y servicios que incluya el transporte. Un modelo de políticas sociales racionales, que rebasen membretes burocráticos para aparentar bienestar.
A pesar de la voluntad de la Secretaría de Bienestar, aún predominan prácticas ineficientes y corruptas como pellizcarse el efectivo a personas de la tercera edad vulnerables e indefensas.
Estas propuestas de transparencia no sobreviven a las hordas de buitres. Se proponen, pero no se agendan ni debaten. Son descartadas porque afectan intereses creados. Son veneno para los intereses de la maquinaria de mafias dentro y fuera del gobierno. Que no son pocas.
Solo registramos a diario la desgobernabilidad del caos, y eso lo saben alcaldes, regidores, diputados locales y funcionarios del Gobierno del Estado empezando por el gobernador y ahora “delegado”. Llegan con la consigna de manos atadas y la obediencia tipo Congreso.
Una familia se esfuerza para disponer de recámaras, cocina, sanitarios, comedor, estancia familiar, patio, lavandería, drenaje, áreas verdes, etc. En cada colonia, se requiere sustentabilidad humana y social, diseño para escuelas, bibliotecas, recreativos, deportivos, guarderías, escuelas de oficios, clínicas médicas preventivas, centros de reunión, parques, kioscos, áreas verdes, cultura, diversión. No los hay ni los han pensado siquiera. Los congresos, alcaldes y regidores van a prostituir el oficio soslayando tal responsabilidad fundamental.
La élite empresarial y política, tiene nombre en la historia de cada ciudad, pervierten la moral el sentido de Estado, y han torcido y hecho un perpetuo negocio privado. No hay alcalde, diputado ni gobernador modesto. Hay una fauna de envilecida de empresarios que robo al erario a lo descarado, y es impune porque se reparten el botín.
Los espacios de equipamiento con ejes sociales, culturales, deportivos, que cimentan la paz y progreso social, los han secuestrado, y con ello cometido un crimen impune. Esos espacios para la vida social, ahora son centros comerciales y negocios que amputaron a la sociedad de sus brazos y piernas. El mayor crimen son prolongadas, graves y profundas ausencias de educación, base de organización, conciencia y acción.
Ignorantes omiten planear y construir comunidades inteligentes y humanizadas. Es una delincuencia oficial cansada de robar, sin vergüenza, que fabrica desigualdad, violencia, pobreza o miseria.
Solo prometen cuando piden votos… y solo reparten mentiras, hipocresía y migajas.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com